Por Gregg Braden
La clave para que la oración sea eficaz es la unión del pensamiento, del sentimiento y de la emoción.
La belleza de la oración radica en que no es necesario saber exactamente cómo funciona para beneficiarnos de sus milagrosos efectos. En esta tecnología universal, sencillamente se nos invita a experimentar, sentir y reconocer lo que nuestros sentimientos nos están comunicando. Nuestras oraciones cobran vida cuando enfocamos el sentimiento de anhelo que reside en nuestro corazón, en lugar de enfocar el pensamiento que gobierna el mundo de la razón.
Por sus escritos sabemos que los antiguos esenios creían que nos comunicábamos con nuestro mundo a través de nuestras percepciones y sentidos. Cada pensamiento, sentimiento, emoción, respiración, nutriente, movimiento o la combinación de cualquiera de ellos, era considerado como una expresión de la oración. Según la visión de los esenios, según sentimos, percibimos y nos expresamos durante el día, estamos orando constantemente.
Los textos recientemente traducidos, algunos de los cuales tienen más de dos mil años, nos ofrecen otra forma de participar activamente para «hacer algo» durante este tipo de situaciones de la vida. Al reconocer la eficacia del poder silencioso de la oración, los antepasados describen un método de oración conocido en la actualidad como oración activa. Cuando estos componentes de la oración se fusionan en uno solo, se nos presenta un puente para comunicarnos con el lenguaje de la creación. Gracias a este puente podemos elegir el resultado de una situación entre una serie de posibilidades.
Quinientos años antes del nacimiento de Jesús, los maestros esenios nos invitaron a concentrar el poder de los elementos individuales de la oración -pensamiento, sentimiento y emoción, que experimentamos como mente, corazón y cuerpo- en un solo resultado. La clave del dominio de esta técnica se encuentra en un solo pasaje:
«Siete son los senderos que cruzan el Huerto Infinito, y cada uno deberá transitarse con el cuerpo, el corazón y la mente como uno …».5
En otro capítulo hablamos de que la ciencia nos insinúa que nuestro futuro puede que ya exista en forma latente en el caldo de la creación como una de entre muchas «posibilidades». Esta visión implica que cada vez que pedimos algo en la oración, existe la posibilidad de que nuestra petición ya esté en curso.
La clave para elegir un resultado entre los muchos posibles reside en nuestra habilidad para sentir que nuestra elección ya está sucediendo.