LOS VIAJES FUERA DE ROMA
Jesús, Gonod y Ganid hicieron cinco viajes desde Roma para visitar varios puntos de interés en los alrededores cercanos y lejanos. Durante su visita a los lagos del norte de Italia, Jesús tuvo con Ganid esa larga conversación sobre la imposibilidad de enseñarle a un hombre acerca de Dios si ese hombre no desea conocer a Dios. Se habían encontrado por casualidad con un pagano irreflexivo, camino a los lagos, y Ganid se sorprendió de que Jesús no siguiera su práctica usual de entablar con este hombre una conversación que condujera naturalmente a la discusión de asuntos espirituales. Al preguntarle Ganid a su maestro por qué mostraba tan poco interés en este pagano, Jesús respondió:
«Ganid, este hombre no estaba sediento de verdad. No estaba insatisfecho consigo mismo. No estaba presto a pedir ayuda, los ojos de su mente no estaban abiertos para recibir luz para el alma. Ese hombre no estaba maduro para la cosecha de la salvación; hay que darle más tiempo para que las pruebas y dificultades de la vida lo preparen para recibir la sabiduría y un conocimiento superior. O bien, si pudiéramos llevarle a vivir con nosotros, tal vez podríamos mediante nuestra manera de vivir mostrarle al Padre celestial, y tal vez tanto lo atraería nuestra vida de hijos de Dios que se vería obligado a preguntarnos acerca de nuestro Padre. No puedes revelar a Dios a los que no lo buscan; no se puede conducir al regocijo de la salvación a las almas que no quieren ser salvadas. Es necesario que el hombre llegue a anhelar la verdad como resultado de las experiencias de la vida, o que desee conocer a Dios como resultado del contacto con la vida de los que han conocido al Padre divino, antes de que otro ser humano pueda actuar como medio para conducir a ese mortal al Padre celestial. Si conocemos a Dios, nuestra tarea verdadera en la tierra es vivir de modo tal que el Padre pueda revelarse en nuestra vida, y así todas las personas que buscan a Dios verán al Padre y pedirán nuestra ayuda para averiguar más acerca del Dios que de ese modo encuentra expresión en nuestra vida».
LU 1466