Hablar del cambio nos produce ansiedad,nos fragmentamos,solemos decir una cosa y hacemos otra,la palabra se separa del acto.
Con entrenamiento, voluntad y amor (para entrenarse) y coraje (para aguantar las embestidas) es posible sacarle provecho a las lecciones cotidianas que recibimos de todos aquellos que interactúan con nosotros....todos, absolutamente todos, nos convertimos en maestros y en discípulos,nos cuesta declararnos aprendices,solemos creer que nos las sabemos de todas todas.
A través del aprendizaje podremos revisar aquellas creencias que no nos están resultando efectivas en algunos de los aspectos de nuestra vida..necesitamos enfrentar a las “rutinas defensivas” que se nos presentan ante situaciones que sentimos amenazantes,se nos dispara el miedo y se imposibilita el aprendizaje,le cerramos la puerta al otro o a los otros y nos quedamos solos, con la sensación de estar a salvo de aquellas amenazas sentidas... es cierto, estamos a salvo, aunque sin aprender.
Una palabra, un gesto, cualquier cosa, nos dispara nuestras rutinas defensivas, olvidándonos de nuestros deseos y compromisos,olvidándonos, también, de nuestros sentimientos declamados, muchas veces con exagerada recurrencia....hablamos, con cierta facilidad, de expandir nuestra conciencia, de estar atentos,nada es mucho a la hora de sentir la amenaza que además resulta sumisa, obediente e implacable para hacerse presente e impactar en nuestro organismo y en nuestras relaciones.... nos apegamos al sufrimiento provocado por revivir situaciones amenazantes no superadas...la soberbia nos gana y nuestros hermanos pagan los platos rotos,por nuestra comodidad,con mucho cuidado, amorosamente, podemos ir buceando en nuestro interior para ir reconociendo las situaciones que nos provocan nuestro espanto, nuestra huída....no nos escapamos de los otros, nos escapamos de nosotros mismos,al partir, es posible que hayamos ofendido a algún otro,muchas veces se trata de duelos en los que todos terminamos heridos y muy dolidos, en ese momento, estamos aprendiendo y nuestro ego acusa la herida,a partir de allí hay posibilidades de que no huyamos y nos quedemos a dialogar (búsqueda de sentido compartido) con los otros,todos juntos en la búsqueda del amor