Se cuenta que el gran Filósofo Sócrates una vez se quedó parado delante de un puesto donde había un montón de artículos expuestos. Al final exclamó: «¡Cuántas cosas que no me hacen falta!».
La verdadera felicidad no depende de las cosas externas tales como el lujo, el poder político o las comodidades. La verdadera felicidad no consiste en depender de esas cosas tan fortuitas y vulnerables, y precisamente porque no depende de esas cosas puede ser lograda por todo el mundo. Además no puede perderse cuando ya se ha conseguido.
Se dice del filósofo Diógenes, que habitaba en un tonel y que no poseía más bienes que una capa, un bastón y una bolsa de pan. Una vez en que estaba sentado tomando el Sol delante del tonel, le visitó Alejandro Magno, el cual se colocó delante del sabio y le dijo que si deseaba alguna cosa, él se la daba. Diógenes contesto: «Sí, que te apartes un poco y no me tapes el Sol».
De esta manera mostró Diógenes que era más rico y más feliz que el gran general, pues tenía todo lo que deseaba.