Mientras escuchamos a otro, debemos estar muy concentrados. Requerimos centrarnos en la práctica de escuchar con toda la atención y todo nuestro ser: Con los ojos, los oídos, el cuerpo y la mente. Porque si sólo fingimos estar escuchando; sin poner el cien por cien de sí mismo, la persona expositora lo sabrá y no podremos aliviar su sufrimiento. Si sabemos cómo practicar el respirar conscientemente y podemos mantenernos centrados en el deseo de calmar el sufrimiento de tal persona, podremos conservar nuestra compasión mientras la escuchamos.
El escuchar compasivamente, es una práctica muy profunda. No escuchamos para juzgar o culpar, sino simplemente porque deseamos que la persona sufra menos; sea un familiar, la pareja, un compañero o compañera de estudios o trabajo, una amistad, vecino o vecina, un desconocido, etc. Aprender a escuchar, ayudará a la persona expositora a transformar su ira y su sufrimiento.