La curiosidad y el espíritu de investigación son dones divinos que no deberíamos dejar de cultivarlos nunca, por el contrario deberían estar presentes a todo nivel, tanto en la ciencia, como en lo tecnológico y también en lo espiritual, porque este querer conocer más, sin duda que no permite que "la monotonía que cansa y agota. 556" se apodere de nosotros, pero desgraciadamente la prisa con que actualmente se vive, deja poco para la exploración de lo desconocido. Cada día nos acostumbramos más a la comida rápida y chatarra, no sólo para el cuerpo, sino también como alimento intelectual y espiritual, haciendo que nuetras vidas sean planas en vez de plenas, una sola letra que cambia todo un concepto y que deberíamos tener en cuenta si deseamos evolucionar y algún día llegar a ser perfectos como lo es nuestro Padre.
Cada uno de nosotros debiera tener metas bien claras de lo que QUIERE realmente, porque de esta manera dejaríamos de ser marionetas movidas por los hilos de la opinión ajena, que se manifiesta desde la ropa de "marcas" hasta nuestra forma de opinar e incluso en lo que llamamos fe, pero que como depende de otros no pasa de ser una creencia. "Sin una meta valiosa, la vida pierde todo objetivo y provecho, y acarrea profundo cansancio. Jesús exhortó a sus seguidores a que ejercitaran fe experiencial. Les advirtió que no dependieran solamente del consentimiento intelectual, la credulidad y la autoridad establecida.1573"
Nuestra curiosidad debería estar siempre presente, porque mientras uno más conoce, más amplia es la gama que tenemos para luego aceptar libremente como nuestro, lo que más nos gusta y aún ésto aceptarlo en forma momentánea, porque "en el estado mortal, nada puede ser probado en forma absoluta, tanto la ciencia como la religión se basan en suposiciones, pues existe mucho más allá de lo finito que queda sin comprobar.1139" Esta actitud de tener verdades momentáneas en vez de verdades dogmáticas y rígidas, nos entrega una tremenda libertad de espíritu, que nos permite renacer cada día, la cual es una de las condiciones básicas para entrar en el Reino.
Nuestra fe debe ser siempre libre y muy lejana a la intolerancia, porque " la fe no encadena la imaginación creadora, tampoco mantiene un prejuicio irrazonable hacia los descubrimientos de la investigación científica. La fe vitaliza la religión y obliga al religionista a vivir heroicamente de acuerdo con la regla de oro. El fervor de la fe está de acuerdo con el conocimiento, y sus impulsos son el preludio a la paz sublime.1115" porque no depender del que dirán los otros, es una verdadera liberación social y espiritual.
Sin embargo esta libertad de conciencia, en ningún caso es sinónimo de aislamiento o de indiferencia ante lo que nos rodea, un hijo de Dios no puede vivir en su propia burbuja espiritual, porque es la mejor manera de autoengañarse con una espiritualidad que no es tal, porque "la religión es válida sólo cuando revela la paternidad de Dios e intensifica la hermandad entre los hombres.1572" pues "el reino de los cielos no es un orden social ni económico; es una fraternidad exclusivamente espiritual de los individuos que conocen a Dios. Es verdad que tal hermandad es en sí misma un nuevo y sorprendente fenómeno social, que produce asombrosas repercusiones políticas y económicas ya que el religionista no es insensible al sufrimiento social, ni está inconsciente de la injusticia civil, ni está aislado del pensamiento económico, ni tampoco es insensible a la tiranía política. La religión influye directamente sobre la reconstrucción social porque espiritualiza e idealiza al ciudadano individual. Indirectamente, la civilización cultural está influida por la actitud de estos religiosos individuales a medida que ellos se vuelven miembros activos e influyentes de los varios grupos sociales, morales, económicos y políticos.1088"
Acostumbrémonos a no aceptar a la primera todo lo que se nos dice, no hagámos lo que otros nos dicen que hacer, hagámos uso de nuestro libre albedrío y actuemos en forma consciente y volitiva, no importa que a simple vista pareciera que sabemos menos que los otros, porque lo importante no es tanto el saber como el comprender de manera tal, que podamos expresarlo más que con palabras, con nuestro ejemplo cotidiano, sin olvidar que este es un trabajo permanente y para el cual hay que tener perseverancia y paciencia, por algo Jesús nos advirtió "No os preocupéis si no conseguís captar el pleno significado del evangelio. Vosotros no sois sino finitos, hombres mortales, y lo que yo os he enseñado es infinito, divino y eterno. Sed pacientes y valerosos porque ante vosotros se abren las eras eternas en las que continuaréis vuestro logro progresivo de la experiencia de volveros perfectos, así como vuestro Padre en el Paraíso es perfecto.1961" lo importante es tener siempre vivo nuestro espíritu de investigación y nuestras ganas de renacer cada día a una vida mejor.
yolanda silva solano
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