El tema de la reencarnación y de lo que sobrevive después de la muerte física, interesa a muchas personas de las más diversas creencias ¿ por qué .? Creo que en gran parte es por el sentimiento de permanencia, de querer justificar el por qué de nuestra existencia actual y por no conformarnos con un destino finito y sin mayor trascendencia, que la que nos pueden dar las experiencias alcanzadas en algunos pocos años de vida. Personalmente, durante años acepté la teoría de la reencarnación sin mayores cuestionamientos, pero a la luz de las enseñanzas del LU, “siento” porque no tengo otra manera de experimentarlo, que la teoría de un camino ascendente para todos los seres humanos que hayan escuchado la voz del Espíritu residente, hacia un primer despertar a los mundos de estancia, representa una forma de evolución mucho más convincente, iluminadora y espiritual que la oscura y kármica vuelta a nuestro pobre planeta de origen.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que “El propósito de la evolución cósmica consiste en adquirir la unidad de la personalidad a través de un dominio cada vez mayor del espíritu, de una respuesta volitiva a la enseñanza y conducción del Espíritu residente. El yo de valor de supervivencia, el yo que puede trascender la experiencia de la muerte, tan sólo evoluciona mediante el establecimiento de una transferencia potencial del asiento de la identidad de la personalidad evolutiva desde el vehículo transitorio de la vida, el cuerpo material, al vehículo de naturaleza más duradera e inmortal del alma y aun mas allá, a aquellos niveles en los que el alma se infunde de realidad espiritual y eventualmente logra el estado de la misma. Esta transferencia se efectúa a partir de la asociación material con la identificación espiritual y se efectúa mediante la sinceridad, persistencia y firmeza de las decisiones de la criatura humana que busca a Dios.1229"
La reencarnación es siempre ascendete, nunca es involutiva, porque "el resultado final del pecado a sabiendas es la aniquilación. En último análisis, los individuos identificados con el pecado, se destruyen a sí mismos al tornarse completamente irreales por su identificación con la iniquidad. Sin embargo, la desaparición de hecho de tales criaturas, siempre se posterga hasta que se haya cumplido plenamente con los requisitos vigentes de la justicia en ese universo. Cuando esta sentencia se confirma finalmente, el ser identificado con el pecado instantáneamente se vuelve como si nunca hubiera existido. No hay ninguna resurrección de este destino; es perdurable y sempiterno.37" y ésto no porque sea el castigo enviado por un dios iracundo, sino porque el amoroso Padre celestial, cuyo espíritu mora en sus hijos de la tierra, "no es una personalidad dividida , en una de justicia y otra de misericordia, ni tampoco se necesita de un mediador para asegurar el favor del Padre o su perdón. La rectitud divina no está dominada por una estricta justicia retributiva; Dios el padre trasciende a Dios el juez, por tanto Dios no se vuelve nunca iracundo, vengativo ni airado. Es verdad que la prudencia refrena a menudo su amor, así como la justicia condiciona su misericordia rechazada. Su amor por la rectitud, no puede evitar manifestarse por igual como rechazo por el pecado. El amor de Dios salva al pecador; la ley de Dios destruye el pecado. Esta actitud de la naturaleza divina aparentemente cambiaría, si el pecador se identificara final y plenamente con el pecado, así como esta misma mente mortal puede identificarse plenamente con el Espíritu residente. Ese mortal identificado con el pecado, se volvería entonces completamente carente de espiritualidad en su naturaleza (y por tanto personalmente irreal) y experimentaría eventual extinción del ser. La irrealidad, incluso el hecho de que la naturaleza de las criaturas es incompleta, no puede existir eternamente en un universo progresivamente real y creciente en espiritual.41"
La próxima vida será según lo que sean nuestras acciones de hoy, porque “el hombre es una criatura con libre albedrío, lo que constituye su mayor oportunidad y su suprema responsabilidad cósmica.1223." ya que “la identidad mortal es una condición transitoria de tiempo de vida en el universo, es real sólo en cuanto la personalidad elige volverse un fenómeno universal permanente. Esta es la diferencia esencial entre el hombre y un sistema de energía, el sistema de energía debe continuar, no tiene elección, en cambio el hombre es responsable de su propio destino. El Espíritu es verdaderamente el camino al Paraíso, pero es el hombre quien debe tomar ese camino por su propia decisión, por su elección de libre albedrío. El ciclo está predestinado, pero la participación del hombre en él, es facultativo, personal y experiencial” 1232.
Como mentes finitas no podemos tener verdades absolutas, sin embargo ante cualquier teoría, sí hay una certeza absoluta, y esta es que sólo de nuestro comportamiento de hoy depende nuestro futuro, no podemos esperar a mañana para evolucionar, el momento es AQUÍ Y AHORA y ello no depende ni de las circunstancias, ni de la enseñanza, ni siquiera de Dios, sólo yo, criatura mortal soy dueña de lo que quiero ser mañana. Mucho más importante que saber donde voy a estar después de mi muerte es cómo voy a estar porque "el Espíritu residente, recordará y volverá a recontar para ti sólo aquellos recuerdos y experiencias que son parte de tu carrera universal y que son esenciales para ésta. Los recuerdos de tu vida pasada que no han tenido ningún significado espiritual, perecerán en tu cerebro material. 1235."
Ante ésto, creo que vale la pena detenerse aquí y meditar en nuestra vida actual ¿ cuánto de lo qué tengo, por lo cual lucho con tanto ahínco me voy a poder llevar más allá de esta corta vida mortal.? ¿ Qué cosas hago en forma realmente volitiva .? ¿ Qué grado de unión tengo con mi Espíritu residente.? ???
yolanda silva solano