Llegar a la meta
Llegar a la meta es para todos
algo que nos llena de satisfacción,
es ver que lo que deseamos
se hace realidad,
es sentirnos un poco más importantes,
es alcanzar el objetivo.
Pero muchas veces las metas
a las que deseamos llegar son egoístas
y sólo queremos alcanzarlas
para sentirnos bien,
para asumir que una vez más lo logramos
Esto sucede ante las discusiones
cuando queremos tener siempre
la última palabra teniendo o no razón.
También sucede cuando no nos
despojamos ni por un instante
de nuestras obsesiones que tal vez
no hacen felices a quienes nos rodean.
Es como que de pronto el Yo impera
en nuestra vida y nos olvidamos de que
formamos parte de un mundo,
que tenemos que aprender a ceder,
a dar, a ofrecer...
La vida es un diario compartir,
pero compartir desde el corazón no
compartir porque sí y sin sentirlo.
Si experimentamos la felicidad
de llegar a una meta
¿por qué no permitirles
a otros que también lleguen?
¿por qué si decimos amar al otro
no aprendemos a ceder?
¿por qué si deseamos un mundo mejor
no aprendemos día a día a compartir?
¿por qué cuando llegamos al éxito
se nos nubla la vista y nos alejamos
muchas veces de quiénes
nos ayudaron a llegar a él?
Es necesario que nos retiremos
de la carrera antes de llegar a la meta
cuando prevalece el egoísmo,
el capricho, la soberbia, los celos,
la malicia, y todo aquello
que por momentos forma parte de nosotros
y que a veces hasta desconocemos
ya que nace de pronto cuando
nuestro interior no le da paso
al amor o carece de amor.
Graciela De Filippis