Luciernaga Divina Luciérnaga divina, del embrujo envolvente…, ¡a todos nos fascina tu luz intermitente,
cuando va anocheciendo, y comienzas tu juego…, como chispa surgiendo yo no sé de qué fuego!
¡Te admiro!, pues te atreves a jugar a ser sol…, ¡sabiendo que es tan leve la luz de tu farol!
A veces has posado tu destello en mi palma…, y en ese instante alado… ¡cómo me canta el alma!
Y ante tu brillantina, te he indagado, gentil, "¿de qué modo ilumina tu pequeño candil?"
"Por ¨bioluminiscencia¨ " me dicen muy orondos los que saben de ciencia, y las van de sabihondos…
Pero yo, boquiabierto, y absorto en mi fortuna, les digo que no es cierto: ¡que es con fulgor de luna!
¿Sabes, luciernaguita, que al tomar nuestro tren, en la ruta ya escrita, te imitamos también?
Porque mientras marchamos actuando nuestro rol, ¡ya en el pecho llevamos nuestro propio farol!
Aunque él, en la penumbra, irradia en forma vaga…, ¡porque a veces alumbra…, y otras veces se apaga!
(¡Quién pudiera, en su senda, -de un modo limpio y claro-, conseguir que se encienda…, y se transforme en faro!,
y alivianar la herida del que carga su cruz, ¡y pasar por la vida transfigurado en luz!)
¡Ah…, luciérnaga bella que en el aire alucinas!, ¡pedacito de estrella que todo lo iluminas!
¡Aviva en mi la lumbre con la que vine aquí! ¡Ayúdame a que alumbre! ¡Contágiame de ti!
Poema de Jorge Oyhanarte
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