El seguir a Jesús no significa dejar algo, sino haber encontrado a Alguien. Es una invitación a todos. No se trata de un seguir exterior, sino de una adhesión interior. Jesús no nos invita a sufrir, nos invita a amar. Repite: “venid detrás de mí”. Quien le siga acabará triunfando.
Renunciar a sí mismo, cargar con la cruz, no es renunciar a la vida plena y feliz, sino optar por una felicidad más profunda y para todos. La felicidad que nace de la práctica del amor compartido.
Jesús nos invita a renunciar a lo que esclaviza, agobia, deshumaniza...; a todo lo que nos impida ser felices. Renunciar a sí mismo es vivir de cara a los demás, no ser egoísta. Viviendo de ese modo, toda “renuncia” se convierte en fuente de alegría y de paz