"YO SOY EL PAN DE VIDA. LOS QUE A MI VIENEN, NO VOLVERÁN A TENER HAMBRE."
El "pan" ha sido una parte integral de la vida desde el principio del hombre. Desde la masa de harina y agua más rústica trabajada encima de piedras talladas, hasta aquella elaborada en hornos industriales, el pan es un símbolo de bienestar y un deleite para los ojos. No hay nada que pueda superar el olor agradable de pan recién salido del horno... especialmente en aquellos pueblos donde aún se cuece con brasas.
Quizá sea porque el pan es algo tan esencial a la vida cotidiana que Jesucristo hizo una comparación entre Él y el pan. Dijo: "Yo soy el Pan de Vida. Los que a mí vienen, no volverán a tener hambre."
De la misma manera en que una comida no es completa sin pan, la vida en sí tampoco es completa sin una relación personal con Jesucristo. No se trata de una actividad externa que uno va a buscar cada día. Es una relación de adentro, continua. Es un compromiso. Es una manera de vivir. Es ser saciado completamente en esa hambre que tenemos por Dios. Es conocer el "Pan de Vida".
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