Volúmenes y más volúmenes o, mejor aún, muchas librerías se han escrito
para explicar la naturaleza de Dios, pero es probablemente una experiencia
universal la de que cuando más se leen las explicaciones ajenas, menos se
comprende el asunto. Existe una descripción dada por el inspirado apóstol
Juan, al escribir: Dios es Luz, la que es tan iluminadora para nuestra mente
como las demás oscurecedoras.
Quienquiera que medite sobre este pasaje le espera, oportuna y seguramente,
un excelente premio, pues no importa cuantas veces tomemos como objeto de
meditación este pensamiento, nuestro propio desarrollo, según pasan los años,
nos asegura cada vez una más completa y mejor comprensión. Cada vez que
nos absorbemos en estas tres palabras nos bañamos en un manantial espiritual
de profundidad inestinguible y cada vez sucesiva sondeamos más
completamente las divinas profundidades y nos acercamos más a nuestro
Padre Celestial.