Nuestro Niño Interior
El niño interior es esa parte tuya juguetona
e imaginativa, amorosa y espontánea,
creativa y amante de la aventura, curiosa,
perceptiva, y sin embargo humilde
y plena de admiración y gratitud.
El niño interior confía en que tanto
la vida como el universo le
prodiguen lo que él les pida.
Y no se limita a permanecer sentado,
sin hacer nada,
ya que se halla muy ocupado
viviendo la vida y haciendo
lo que le proporciona alegría.
El niño interior posee una gran sabiduría.
El sabe lo que verdaderamente produce deleite.
No piensa en términos de límites
y no juzga a nadie por sus diferencias.
El ayer no le provoca arrepentimientos,
ni tampoco se preocupa de un mañana
que aún no ha llegado.
El gran poder del amor en su interior,
capaz de resolver y disipar todo
aparente problema, es su aliado y amigo.
Y es eso lo que tú realmente eres
en cuando retiras las caretas de temor
y las limitaciones. Deja emerger ese amor
que yace en tu interior y sé de nuevo ese niño.
Puede tener una nueva aventura
de descubrimiento y volver a jugar con la vida,
¿No te parece divertido?
En cada ser existe un rincón oculto
donde habitan las partes de uno mismo
que quedaron inconclusas
y que ahora buscan completarse.
A ese sitio se le llama el niño interior,
porque contiene dentro todos los aspectos
inmaduros de nuestra personalidad.
Ese niño interno permanentemente gime:
"dame, dame, dame", nunca está conforme,
y siempre quiere más.
Cada momento doloroso del pasado
vive en este espacio,
esperando ser cambiado,
y su inconformidad se proyecta
al tiempo presente para pedir ayuda.
En el baile de máscaras, al que hoy
hemos sido invitados, vamos a dedicar
una mirada a ese niño interno
abandonado, que solo requiere
la atención de una mirada,
para cambiar su llanto en sonrisas.
Antes de abordarlo debemos
comprender que él es la suma de
todos los aspectos rezagados
de nosotros mismos.
Podemos estar anclados (fijación)
en carencias de amor,
de comprensión y de ternura,
que congelan nuestro presente
en la actitud terca de recibir sin
dar nada a cambio, manifestando
como resultado relaciones insatisfactorias.
Un niño está polarizado en recibir:
porque es claro que él no puede
prescindir del apoyo que le dan
los adultos para su supervivencia.
Pero, en su madurez,
el ser humano debe alcanzar
el equilibrio entre el tomar y el dar.