QUÉ DULCE DESATINO!
¡Qué locura, qué dulce desatino:
que la criatura, envuelta en denso velo,
tenga ante sí, viviendo en este suelo,
la conquista de Dios como destino!
¡Y qué prueba de amor tan sin pareja,
que el Dios que lo hizo todo y lo mantiene,
a la busca del hombre, abajo, viene
y en él, sin restricciones, se refleja!
¡Dichosa chifladura, único encuentro!
¿Qué puede superar tal sinrazón:
que Dios se autolimite en un rincón
y el hombre de los cielos se haga el centro?
EL VIAJE INTERIOR,
Francisco-Manuel Nácher López
Comparte: Flor Miriam