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De: moriajoan (Mensaje original) |
Enviado: 25/05/2010 12:56 |
LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE...(I)
PREGUNTA
¿De qué sirve el conocer los estados post-mortem y lo que ocurre en el mundo invisible y todas las demás cosas? ¿No es mejor preocuparse de un solo mundo a la vez? Bastantes molestias y preocupaciones tenemos en éste, ¿para qué preocuparse más?
Respuesta: Si tenemos la seguridad de que en un tiempo nos veremos obligados a abandonar nuestro país y a ir a otro lugar a vivir durante muchos años antes de que podamos volver, ¿no seria una buena precaución familiarizarnos anticipadamente con el idioma, costumbres y leyes de ese país? Equipados en esa forma no nos sentiremos tan extraños e incómodos en él, y podemos aprovechar cualquier oportunidad de mejoramiento o estudio que pudiéramos encontrar allí; no nos encontraríamos tampoco en peligro de obrar contrariamente a sus leyes sufriendo las consiguientes molestias por nuestra ignorancia, y de parecida manera nos servirían los demás conocimientos que hubiéramos adquirido sobre ese país. Lo antedicho ilustra convenientemente nuestra situación respecto a los mundos invisibles. Después de la muerte nos encontraremos allí, y si desde ya podemos obtener algunas informaciones sobre las condiciones de esos mundos, esto nos beneficiara grandemente. En primer lugar, tenemos la ventaja de que el conocimiento nos quitará gran parte del miedo a la muerte, pues nunca. tememos lo que conocemos. En segundo término conociendo algo sobre el Purgatorio y el Primer Cielo, y conociendo también el ejercicio vespertino de examinar los sucesos del día en orden invertido, podemos vivir nuestro Purgatorio aquí y ahora, en pequeñas dosis, obteniendo así el perdón de los pecadores en vez de esperar la expiación de nuestras malas obras; si aprovechamos nuestro conocimiento viviremos en tal actitud como no la obtendríamos antes de entrar en las vidas futuras, asimilándonos diariamente el bien que hayamos hecho y purificándonos de todo mal. Y de esta suerte podremos cruzar ligeramente el Purgatorio y el Primer Cielo inmediatamente después de la muerte. Sabiendo lo que tenemos que realizar en el Segundo Cielo, podemos aplicarnos más inteligentemente aquí a nuestra obra, así como allí; obtendremos mayor conciencia en ese dominio familiarizándonos diariamente con él. Así que en diversos sentidos nos preparamos para convertimos en auxiliares invisibles, para vivir conscientemente durante todo el tiempo y acortar nuestra evolución en millones de años.
PREGUNTA ¿Se limita la duración de la vida terrestre antes de nacer?
Respuesta: Sí, cuando el Ego está en vías de renacer, forma el arquetipo creador de su forma física en el Segundo Cielo con la ayuda de las Jerarquías Creadoras. Ese arquetipo es una cosa vibrante y sonante, puesta en vibración por el Ego con cierta fuerza proporcional a la longitud de la vida que se va a pasar sobre la Tierra, y hasta que el arquetipo deje de vibrar la forma compuesta por los elementos químicos constituyentes de la tierra continuará viviendo. La Ley de Causa y Efecto, sin embargo, es el árbitro de la forma en que deba vivirse la vida, y se ponen ciertas oportunidades de crecimiento espiritual ante el Ego en diversos puntos de su vida terrestre. Si se hace uso de esas oportunidades, la vida continuará por el angosto y recto sendero, pero si no, si las deja y se mete en un callejón sin salida, por decirlo así, entonces las jerarquías creadoras terminan con la vida destruyendo el arquetipo en el Mundo Celeste. De suerte que podemos decir que la longitud mayor de la vida queda determinada antes de que nazcamos físicamente, pero la vida puede acortarse si descuidamos ciertas oportunidades. Existe también la posibilidad en algunos casos, cuando la vida se ha vivido completamente, en toda su mayor amplitud, y en la que la persona ha tratado en todos los casos de vivir todas sus oportunidades, de que se infunda nueva vida en el arquetipo que se había hecho primeramente, y en esa forma puede prolongarse la vida, pero como dijimos, eso sucede solamente en casos excepcionales.
PREGUNTA ¿Es posible disminuir el intervalo que transcurre entre la muerte y el nuevo nacimiento apresurando así la evolución? ¿Cómo?
Respuesta: Sí, es posible para todo aquel que se tome el trabajo de examinar su vida diariamente, en orden invertido, desde la noche hasta la mañana, juzgándose todos los actos que haya hecho, prometiéndose rectificar sus errores y hacer las cosas lo mejor que pueda. Al hacer esto, se borrarán los pecados que se hayan cometido y se transformará en poco tiempo en un hombre mucho mejor que lo que hubiera seguido siendo de no haber puesto en práctica ese ejercicio. De suerte que los pecados que en caso contrario hubieran tenido que limpiarse en el Purgatorio, ya se han borrado aquí, así que la existencia purgatorial será acortada materialmente. Cuando en el ejercicio vespertino el hombre examina el bien que ha hecho y se promete esforzarse para obrar mejor en el futuro, se está asimilando también lo bueno que haya hecho cada día, y esto aumentará enormemente el progreso anímico, así que también hará innecesaria la existencia en el Primer Cielo. Ese hombre estará entonces marchando definidamente por el sendero de la iniciación; está en realidad fuera de las leyes que gobiernan a la humanidad ordinaria, porque se ha convertido en un auxiliar de la evolución y por lo tanto se le presentará la oportunidad de volver a la tierra, debido a sus capacidades, mucho más pronto que lo haría en caso contrario.
PREGUNTA Hay estaciones, tiempo, edades y épocas en el otro mundo?
Respuesta: No. Podemos decir que sólo hay como un día muy largo. No existe el tiempo, porque lo que hace existir el tiempo aquí es la revolución de la Tierra sobre su eje y su revolución en torno del Sol. Esos movimientos son los que producen el día y la noche, el invierno y el verano, el calor y el frío, porque la composición opaca y sólida de la Tierra la hace impenetrable a los rayos luminosos y al calor emitido por el Sol, así que una mitad de la Tierra está siempre fría y oscura. Pero en el otro mundo nada es ni opaco ni frío, ni verano ni invierno, hay luz, no hay noche, sino que todo es un día brillante, larguísimo. Por consiguiente nos encontramos a menudo con que aquellos que han pasado por las puertas de la Muerte, si bien recuerdan completamente su vida pasada no tienen la menor idea del tiempo que pasa y pueden algunas veces preguntar cuanto tiempo hace que murieron. Hay sólo un medio de medir el tiempo, y éste es el que emplean los clarividentes educados para fijar los acontecimientos cuando los examinan en la memoria de la Naturaleza, o sea mediante la astrología, observando la posición de los astros. Por supuesto, si el acontecimiento que está observando ocurrió en los tiempos históricos puede fácilmente fijar el año de la ocurrencia mediante otro acontecimiento histórico que haya ocurrido al mismo tiempo, pero cuando busca muchos millares de años atrás, como, por ejemplo, cuando quiere determinar el tiempo de las inundaciones atlantes, acude especialmente a la presesión de los equinoccios, que es el movimiento hacia atrás del Sol por los doce signos del Zodíaco, tardando el Sol unos veintiséis mil años en dar una vuelta completa en torno de ese círculo. Entonces puede fijar esa fecha contando el número de períodos de veintiséis mil años transcurridos entre la primera inundación y la segunda, entre la segunda y la tercera y desde ésta hasta nuestros días. Si ignora la ciencia de los astros no puede hacerlo, así que esto es una buena razón para que el estudiante de ocultismo estudie la astronomía.
PREGUNTA Una persona enterrada viva ¿está consciente de su condición? ¿Cómo hace el espíritu para volver al cuerpo cuando éste está en la tumba?
Respuesta: La posición modificada de los cadáveres que se nota algunas veces demuestra que el cuerpo fue enterrado antes de que el espíritu lo abandonara definitivamente y que éste ha vuelta a su cuerpo y lo ha movido intentando desesperadamente obtener el aire necesario. Y por consiguiente esto demuestra también que el espíritu ha recuperado la conciencia en el cuerpo. El espíritu, por supuesto, no está obstaculizado absolutamente por la tierra o el ataúd para ir y venir; un espíritu pasa con tanta facilidad a través de un muro o de cualquier otro obstáculo denso u opaco como nosotros pasamos a través del aire.
PREGUNTA ¿Por qué mueren los niños?
Respuesta: Hay muchas causas que producen la muerte de los niños. Daremos solamente algunas de las principales. En primer lugar, cuando un Ego vuelve a la vida terrestre, se dirige hacia cierta familia porque allí puede obtener el alrededor ambiente necesario calculado para su progreso futuro, y en el cual podrá liquidar determinada cantidad del destino que generó en sus vidas anteriores. Entonces, si los padres hacen cambios muy radicales en sus vidas de manera tal que el Ego ya no pueda obtener esas experiencias o liquidar ese destino, el Ego se retira y se dirige a otra parte donde pueda conseguir las condiciones necesarias para su crecimiento. O puede sólo retirarse por algunos años y renacer en la misma familia si ve que las condiciones requeridas podrán obtenerse posteriormente. Pero hay una causa que es la que produce especialmente la mortalidad infantil, y que se pone en movimiento con mucha anterioridad, es decir, en las vidas anteriores, y para comprenderla es necesario saber algo de lo que ocurre al morir y de lo que sucede inmediatamente después. Cuando un espíritu abandona el cuerpo se lleva consigo el cuerpo de deseos, la mente y el cuerpo vital, siendo este ultimo el que tiene las imágenes de la vida pasada. Estas imágenes se imprimen entonces en el cuerpo de deseos durante los tres días y medio inmediatamente siguientes a la muerte, y el cuerpo de deseos se convierte así en el árbitro del destino del hombre en el Purgatorio y en el Primer Cielo. El dolor producido por la purificación del mal y el gozo causado por la contemplación del bien de la vida pasada se llevan a la vida subsiguiente como conciencia, la que impedirá que el hombre perpetúe los errores de sus vidas pasadas y lo impulsará en cambio a ejecutar lo que le produjo felicidad con más abundancia. Cuando las personas próximas al agonizante que asisten a su muerte dan rienda suelta a sus lamentaciones histéricas cuando el espíritu se encuentra en el gran trance, y siguen lamentándose durante los siguientes días, el espíritu que durante ese intervalo se encuentra en estrecho contacto con el Mundo Físico se conmoverá muchísimo por el dolor de sus seres queridos, y no podrá fijar su atención convenientemente en la contemplación de su vida pasada, así que la impresión producida en el cuerpo de deseos no es tan profunda como la que se habría hecho si el espíritu hubiera permanecido en paz y tranquilo. Por consiguiente, los sufrimientos en el Purgatorio no serán tan agudos ni los placeres en el Primer Cielo tan intensos, y cuando el Ego vuelva a la Tierra habrá perdido parte de la experiencia de su vida anterior. Es decir, la voz de su conciencia no hablará con tanta claridad como hubiera hablado si el Ego hubiera pasado al más allá sin verse molestado por esas lamentaciones. Con objeto de compensar ese inconveniente, el Ego renace generalmente en la misma familia que tanto lo lamentó, y muere en los primeros años de su infancia. Entonces entra en el Mundo del Deseo pero por supuesto un niño que no ha cometido pecados no necesita ir al Purgatorio, y su cuerpo de deseos así como la mente permanecen intactos; va, pues, directamente al Primer Cielo para esperar allí la oportunidad de un nuevo renacimiento, pero ese intervalo de espera se emplea como escuela, para enseñarle directamente el efecto de las diferentes emociones malas y buenas. Muy a menudo se encuentran con algún miembro de su familia, quien toma al niño a su cargo, tomándose el trabajo de enseñarle lo que dejó de aprender debido a las lamentaciones, y si ese pariente no existe otro cualquiera se hace cargo de él. De cualquier manera la pérdida es más que recuperada, así que cuando el niño vuelve a nacer tiene un crecimiento moral tan completo como si hubiera muerto en las circunstancias ordinarias sin que se hubieran producido las tales lamentaciones.
PREGUNTA ¿Cuál es la causa del gran número de muertes que se producen en la infancia y en la niñez?
Respuesta: Cuando el hombre pasa al más allá al morir, se lleva consigo la mente, el cuerpo de deseos y el cuerpo vital, siendo este último el que conserva las imágenes de la vida pasada. Y durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte esas imágenes se imprimen en el cuerpo de deseos y forman la base de la vida del hombre en el Purgatorio y en el Primer Cielo, donde se purifica del mal y se asimila el bien. Las experiencias de la vida pasada en sí mismas se olvidan, así como hemos olvidado el proceso de aprender a escribir, reteniendo sin embargo la facultad de hacerlo. Y así también el extracto acumulado de todas sus experiencias, las de sus vidas pasadas en la tierra y las de sus existencias en el Purgatorio así como en los varios Cielos, las retiene el hombre y forman su capital en giro en el nuevo nacimiento. Los dolores sufridos se transforman en la voz de su conciencia, y el bien que ha hecho le proporcionan un carácter más altruistico. Ahora bien, cuando el hombre pasa los tres días y medio subsiguientes a la muerte en paz y quietud puede concentrarse mucho más sobre el panorama de su vida pasada y la impresión de éste sobre su cuerpo de deseos será más profunda que si se lo molestara con las lamentaciones histéricas de los miembros de su familia o amigos. Entonces experimentará un sentimiento mucho más agudo, por lo bueno o malo que haya hecho en su vida, en el Purgatorio y en el Primer Cielo, y en las vidas posteriores ese sentimiento le hablará inequívocamente, pero cuando las lamentaciones de su familia distraen su atención o cuando el hombre muere por accidente, atropellado en la calle, en un choque de trenes, incendio, u otras circunstancias análogas, no tendrá, por supuesto, oportunidad para concentrarse convenientemente; ni podría tampoco concentrarse si muriera en el campo de batalla. Pero no sería justo que perdiera las experiencias de toda su vida debido a haber muerto violentamente, de suerte que la Ley de Causa y Efecto le dará una compensación. Generalmente creemos que cuando un niño nace, nace y se acabó todo el asunto; pero así como durante el período de gestación el cuerpo denso está protegido contra los impactos del mundo externo por la cubierta protectora o matriz de la madre hasta que ha llegado al suficiente grado de madurez para ponerse en contacto con las condiciones externas, así también sucede con el cuerpo vital, el de deseos y la mente) los que permanecen en estado de gestación más tiempo y nacen más tarde debido a que no tienen tras sí una evolución tan larga corno la del cuerpo denso, y por lo tanto se requiere más tiempo para que lleguen a la madurez y se individualicen. El cuerpo vital nace a los siete años, cuando el período de crecimiento excesivo marca su advenimiento. El cuerpo de deseos nace en la pubertad, a los catorce años, y la mente nace a los veintiuno, cuando se dice que el niño se ha convertido en hombre, en mayor de edad. Lo que no ha nacido no puede morir, así que cuando el niño muere antes del nacimiento del cuerpo de deseos y pasa al más allá va directamente al Primer Cielo. No puede ascender al Segundo y Tercer Cielos porque ni la mente ni el cuerpo de deseos han nacido y por consiguiente no morirán, así que simplemente tiene que esperar en el Primer Cielo hasta que se le ofrezca una nueva oportunidad para nacer, y si ha muerto en su vida anterior bajo las condiciones mencionadas anteriormente, por accidente o en el campo de batalla o cuando las lamentaciones de su familia le han impedido obtener una impresión profunda del mal cometido y del bien realizado, se le instruye al morir como un niño sobre los efectos de las pasiones y de los deseos, y así aprende las lecciones que dejó de aprender en su anterior purgatorio. Entonces renace con el desarrollo de conciencia debido y continúa su evolución. Como en el pasado el hombre fue muy amante de la guerra y no se cuidaba gran cosa de los que morían en el lecho, debido a su ignorancia, siendo éstos además muy pocos, quizás, comparados con los que morían en el campo de batalla, debe haber necesariamente una gran cantidad de mortalidad infantil, pero conforme la humanidad llegue a una comprensión más amplia y realice que todos somos los guardianes de nuestros hermanos, sobre todo cuando éstos estén agonizando, el hombre se mantendrá silencioso y orando ante el lecho del agonizante, ayudándolo así enormemente, y entonces la mortalidad infantil cesará de existir en tan gran escala como actualmente.
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De: Mitzi |
Enviado: 19/05/2010 20:34 |
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LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE...(yII)
PREGUNTA
La cremación del cuerpo denso después de la muerte ¿afecta al espíritu en alguna forma?
Respuesta: Durante la vida, en el estado de conciencia de vigilia, los vehículos del Ego se mantienen todos juntos concéntricamente, pero al morir, el Ego envuelto en la mente y cuerpo de deseos se retira del cuerpo denso y como que las funciones vitales han terminado, el cuerpo vital sale también del denso, dejando a éste inanimado sobre el lecho. El Ego se lleva también consigo un átomo del corazón y el resto del cuerpo se desintegra. Pero en ese tiempo se efectúa un proceso extremadamente importante, y los que asisten al hombre agonizante deben tratar cuidadosamente de que reine la mayor quietud en toda la casa, porque las imágenes de toda la vida que acaba de pasar y que estaban impresas en el cuerpo vital están pasando ante los ojos del espíritu en progresión lenta y ordenada, pero en sentido inverso, desde la muerte hasta el nacimiento. Este panorama de la vida pasada dura desde unas cuantas horas hasta tres días y medio. Ese tiempo depende de la fuerza del cuerpo vital, lo que determina el lapso que una persona puede mantenerse despierta cuando llega el caso. Muchas personas pueden observar cincuenta, sesenta y hasta setenta horas antes de quedar exhaustas, mientras que otras no pueden permanecer despiertas más que pocas horas. La razón por la que es necesario que la casa permanezca en la mayor quietud durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte es ésta: durante ese tiempo el panorama de la vida pasada se imprime sobre el cuerpo de deseos que será el vehículo que el hombre tendrá en el Purgatorio y en el Primer Cielo, donde se recoge todo el bien o mal que se haya sembrado, de acuerdo con los actos realizados en la vida terrestre. Ahora bien, cuando la vida ha sido muy accidentada y el cuerpo vital del hombre es fuerte, se necesitará mayor tiempo para efectuar esa impresión que si el cuerpo vital fuera débil, pero durante todo ese tiempo el cuerpo denso está conectado con los vehículos superiores por el cordón plateado y cualquier daño que se haga al cuerpo lo siente el espíritu hasta cierto punto. Y siente el embalsamamiento, autopsias o la cremación si se hacen inmediatamente después de la muerte. Por consiguiente esas operaciones no deben hacerse absolutamente durante los tres días y medio subsiguientes a la muerte. Al fin de ese intervalo, el panorama se ha impreso completamente en el cuerpo de deseos, el cordón plateado se rompe, el cuerpo vital es atraído por el denso y queda rota toda conexión con el espíritu, quien entonces puede ir libremente a su vida superior. Cuando se entierra el cadáver, el cuerpo vital se desintegra lentamente al mismo tiempo que aquel, así que cuando, por ejemplo, un brazo se ha podrido en la tumba, el brazo etérico del cuerpo vital que flota sobre la tumba desaparece también, y así sucede hasta que desaparece el último vestigio del cadáver. Pero cuando se realiza la cremación el cuerpo vital se desintegra inmediatamente, y como que dicho vehículo es el que conservaba las imágenes de la vida pasada, las que, al imprimirse sobre el cuerpo de deseos, forman la base de la vida en el Purgatorio y en el Primer Cielo, sería perjudicialísimo que la cremación se efectuara antes de los tres días y medio subsiguientes a la muerte. A menos que se le ayudara el espíritu no podría mantener el cuerpo unido. Eso es una parte del trabajo que hacen los auxiliares invisibles de la humanidad. Algunas veces prestan su ayuda los espíritus de la Naturaleza o las Jerarquías Creadoras que guían a la humanidad. También se pierde algo cuando el cadáver es quemado antes de que el cordón plateado se rompa por sí solo; la impresión sobre el cuerpo de deseos no es entonces tan profunda como debiera ser, y esto produce su efecto en las vidas posteriores, porque cuanto más fuerte es la impresión tanto más agudos son los sufrimientos en el Purgatorio por el mal hecho y tanto más intensos son los goces del Primer Cielo que resultan de las buenas obras de la vida pasada. Son esos dolores y goces que nos proporcionan nuestras vidas pasadas lo que llamamos conciencia, así que cuanto perdemos en sufrimiento lo perdemos también en la realización de nuestros errores, cuya purificación nos impediría en las vidas futuras cometer los mismos actos de nuevo. Por lo tanto, los efectos de la cremación prematura son muy de tenerse en cuenta. Triste es decirlo, tenemos una ciencia del nacimiento, con obstétricos, parteras experimentadas, antisépticos y todo lo necesario para el confort del hijo y de la madre, pero nos falta la ciencia de la muerte que nos permita ayudar a nuestros amigos de toda una vida en su partida al más allá.
PREGUNTA
Si una persona ha perdido la memoria debido a una conmoción nerviosa o a una fiebre, ¿afecta eso al cuerpo vital y le impide renovar los recuerdos de la vida en los tres días que siguen a la muerte?
Respuesta: No; la memoria es de tres clases. Existe en primer lugar el recuerdo obtenido por intermedio de nuestros sentidos. Miramos en torno nuestro, vemos y oímos ciertas cosas y esas impresiones se graban en las células del cerebro, y somos capaces de recordarlas conscientemente, pero no siempre, sino en diversos grados, pues la memoria es extraordinariamente caprichosa, y si sólo existiera este medio de recordar nuestras vidas, la Ley de Causa y Efecto casi no podría obrar. Nuestras vidas en el más allá no serían una consecuencia fiel de lo que hubiéramos hecho o dejado de hacer en el pasado. Hay otra memoria, y es la que la ciencia llama la mente subconsciente. Así como el éter lleva a la cámara fotográfica la impresión de todo el paisaje que está ante ella, hasta en sus menores detalles, sin tener en cuenta si el fotógrafo los ha observado o no, así también el mismo éster que lleva la imagen a nuestra retina, lleva a nuestros pulmones una imagen igual, imagen que la sangre absorbe, y como la sangre pasa por el corazón ese recuerdo se graba indeleblemente sobre el sensible átomo-simiente que está situado en el ventrículo izquierdo del corazón, cerca del ápice. Las fuerzas de ese átomo-simiente se las lleva el espíritu al morir y contienen el recuerdo de toda la vida hasta en sus más mínimos detalles, así que hayamos observado o no los hechos en cierta oportunidad, están sin embargo, allí. George du Maurier ha escrito una obra llamada 'Peter Ibbetson" donde se explica claramente esta teoría de la memoria subconsciente. Peter Ibbetson, prisionero en una penitenciaría inglesa, aprendió a "soñar de verdad", es decir, a poner en cierta posición su cuerpo para mirar las corrientes de éter internas, así que por la noche podía ponerse en contacto con cualquier escena de su pasado que quisiera; entonces se veía él mismo como espectador, y se contemplaba entre sus padres y compañeros de juego en el mismo ambiente en que se había desarrollado la escena con la que se ponía en contacto. Y veía toda la escena con muchos más detalles que los que él había notado cuando los sucesos tuvieron lugar materialmente. Esto era debido a que bajo esas circunstancias podía ponerse en contacto con su propia memoria subconsciente. No se hubiera podido poner en contacto con el futuro, pero su pasado si estaba inscripto en su corazón y le era, por consiguiente, accesible bajo las condiciones debidas. De esta memoria subconsciente se toma el panorama después de la muerte, y como ese panorama depende de la respiración solamente, continúa a pesar de todas las demás circunstancias de la vida del cuerpo, y aunque el hombre pierda su memoria consciente y no puede recordar nada a voluntad la memoria subconsciente conserva todo el pasado y lo mostrará oportunamente.
PREGUNTA Si un espíritu desencarnado puede pasar a través de un muro, ¿puede también pasar a través de una montaña y de la tierra y ver lo que hay dentro?
Respuesta: Eso depende de la clase de espíritu desencarnado a que se refiera el preguntante. Cuando el hombre muere es exactamente el mismo que era antes, con la sola excepción de que no tiene cuerpo denso y, por consiguiente, es perfectamente posible que pase a través de un muro o una montaña. Pero no puede pasar a través de la Tierra. Es un hecho muy conocido que aunque muchos clarividentes y psíquicos ordinarios puedan dar muchos detalles de las visiones y escenas del Mundo del deseo, dan muy pocas informaciones concernientes al interior de la tierra, porque los clarividentes se encuentran con que al intentar entrar en la Tierra hay algo que les produce el mismo efecto que si se golpearan contra un muro. Eso es debido a que la Tierra es el cuerpo de un gran espíritu y nadie puede aproximarse a su interior salvo por el sendero de la iniciación. Hay nueve estratos de diverso espesor en la Tierra en torno del corazón central, el que forma, por decirlo así, el décimo, y en los Misterios Menores hay nueve grados y en cada grado el candidato es capaz de entrar en el correspondiente estrato de la Tierra mientras que la décima iniciación pertenece a los Grandes Misterios, que tienen cuatro divisiones. La primera enseña todo cuanto el hombre puede conocer en el Período Terrestre; la segunda de las grandes iniciaciones da el conocimiento que la humanidad habrá obtenido al final del Período de Júpiter; la tercera de las gran des iniciaciones da la sabiduría que la humanidad obtendrá al final del Periodo de Venus y la cuarta termina la evolución del actual plan evolutivo. El iniciado de cuarto grado se encontrará en la misma situación que la humanidad del Período de Vulcano. Entonces sabrá todo lo que la Tierra contiene en esta encarnación y en las manifestaciones futuras. Los Misterios Menores le habrán enseñado también la evolución desarrollada en los tres períodos anteriores al actual Período Terrestre. Estos secretos son los que están encerrados en la Tierra, hasta que el hombre haya abierto la puerta por sí mismo en la forma conveniente, así que ningún espíritu, esté en el cuerpo o esté desencarnado, puede ver lo que está en el interior de la Tierra hasta que las puertas de la iniciación hayan despertado sus facultades latentes.
PREGUNTA ¿Nos encontramos con los seres queridos después de la muerte, aun cuando hayan tenido una creencia diferente de la nuestra o aunque hayan sido ateos?
Respuesta: Sí, los encontramos y los reconocernos, porque no hay poder transformador alguno en la muerte. El hombre aparecerá allí en la misma forma que aquí, porque él se cree que es de esa forma, pero el lugar en el que lo encontremos depende de varias cosas. En primer lugar, si hemos vivido una vida muy religiosa, de manera que no tengamos existencia alguna en el Purgatorio y muy poca en el Primer Cielo, yendo casi directamente al Segundo Cielo, mientras que el ser querido, si fuera de naturaleza inferior y tuviera que pasar largo tiempo en el Mundo del Deseo, no nos encontraría hasta que llegara al Segundo Cielo. Si morimos poco después que nuestro amigo, el encuentro quizás no tendría lugar en veinte años; pero eso importa poco porque en esas regiones se está completamente inconsciente del tiempo. El amigo materialista, si vivió una buena vida moral, como generalmente suele suceder, se quedaría en la cuarta región del Mundo del Deseo durante cierto número de años, de acuerdo con el tiempo que vivió, y entonces pasaría al Segundo Cielo, si bien no tendrá allí una conciencia tan completa y perfecta como la persona que se haya preocupado por las realidades de la vida. Lo veremos, reconociéndolo y asociándonos con él durante centurias enteras en la obra de crear el futuro alrededor ambiente, pues entonces no será ya más materialista absolutamente, porque cuando el espíritu arriba a esa elevada región, ya no está bajo las ilusiones que algunas veces lo envuelven en este mundo material. Todos y cada uno se reconocen como seres espirituales y sienten la memoria de esta vida terrestre en la misma forma en que nosotros recordamos una pesadilla. El espíritu, al entrar en ese mundo despierta a su verdadera naturaleza en cualquier caso.
PREGUNTA ¿Reconoceremos a los seres queridos que han muerto?
Respuesta: Sí, ciertamente. Cuando un hombre abandona su cuerpo es exactamente el mismo que era antes. No hay diferencia alguna, salvo que no tiene cuerpo físico; él se ve a sí mismo en el Mundo del Deseo, y como retiene el recuerdo de su imagen aquí, se ve allí igual; su cuerpo de deseos tomará en seguida la forma que tenía su cuerpo físico, así que cualquiera que lo haya conocido en la vida terrestre lo reconocerá en seguida cuando pase al más allá. Además, será conveniente indicar que no hay poder transformador alguno en la muerte, que el hombre es mental y moralmente la misma persona. Oímos a veces hablar a la gente de algún muerto como si fuera un ángel o un santo, aunque realmente fuera un diablo aquí en la Tierra, pues creen irreverente decir la verdad cuando aquel ha pasado al más allá: Pero el hecho es que sólo los que eran buenos aquí son buenos en el más allá.
PREGUNTA
El hombre que se suicida ¿permanece más tiempo en el Purgatorio que los que mueren naturalmente?
Respuesta: Cuando el Ego está en vías de renacer desciende al Segundo Cielo. Allí lo ayudan las Jerarquías Creadoras a construir el arquetipo para su futuro cuerpo, e infunden en ese arquetipo una vida que durará cierto número de años. Esos arquetipos son espacios vacíos que tienen un movimiento vibratorio, sonante, que atrae la materia del Mundo Físico hacia ellos y pone a todos los átomos del cuerpo vibrando a tono con un pequeño átomo que está en el corazón, el que, como un diapasón, da el temple a todo el resto del material del cuerpo. Cuando toda la vida ha sido vivida en la tierra, cesan las vibraciones del arquetipo, el átomo simiente se retira, el cuerpo denso se disgrega y el cuerpo de deseos, en el que funciona el Ego en el Purgatorio y en el Primer Cielo, toma por sí mismo la forma del cuerpo físico. Entonces el hombre comienza a expiar sus malos hábitos en el Purgatorio y a asimilarse el bien de su vida en el Primer Cielo. Lo antedicho describe las condiciones ordinarias cuando la obra de la Naturaleza sigue su curso, pero el caso del suicida es diferente. Se ha llevado consigo el átomo simiente, pero el arquetipo vacío permanece vibrando aún. Por lo tanto se siente el suicida corno si es tuviera hueco y experimenta dentro una sensación que puede compararse a un hambre intensísima. La materia necesaria para formar un cuerpo denso se encuentra a su alcance por doquier pero como le falta el tono o temple del átomo simiente no puede asimilársela. Esta espantosa sensación de vacío dura tanto como debió durar la vida ordinaria. De esta manera la Ley de Causa y Efecto enseña al suicida que no es conveniente de ninguna manera el escaparse de la escuela de la vida y que si lo hace no puede hacerlo impunemente. Así que cuando en la próxima vida los obstáculos se interpongan en su camino, recordará los sufrimientos del pasado, producidos por el suicidio, y se decidirá a tomar las experiencias que impulsan el crecimiento anímico.
PUEDES VISITAR
http://www.rosacruzchajari.com.ar/
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PREGUNTA
Un hombre bueno al pasar por el Purgatorio ¿está consciente de todo el mal que hay allí antes de que pase al Primero, Segundo y Tercer Cielos? Y en caso afirmativo, ¿no sería eso un castigo excesivo para él?
Respuesta: El preguntante debe sacarse de la cabeza esa idea de castigo. No hay tal castigo. Cualquier cosa que le pueda ocurrir al hombre no es más que la consecuencia de leyes invariables, inmutables, y no hay tal Dios personal que recompense o castigue de acuerdo con su inexcusable voluntad o cualquier otro método. Cuando el Ego toma sus vehículos, o cuando los abandona, efectúa esto bajo el mismo principio y bajo las mismas leyes que gobiernan, por ejemplo, en el caso de un planeta. Cuando un planeta comienza a formarse en una nebulosa ígnea empieza a cristalizarse en los polos donde el movimiento es más lento. Esa materia cristalizada es arrojada por la fuerza centrífuga y vuela en el espacio porque es más pesado que el resto de la nebulosa. Por razones análogas cuando el cuerpo del espíritu que es el más denso se ha cristalizado tanto que ya no lo puede emplear más el Ego para obtener experiencia el proceso de abandonarlo se realiza mediante la fuerza centrífuga. la que naturalmente elimina el cuerpo denso en primer lugar. Eso es lo que llamamos muerte. Entonces el espíritu se encuentra libre por un tiempo, pero la materia de deseos más densa que es la encarnación de las pasiones y deseos inferiores deben también arrojarse, y ese esfuerzo para separarse de los deseos inferiores es lo que produce el dolor en el Purgatorio, en donde la fuerza centrífuga de repulsión es más fuerte. Si un hombre tiene alguna materia de deseos densa en su cuerpo emocional naturalmente tendrá que ir al Purgatorio y sufrir el proceso de purificación antes de que pueda entrar en el Primer Cielo. Allí la fuerza centrípeta de atracción atrae todo lo bueno de la vida hacia adentro, hacia el centro espiritual, donde se asimila convirtiéndose en poder anímico, que el espíritu puede emplear en su próxima vida terrestre como conciencia. Así que nuestra estadía en el Purgatorio depende de la cantidad de materia densa de deseos que tenga el hombre, y un hombre bueno naturalmente tiene muy poca o ninguna cantidad de esa clase de materia emocional. Por consiguiente apenas tendría existencia en el Purgatorio, pues pasara casi directamente por esas regiones al Primer Cielo.
PREGUNTA:
¿En qué estado se encuentra el asesinado y la víctima de un accidente en el más allá, inmediatamente después de la muerte?
Respuesta: No hay tales accidentes, o por lo menos accidentes que terminen fatalmente. La vida de cualquier persona, en cuanto a su duración, queda determinada antes del nacimiento, pero de ciertos puntos del camino de la vida parten lo que pudiéramos llamar atajos, ciertas oportunidades de crecimiento que uno puede aprovechar o no. Si deja de aprovecharlas la vida se mete en una especie de callejón sin salida, y termina poco tiempo después. Sin embargo, no siempre es esto la causa de los accidentes, pero pueden existir buenas razones para que el hombre sea arrojado violentamente del cuerpo denso. Entonces se encuentra en la misma situación que todos los demás que mueren; comienza su existencia purgatorial en seguida. En el caso de un asesinado, así como en el del suicida, es diferente. El hombre, debido a su naturaleza divina, es el único ser que tiene la prerrogativa de causar desórdenes en el plan de desenvolvimiento, y así como puede terminar su propia vida voluntariamente, así también puede terminar la vida de un semejante antes de que a éste le haya sonado la hora natural de su muerte. El sufrimiento del suicida sería también el sufrimiento del asesinado, porque el arquetipo de su cuerpo se mantendría vibrante para juntar materiales que no podría asimilar; pero en el caso del asesinado, la intervención de otros agentes evitan ese sufrimiento de la víctima, la que flota en su cuerpo de deseos en estado comatoso, hasta el tiempo en el que debió morir ordinariamente. Si la justicia apresa al asesino y sufre la pena capital, la atracción magnética lo llevará junto a su víctima la que permanecerá constantemente ante él, y ése es realmente un castigo mucho más terrible que cualquier otro que pudiera sufrir; pero la víctima no sabe nada de la presencia de su asesino.
PREGUNTA
¿Qué es el cielo?
Respuesta: Cristo dijo "El Cielo está dentro" y no obstante se nos dice que cuando el dejó a sus discípulos ascendió a los cielos. Para comprender esto es necesario que analicemos la constitución del planeta, y de acuerdo con el axioma hermético, "como arriba es abajo", la comprenderemos mejor si analizamos primeramente la constitución del hombre. El hombre tiene en primer término el cuerpo denso que vemos con nuestros ojos, pero el cuerpo denso no es tan sólido como parece; en realidad está compenetrado por cierto número de vehículos invisibles. Dicho cuerpo está compuesto por los sólidos, líquidos y gases de la región química, pero la ciencia nos dice que esos elementos están interpenetrados por el éter, porque el cuerpo humano no está aparte de lo demás del mundo, y en el sólido más denso así como en el gas más sutil, dice la ciencia, y lo dice en verdad, que todos los átomos están vibrando en un mar de éter. Este éter es materia física; una parte considerable la especializa el hombre y forma la exacta contraparte del cuerpo denso, siendo una pulgada y media más o menos mayor que el cuerpo visible. Fue esa parte etérica la que pesaron los médicos en Boston, colocando a personas agonizantes en balanzas. Dichos doctores notaron que cuando el enfermo lanzaba su último aliento el cuerpo perdía peso, y el platillo de la balanza que tenía los pesos bajaba súbitamente. Los reporteros anunciaron entonces que los médicos habían pesado el alma pero lo que en realidad pesaron fue el cuerpo vital que está compuesto de éter el que abandona el cuerpo al morir. Tenemos además un vehículo aún más sutil llamado el cuerpo de deseos. el que está compuesto por lo que los ocultistas llaman materia de deseos, y cuyo cuerpo pueden verlo (los que tienen desarrollado el sexto sentido) como una nube ovoide envolviendo completamente al cuerpo denso, así que éste se encuentra situado en el centro del cuerpo de deseos, en la misma forma que la yema está en el centro del huevo, con la sola diferencia de que si bien la clara envuelve a la yema no la interpenetra, mientras que este cuerpo de deseos compenetra al cuerpo vital y al denso completamente. Hay aún un material más fino que entra en la composición del hombre, y se llama "materia mental", la que está formada por la sustancia más densa del Mundo Mental, con cuyo material formamos nuestros pensamientos concretos, y esa sustancia envuelve al Ego interno. El mundo está constituido similarmente. Además de este mundo visible que vemos, compuesto por sólidos, líquidos y gases e interpenetrado por el éter, hay también un Mundo del Deseo que compenetra todo el Mundo Físico extendiéndose en el espacio más allá del aire y del éter. Además existe el Mundo Mental, y este mundo compenetra también todo nuestro planeta, desde el centro hasta la circunferencia, extendiéndose en el espacio aún más que los otros mundos. Durante la vida terrestre el hombre vive sobre esta tierra visible, firme, pero después de la muerte, de acuerdo con las obras que hizo mientras estaba en el cuerpo, puede quedarse aprisionado aquí, pues las regiones purgatoriales están por todas partes en torno nuestro así arriba como abajo, en el interior de la Tierra. El Primer Cielo está también aquí en cierto sentido, pues la materia que lo compone nos rodea, pero el Primer Cielo en sí mismo, el lugar en el que residen generalmente los espíritus liberados, está más allá de nuestra atmósfera. El Segundo Cielo puede también decirse que es interno, porque el material de que se compone está aquí y los espíritus que en él se encuentran pueden visitarnos, pero las condiciones y corrientes mentales, etc., generadas aquí obstaculizarían su trabajo y desarrollo. Por consiguiente prefieren quedarse en la parte más externa de nuestro planeta, a donde no alcanzan esas deletéreas y egoístas corrientes mentales. El Tercer Cielo es un lugar en el cual muy pocas personas en el actual estado de desenvolvimiento tienen conciencia, porque la mayoría de nosotros estamos guiados en nuestras actividades mentales más por las emociones y sentimientos concernientes a las cosas concretas que por el pensamiento abstracto, que es la facultad especial que pertenece a ese Tercer Cielo. Cuando pensamos en el amor, lo hacemos generalmente relacionándolo con alguna persona, esto es, un pensamiento concreto. Pero pensar en el amor abstracto es cosa que sólo pueden hacer contadas personas. Podemos pensar en una casa, en un animal, etc., pues son cosas concretas, pero nos disgusta pensar en una proposición abstracta, como por ejemplo, que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos. Por consiguiente, la mayoría de nosotros tienen muy poca conciencia en el Tercer Cielo, y por lo tanto muy poca sustancia de ese mundo entra en la composición de este planeta.
PREGUNTA
Se dice que no hay tristeza alguna en el cielo, pero si nos encontramos allí con algún ser querido el que después sigue adelante, esa partida ¿no produce siquiera un pequeño sentimiento de disgusto?
Respuesta: No, porque allí vemos las cosas tal como son. Aquí estamos cegados. Cuando el Ego viene al Mundo Físico, en un sentido es causa de regocijo, y efectivamente nos regocijamos cuando nace el niño, pues este mundo nos proporciona experiencias que nos permiten crecer anímicamente. Pero considerándolo desde otro punto de vista, cuando el Ego viene a este mundo y entra en la prisión del cuerpo denso, se encuentra en la situación más limitada imaginable, y regocijarse cuando nace un niño y lamentarse cuando muere es en realidad análogo a regocijarse cuando un amigo es aprisionado y entregarse a histéricas lamentaciones cuando queda libre. Cuando el espíritu pasa al mundo celestial, se encuentra con algunos con los que estuvo asociado en la vida terrestre en el Primer Cielo, pero allí se ha hecho ya tan espiritual y está tan en contacto con las realidades de la vida, que sabe que la muerte no existe. Por consiguiente cuando alguno sigue adelante su camino no hay más que regocijo y placer porque entonces se sabe que lo encontraremos de nuevo y no puede dejar dolor alguno tras sí.
PREGUNTA
¿Cómo hay que concentrarse para ayudar a los que están en el otro mundo? ¿Hay que entrar en el silencio y emitir pensamientos cariñosos y de ayuda hacia ellos?
Respuesta: La capacidad de emitir un pensamiento y el poder de que ese pensamiento realice el propósito para el que fue emitido, depende de la nitidez con que el pensador pueda visualizar lo que quiere realizar. Las escuelas de ocultismo, particularmente las que siguen el pensamiento oriental, aconsejan el método de concentrarse dirigiendo el pensamiento hacia un solo punto, en la misma forma como una lente de aumento concentra los rayos solares en un foco, sumando así sus fuerzas, y así como los rayos solares enfocados en esa forma queman, así también el pensamiento realiza invariablemente su objeto cuando se lo concentra con suficiente intensidad. Esto requiere una larga práctica, sin embargo, y son contados los occidentales que pueden concentrar así sus pensamientos con algún objeto. La religión occidental, reconociendo esa incapacidad enseña otro método que es más eficaz que la concentración: la oración. Por consiguiente, si queremos ayudar a los que han pasado al más allá, debemos orar por su bienestar y para que puedan aprender las lecciones de esta vida perfectamente en sus experiencias purgatoriales y en el Primer Cielo; entonces haremos mucho más que si intentamos el método de concentración frío e intelectual. La actitud del cuerpo es un gran factor en la intensidad de la oración, y si el ponerse de rodillas parece que ha de facilitar ese acto, debe adoptarse esa posición. Por otra parte, según dice Emerson: aunque tus rodillas no se doblen nunca hacia el Cielo, a él llegan tus oraciones cotidianas, y ya sean dirigidas para bien o para mal, siempre son escuchadas y contestadas también". Así que la actitud del cuerpo durante la oración no tiene mayor importancia, salvo que se vea que es conducente a dar mayor intensidad a nuestros propósitos, porque esto es lo que hace efectiva la oración.
PREGUNTA
Los que han pasado al más allá ¿siguen observando y cuidando a los que han quedado aquí'? Por ejemplo una madre ¿sigue cuidando a los hijos que dejó aquí?
Respuesta: Si; muy frecuentemente la madre que acaba de morir sigue observando a sus hijitos largo tiempo, y hay casos en los que esas madres han salvado a sus bebés de los peligros en que estaban. Aunque no sepan conscientemente cómo materializarse, el amor por sus pequeños y el miedo intenso han hecho que la madre atrajera hacia si el material necesario para que sus hijos pudieran verla. Los que llamamos muertos generalmente no se marchan de la casa en que han vivido hasta mucho tiempo después de los funerales. Se quedan en las habitaciones de su familia, yendo y viniendo, si bien invisibles para nosotros. Por supuesto, cuando llega el momento de ir al Primer Cielo, ya no se quedan más en la casa, pero la visitan muy a menudo. Cuando entran en el Segundo Cielo ya no están más conscientes de esta esfera física en el sentido de que tengan casas, amigos o parientes; allí debe considerárseles más bien como fuerzas naturales, mientras se encuentren en ese plano, porque obran sobre la tierra y sobre la humanidad en la misma forma que las fuerzas naturales que no se encarnan humanamente. De manera que es perfectamente cierto que los muertos siguen observando a sus seres queridos durante largo tiempo después de haber pasado al más allá, y a veces han notado ciertas personas que asistían a una madre agonizante, cuyos hijos habían muerto antes, muchos años antes, que en el momento de morir aquélla parecía que viera a sus hijos en torno suyo y exclamaba ¡ Hola! ¡Aquí está Juancito! ¡Y cómo ha crecido!. Las personas que se encontraban en torno del lecho habrán creído probablemente que eso era una alucinación, pero no lo es, y puede ser notado que cierto fenómeno espera siempre a esas visiones, es decir, cuando una persona muere viene hacia ella una gran oscuridad que el agonizante siente descender sobre él. Muchas personas mueren sin volver a ver el Mundo Físico. Esa es la transferencia desde nuestras vibraciones luminosas a las vibraciones del Mundo del Deseo, y es semejante a la oscuridad que pasó sobre la Tierra en el momento de la crucifixión. Con otras personas sucede que la oscuridad se disipa un momento y entonces el agonizante se hace clarividente, viendo a la vez este mundo y el Mundo del Deseo, y allí, por supuesto, ve a los seres queridos que se le han acercado al aproximarse la muerte, la que no es más que el nacimiento en el otro mundo. De manera que podemos decir que nuestros seres queridos se interesan por nuestro bienestar durante largo tiempo, después de morir, pero debe recordarse que no hay poder transformador alguno en la muerte; que el morir no les da una capacidad especial para cuidar de nosotros y que ellos no pueden influenciar realmente nuestros asuntos, así que no hay motivo alguno para considerarlos nuestros ángeles guardianes. Son simples espectadores interesados salvo en algunos casos específicos, en los que un gran amor puede permitirles hacer algún ligero servicio en caso de gran necesidad. Ese servicio, sin embargo, nunca podrá efectuarse para enriquecernos o algo semejante, sino que sólo podrá ser para prevenimos contra un peligro o algo por el estilo.
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