SOBRE LAS COMUNIDADES
En aquel tiempo algunos habían fundado comunidades y escuelas y muchos eran atraídos hacia ellas, y uno de sus discípulos le preguntó: ¿Qué nos dices de las comunidades? y El así respondía: Debes saber que tan solo hay una Comunidad que es la Humanidad y tan sólo hay una meta que es el Amor. Tengan cuidado de formar comunidades que mas que unirlos los separen de esta Comunidad, y mas que alzarlos los paralicen con sus normas, sus principios y sus leyes. Sean de todas partes y piensen que la misma vida les dará un cuerpo adecuado para cada existencia, en el lugar adecuado de esta Comunidad, para su evolución y aprendizaje. No se unan desde afuera, únanse desde dentro de ustedes, porque su casa es el mundo y su techo las estrellas de los cielos y su único vestido es el cuerpo físico que visten. ¿Para qué vestir su cuerpo con ropajes de colores o formas que llamen la atención sobre ustedes? ¿Acaso de esta forma no se están ya separando y sembrando separación aunque sólo sea en el pensamiento de cuantos los miran? ¿Para qué decir: yo soy esto o yo soy aquello?, ¿acaso no siembran ya separación aunque sólo sea con palabras? Estén preparados para ayudar a todos, aunque ellos todavía se encuentren dentro de un nivel, y tan sólo vean como buenos a los que están a su nivel. Ustedes deben estar en todos los niveles y así serán objetivos en su pensar y en su discurrir para con cada uno de sus hermanos del mundo, y comprenderán sus limitaciones, y comprenderán su elevación. Porque si los separa el color de la piel, o una doctrina, o un pensamiento o un nombre, ¿Qué valor tendrá el Amor en ustedes, si esta insignificancia lo hace retroceder? No impongan nada a nadie ni digan lo mío es lo mejor, o lo nuestro es lo mejor, porque este orgullo y esta vanidad los alejan de la Verdad. Simplemente hablen con hechos y sin deseos de quedar por encima de sus hermanos, porque aquél que ustedes consideren más pequeño, puede que sea su Maestro en la humildad y la resignación. Y cuando venga alguien y les diga, porque su nivel no alcance aún a comprender: ¿Tú a qué credo perteneces? Díganle: Mi único credo es el Amor a todos los seres de la Creación y mi único fin el desapego consciente a todas las cosas de este mundo. Huyan pues, de los nombres y de los conceptos, huyan de todo aquello que cree jerarquía entre ustedes. Aquél que más se olvide de sí mismo, será un ejemplo. Síganle. Y uno le dijo: Pues yo pertenezco a una comunidad y en ella todos somos muy felices. Y El respondió: ¿Tan débil es tu felicidad interior que debes de unirte a otros para que creen a tu alrededor el ambiente que te haga florecer? ¿Que te ocurrirá cuando vengan las lluvias y rompan los cristales de ese invernadero? Benditas las semillas que para sembrarse en tierra no tuvieron la mano del labrador y lo hizo el viento, ni tuvieron el agua del río a sus pies y calmó su sed la lluvia, ni las protegió la piedra ni el muro, y se vistieron de la fortaleza interior, porque ellas son las que sustentan a los mundos y a las humanidades. Y otro le dijo: ¿y cómo cambiamos nuestro entorno? Y El le respondió: Ignorantes son las hojas que miran a sus hermanas las otras hojas y dicen: Hemos de cambiarlas porque se mecen al viento de otra forma que nosotras y miran al sol de una forma diferente a nosotras. No sean ustedes como esas hojas porque entrarán en el sufrimiento ciego. Digan como las flores: Unamos nuestros perfumes y prendámosles al cuerpo del aire para poder poner nuestra parte de felicidad en el Jardín de Nuestro Padre Dios Común. Y de nuevo le dijo: Cambiándote a ti mismo dentro de ese entorno, lo estarás cambiando más que si sales y tratas de cambiar a cien de tus hermanos. Aprendan a ser ustedes mismos donde los ha puesto la mano de la vida, porque ese lugar y sus circunstancias son los que deben trascender. DEL LIBRO: ASÍ HABLABA QUETZACOATL
|