Solidaridad no es entregar un óvolo, es darse a sí mismo, con el convencimiento que ella debiera ser, la única relación que debería existir entre los seres humanos, si fuésemos capaces de cumplir en plenitud la regla de oro, de amar a nuestros hermanos como a nosotros mismos, porque “el amor es el deseo de hacer el bien a los demás. 648" y esto quiere decir tomar las cargas de los otros, como si fuesen las nuestras, con amor y responsabilidad. Cuando ésto se comprende, deja de ser tarea de algunos pocos, y en determinadas circunstancias, para convertirse en la tarea permanente e imprescindible, para todos los que deseamos seguir las huellas de Jesús, pues “La aparición de la verdadera hermandad significa que ha llegado un orden social en el cual se deleitan todos los hombres, sobrellevando los unos las cargas de los otros, deseando poner en práctica la regla de oro. 804", porque “mantener un sistema social duradero, sin una moral basada en las realidades espirituales es igual de imposible, que el sistema solar sin la gravedad. 2075".
Si entendemos la solidaridad como sinónimo de igualdad, fraternidad, y ayuda mutua, tenemos que seguir al Maestro, porque “él trató de restablecer la dignidad del hombre, al declarar que todos los hombres son hijos de Dios.1091". Por cierto que visto desde este punto de vista, tenemos que reconocer que para el actuar así, demanda de responsabilidad, generosidad, desprendimiento, cooperación y participación, valores que es difícil cumplir sin la guía de nuestro Espíritu residente, porque “el hombre no apetece naturalmente el trabajo duro. En su experiencia de vida, para mantener el ritmo de las demandas obligatorias y los impulsos poderosos de su espíritu, necesita una actividad incesante en el crecimiento espiritual, expansión intelectual, ampliación de los hechos y del servicio social. 1120"
Hay sólo una fórmula para enfrentar esta realidad del cumplimiento de la regla de oro, y es el reconocer en cada ser humano, sin importar religión, raza, sexo, filiación política o estatus social, a un hijo de Dios y recordar que Jesús nos dijo que: “cuando ayudamos aun al más humilde de mis hermanos, hacéis este servicio para mí”1917. Visto de esta manera, nos es más fácil el empatizar y el amar a todos los hombres, porque “cuando el hombre de este modo, llega a su mejor potencial, vive de manera más generosa para el bien de los demás, de sus semejantes transeúntes en el tiempo y en la eternidad” 1777.
En nuestros días, se habla mucho de la solidaridad en todos los ámbitos, y en gran parte se debe a una conciencia cada vez más generalizada de una realidad internacional conjunta, de un destino universal entre todas las personas y todos los países, es una más, de las consecuencias de la globalización mundialy de la necesidad de hacer sustentable al planeta. Pero desgraciadamente, esta conciencia de solidaridad universal, suele reducirse a una buena intención, a un rechazo hacia las injusticias sociales, pero son sentimentalismos baratos, pues no tienen la menor fuerza de acción. Condenamos el hambre y la pobreza, pero no hacemos lo más mínimo para solucionarla, por el contrario, nos dejamos llevar por el consumismo innecesario, olvidando las necesidades de los demás.
Solidaridad es una palabra que lleva implícita la unión, es una señal inequívoca que todos los hombres de cualquier condición, estamos unidos más allá de las noticias y de Internet, estamos unidos por nuestra condición de seres humanos e hijos del mismo Padre, lo cual significa haber comprendido el significado de la paternidad de Dios y de la fraternidad de los hombres porque ambas están íntimamente unidas. “No veo, como puedo regocijarme en la paternidad de Dios, si ignoro la fraternidad de los hombres.1454"
yolanda silva solano