La felicidad no es una cuestión individual
Esto no significa que tengamos que ocultar la ira que sentimos. Debemos dejar que la otra persona sepa que estamos enojados y que sufrimos, es muy importante. Cuando nos enfadamos con alguien, no finjamos no estar enojados, no pretendamos que no estamos sufriendo. Si apreciamos a la otra persona, debemos confesarle que estamos enojados y que sufrimos. Se lo debemos decir serenamente. En el verdadero amor, no hay cabida para el orgullo. No podemos pretender que no sufrimos, que no estamos enojados, ya que ésta clase de negación se basa en el orgullo: «¿Enojado? ¿Yo? ¿Por qué debería estarlo? Estoy perfectamente». Pero en realidad no estamos bien, estamos viviendo en un infierno, la ira nos está abrasando, y debemos decírselo a nuestra pareja, a nuestro hijo o hija. Tendemos a decir: «¡Para ser feliz no te necesito, puedo serlo sin ti!». Pero con éste engaño, estamos rompiendo la promesa inicial que hicimos de compartirlo todo.
Al principio de nuestra relación decíamos: «No puedo vivir sin ti. Mi felicidad depende de ti». Nos hacemos éste tipo de declaraciones. Pero más tarde, cuando nos enfadamos, decimos lo contrario: « ¡No te necesito! ¡No te acerques a mí! ¡No me toques!». Y tú prefieres ir a tu habitación y cerrar la puerta. Intentas hacer todo lo que puedes para demostrar que no necesitas a la otra persona. Es un comportamiento muy humano, muy común, pero carece de sabiduría. La felicidad no es una cuestión individual. Si uno de nosotros no es feliz; el otro, tampoco podrá serlo.