Entiendo la espiritualidad
como una actitud y un proceder.
También como una aspiración
y un modo de vivir.
Una aspiración de perfeccionarse,
lograr que la consciencia evolucione,
mejorar no solo la calidad de
vida exterior sino la interior.
Un modo de vivir que se base
en la nobleza, la compasión,
la cooperación y la mutua ayuda.
Una actitud inspirada
en la atención consciente,
el sosiego, la ecuanimidad, la lucidez.
Un proceder que permita conciliar los propios
intereses con los de los demás,
que esté libre de ofuscación,
avidez y odio, y encuentre
su luz en la claridad mental,
la generosidad y el amor.
Para mí la espiritualidad nada
tiene que ver con las creencias,
los dogmas o las religiones.
Una persona puede ser muy espiritual sin pertenecer
a ningún culto o sin tener ninguna creencia,
y otra que se dice muy religiosa y sigue los dogmas,
no tiene nada de espiritualidad. La espiritualidad es,
pues, una motivación consistente en humanizarnos
y respetar a todas las criaturas.
Y la espiritualidad hay que llevarla al corazón mismo
de la vida y con esa actitud que es la del noble arte de vivir,
impregnarlo todo. La espiritualidad está en el cuerpo,
la sexualidad y el instinto, las emociones y la mente.
Es un espacio de consciencia
y el espacio que llamaba
Buda el recto proceder y el recto sustentamiento.
¡Ay de aquel- dicen los sabios de Oriente-
que por ir en su propio beneficio va
sistemáticamente en detrimento del de los otros.
P: ¿Cómo tratas de vivirla tú
y de llevarla a tu vida cotidiana?
Le trato de dar a cada instante un sentido
de elevación de la consciencia.
No creo para nada en la moralidad convencional.
Creo en el ser humano como individuo realizado.
Cada uno tiene que hallar su vía, su senda,
y cada uno es su propia doctrina.
El sentido de la vida es el que uno quiera procurarle
y el más hermoso es cooperar en la evolución propia
y contribuir así a la de la humanidad.
Hay que aprender a moverse en el plano
de lo cotidiano y en el interior.
Valoro extraordinariamente la consciencia,
que es la lámpara de la mente,
y de la cual brotan la lucidez y la compasión.
Mente clara y compasión tierna:
¿Qué mayor sentido para la vida?
Así siento la verdadera espiritualidad.
No se trata de creencias, sino de experiencias
No se trata de palabras, sino de actos.
Cada uno debe encender su propia candela interior.
Y siento la verdadera espiritualidad
como libre de todo dogma, propia del librepensador,
del que trata de conectar con su maestro interior.
Ramiro Calle: