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LIBR. DE URANTIA: Pedid y recibiréis
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De: thomassalas  (Mensagem original) Enviado: 05/11/2011 21:44

 

 

Cristo enunció una ley natural cuando nos dijo aquello de: “Pedid y

recibiréis”. Pero esta afirmación - esta enseñanza, este consejo, esta

certeza, pues todo ello es - entraña la necesidad de entender todo el

contenido oculto en esa frase. Porque, a primera vista, no parece que

Cristo estuviera diciéndonos que pidiéramos lo que quisiéramos y se nos

concedería sin más. Ni que conviniera hacerlo.

Entonces, ¿qué quería decirnos? Para responder a esta pregunta

hemos de reflexionar un poco. Y para ello hay que preguntarse primero qué

quería decir con la palabra “pedir”.

Y esto ya no es tan fácil de dilucidar. A poco que se piense, hemos

de concluir que “pedir” significaba “desear obtener algo de alguien”.

Y aquí se bifurca ya la idea. Porque, sin quererlo, vamos a parar a la

lucha permanente entre el cuerpo mental (la mente), y el cuerpo de deseos

(los deseos, las emociones, los sentimientos, las pasiones). Porque ambos

pueden afectar, no sólo a nuestro interno, sino al exterior. Ambos pueden

dirigirse a otro ser y producir en él un efecto determinado, según su

contenido y su intensidad. Pero todo esto se comprende y se dilucida mejor

con un ejemplo:

Imaginemos que una persona desea obtener algo: aprobar una

oposición o lograr hacer un trabajo o terminar algo empezado o cualquier

otra cosa.

Si desea algo es porque no lo tiene. Y, si no lo tiene y lo desea,

alberga siempre cierto temor de no lograrlo, puesto que no puede

conseguirlo personalmente y ha de solicitarlo de alguien. Por tanto,

mientras esté deseando eso, no será completamente feliz y mantendrá esa

duda y ese temor que, a medida que pase el tiempo y tarde en realizarse su

deseo, irán creciendo en intensidad.

Y si, en esa situación, se le ocurre orar pidiendo la obtención de lo

que desea, ¿qué ocurrirá? Pues, teniendo en cuenta que somos seres

creadores, (aunque casi nadie se lo cree realmente), ocurrirá que las fuerzas

de la naturaleza (entendiendo por tales los “obreros” de los planos

superiores, que siempre obedecen las órdenes de los seres creadores)

estarán recibiendo, a la vez, dos órdenes opuestas a cumplimentar: por un

lado, la forma de pensamiento de la oración, pidiendo lo que se desea y, por

otra parte, el sentimiento subconsciente (y su forma de pensamiento

correspondiente) de duda y de temor creciente de no lograrlo.

En esa situación, ¿qué triunfará? ¿A cuál de las dos órdenes harán

caso los planos superiores? Lógicamente, a la más fuerte. Y, si lo más

fuerte es el pensamiento que contenía la oración, el deseo contenido en ella

se verá realizado y se obtendrá lo solicitado. Pero, si lo mas fuerte es el

sentimiento (y su pensamiento subconsciente) de que no se va a lograr,

podrá con el pensamiento petitorio y el objeto de la oración no sólo no se

obtendrá, sino que cada vez el sentimiento de que no se logrará será más

fuerte y cada vez que se ore para obtener lo deseado, se robustecerá más

esa emoción de falta de confianza y, consecuentemente, de fe.

O sea que, en ambos casos, la ley natural se cumplirá y recibiremos

lo solicitado (bien entendido que para los planos internos lo solicitado será

la “orden” más fuerte que hayan recibido, porque todas las órdenes de los

seres creadores se obedecen y todas las leyes naturales se cumplen.

Precisamente por eso, para evitar esa situación, opuesta a nuestro

deseo, pero por obra nuestra como él, y debida a nuestra ignorancia, Cristo

nos confió la fórmula secreta para lograr lo que deseemos al decirnos:

“Cuando pidáis algo, pedidlo como si ya lo hubieseis recibido. Y

entonces lo recibiréis”.

 



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