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Se le aparece en sueños,
y se da a conocer,
eres mi hijo querido,
y nunca dejarás de ser.
He esperado esta hora bendita,
encarnaciones sin fin,
quiero revelarte ahora,
que soy tu Maestro ¡por fin!
Te has ganado con mansedumbre,
esta grata distinción,
que muy pronto seas aceptado,
en el Sendero de la Iniciación.
Llorarás hijo mió de gozo y contento,
por la oportunidad que se te va a deparar,
ser operario discreto y atento,
de la Fraternidad, servir sin esperar.
Así concluye este canto,
que es un poema de amor,
al niño se le enseñorea el canto,
para estar presto, a la voz del Señor.
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