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De: FlorM (Mensaje original) |
Enviado: 22/10/2011 13:37 |
LO VALIOSO… Dime, amigo marinero que navegas sin cesar: ¿qué es lo que tú más valoras de tus viajes por el mar?
"Yo valoro los embates del oleaje que golpea…, y el arrecife imprevisto…, y la niebla que marea…
Y agradezco las borrascas que afronté en mi derrotero…, ¡porque los mares en calma no hacen buenos marineros!"
Dime, amigo montañista acostumbrado a trepar: ¿qué es para ti lo valioso en tu incesante escalar?
"Yo valoro los derrumbes…, y la constante acechanza de avalanchas y ventiscas que me dejan su enseñanza…
Y agradezco las pendientes escarpadas, con aristas…, ¡porque las suaves laderas no hacen buenos montañistas!"
Y tú, mi amigo aviador, mientras remontas tu vuelo: ¿qué consideras valioso por los andamios del cielo?
Yo valoro las tormentas, y las ráfagas de viento, y las lluvias repentinas, y los aires turbulentos…
Y agradezco haber sorteado el trueno y sus resplandores…, ¡porque los cielos serenos no hacen buenos aviadores!"
Y tú, amigo caminante que por los senderos vas, vagando sin rumbo fijo: ¿qué es lo que valoras más?
"Yo valoro las espinas con las que andando, me herí: ¡por ellas he descubierto la flor que llevaba en mí!
Y agradezco el levantarme cuando caigo, tambaleante…, ¡que un camino sin tropiezos no hace buenos caminantes!"
Poema de Jorge Oyhanarte
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Cada vez que violamos una de las leyes de la Naturaleza, esa transgresión, como causa, produce, como efecto, la correspondiente retribución. Durante muchas existencias en épocas sin cuento, hemos actuado en distintos climas y lugares, y de cada vida hemos extraído una cierta cantidad de experiencia, acopiada y almacenada como fuerza vibratoria en los átomos simiente de nuestros diversos vehículos. Por consiguiente, todos y cada uno de nosotros somos constructores y edificamos el templo del espíritu inmortal sin ruido de martillos; cada uno de nosotros es un Hiram Abiff, que se halla reuniendo material para el desarrollo del alma y arrojándolo en el horno de la experiencia de su vida, para allí manipularlo mediante el fuego de la pasión y del deseo.
Es muy fácil mostrarse complacido cuando la vida pasa como un cántico; pero aquel hombre que sonríe cuando todo se obscurece y cambia es verdaderamente digno y valiente.
MAX HEINDEL
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