A veces el sendero de mi vida puede tener vueltas inesperadas. Sin embargo, estos nuevos rumbos no me preocupan. Dios es mi fuente de sabiduría y confío en que Dios me revele el camino.
La guía de Dios me llega diariamente, en la quietud de la oración. Cuando estoy tranquila permanezco receptiva y alerta a las ideas divinas. Sigo la guía de Dios sin resistencia ni duda.
Un camino en especial puede no conducir hacia donde yo creía ir, pero estoy dispuesta a marchar por donde Dios me conduzca.
Vaya donde vaya, no dudo que seré bendecida. Dios sólo me guía por caminos de gran descubrimiento y satisfacción. Soy serena y capaz porque sé que Dios me acompaña. De cada experiencia salgo fortificada y enriquecida.
Dios es mi fuente de sabiduría. Confía en que Dios me revele las respuestas correctas.