Puede que hayas leído la historia bíblica,
del encuentro de Moisés con la zarza ardiente.
Un día cuando deambulaba por el desierto,
escuchó a Dios hablándole desde una zarza ardiente,
diciéndole que liberara a los israelitas de la esclavitud en Egipto.
El resto es historia.
Aquí tienes un hecho interesante:
el sabio dicen que inicialmente Moisés no escuchó la voz de Dios.
Lo que realmente escuchó fue la voz de su padre llamándolo.
¿Por qué?
Necesitaba escuchar una voz
que fuera amigable y familiar para acercarlo.
Hubiera estado muy asustado si
hubiera sabido quién realmente lo llamaba.
Así como Dios entendió lo que Moisés necesitaba escuchar
(y la voz que necesitaba oír),
Él sabe lo que necesitamos.
Nuestro Creador se nos une en donde estemos en nuestro camino,
asegurándose de que los eventos
y la gente en nuestras vidas están
hechos a la medida para nuestro crecimiento espiritual.
Recordemos esto cuando nos preguntemos
por qué tenemos que atravesar una u otra situación difícil.
Con afecto les comparte: