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EL VISLUMBRAR DE LA ERA DE ACUARIO
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CORINNE H.: LOS CATORCE PELDAÑOS DEL DESARROLLO INICIÁTICO...(I)
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De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 18/12/2011 12:30
 

LA SAGRADA FAMILIA, UN SÍMBOLO CÓSMICO

 El relato de la Navidad es familiar en la historia y se canta en todas las partes

del mundo. El cristiano místico, además de aceptar la versión literal, tal como

aparece en los Evangelios, encuentra en ella significados más profundos. Acepta a

María de Belén como uno de los más ilustres Maestros que ha venido a la Tierra.

Sabe que José fue uno de los primeros Maestros Iniciados del Templo de Misterios, y

que el Niño Jesús era el ego más avanzado que jamás ha encarnado en la Tierra. El

Niño Jesús, con la asistencia de la divina María, construyó el cuerpo físico más

perfecto nunca formado en este mundo, puesto que venía como modelo supremo para

toda la Humanidad.

El místico cristiano, que acepta todas estas verdades, comprueba, además, que

todo hombre es un Cristo en formación. Comprende que cada personaje de la historia

navideña representa determinada fase de su propio desarrollo interior y que cada

experiencia de esos personajes, formará parte de su propia experiencia espiritual, a

medida que aprenda a ascender, cada vez más, por el Sendero de la Santidad.

Es la comprensión de la historia navideña lo que inclina al aspirante serio a

volver a estudiar y a meditar, cada vez con más intensos entusiasmo y reverencia,

estas profundas verdades internas. Que existe una elevada meta de posible acceso, lo

indicó ya el Maestro cuando dijo: "No sólo las cosas que yo hago haréis, sino

mayores cosas que yo".

Sobre la entrada de los antiguos Templos de Misterios, como ya se ha

recordado antes, se hallaba esta inscripción: "Hombre, conócete a ti mismo y

conocerás todos los misterios del universo". A la luz de esta profunda verdad

esotérica, estudiaremos la inspiradora historia navideña y la vida y experiencias de la

Sagrada Familia, tal y como en ella se describen.

LOS CATORCE PELDAÑOS DEL DESARROLLO INICIÁTICO

En cada cuerpo-templo humano existen dos corrientes de fuerza magnética: La

primera, de potencia masculina o positiva; y la segunda, negativa o femenina. A

veces, se las cita como los dos polos del cuerpo. En lenguaje místico se habla de

ellas como de los elementos Fuego y Agua, y se las representa por dos columnas, una

coronada por el Sol y otra por la Luna. En la mayoría de las personas, esas dos

corrientes no funcionan de un modo armonioso; hay un desequilibrio que da lugar a

distorsiones y desajustes en el cuerpo. El cometido del sendero iniciático consiste en

llevar esas dos corrientes a correlacionarse armoniosamente. Las varias etapas de ese

sendero se hallan representadas por los acontecimientos más importantes de la vida

del Supremo Iniciador del Camino, el propio Cristo.

 

LA ANUNCIACIÓN

La potencia negativa o femenina está centrada en el corazón, sede de la

intuición; la positiva o masculina, en la cabeza, sede del intelecto. La iluminación

conseguida con el Grado de Anunciación proporciona la facultad para ver el cuerpo

perfecto que resultará del equilibrio total y armonioso entre las fuerzas masculina y

femenina. Hasta que ello se consiga, el hombre no materializará un cuerpo ajustado

al divino arquetipo, que existe eternamente en los cielos. Es la visión de ese glorioso

cuerpo-templo, construido a imagen y semejanza de Dios, la que da la nota-clave

espiritual de este logro: "Hágase en mí según Tu palabra".

 

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Lo mismo que el Grado de la Anunciación proporciona una visión gloriosa, el

Grado de la Inmaculada Concepción imprime esa visión en el cuerpo. La vibración

de cada átomo se eleva, como consecuencia de la nueva oleada de poder espiritual.

El organismo entero es elevado hasta una mayor armonía con el arquetipo. El

cuerpo-templo es literalmente renovado, y se convierte en un habitáculo más santo

para el espíritu, en el que vivir y trabajar. La nota-clave espiritual de este Grado está

contenida en las proféticas palabras de María: "Todas las generaciones me llamarán

bienaventurada".

EL SAGRADO NACIMIENTO

En este Grado, una nueva luz arde en el corazón y una nueva radiación emana

de la mente. Coros de angélicos ministrantes, junto con el Gran Uno Compasivo, en

los planos internos, desde los que están continuamente escudriñando el mundo en

busca de la aparición de esta nueva luz en el interior del corazón y de la mente de un

hombre, saludan el descubrimiento con cantos celestiales llenos de gozo. Aquéllos

entre los hombres que dan lugar al nacimiento de esa nueva luz, comienzan a estar

bajo la más próxima y tierna guía de los seres espirituales. Como consecuencia de

este desarrollo y su expresión, la vida cobra nuevos y más profundos significados.

María simboliza la corriente femenina, que tiene su asiento en el corazón; y José

representa la corriente masculina, que tiene su sede en la cabeza. En cualquier plano

en que estas dos corrientes de fuerza se unan armoniosamente, se manifiesta un

nuevo elemento. Este tercer elemento constituye un nacimiento sagrado o el

despertar de un nuevo poder, el poder de la voluntad. Este poder de la voluntad

creadora espiritualizado es la mágica Piedra Blanca ya que, mediante su posterior

desarrollo, el hombre se convierte en un Superhombre, un hijo o una hija del Rey. En

el momento de este nacimiento, ángeles ministrantes rodean la Tierra cantando:

"Gloria a Dios en las alturas y, en la tierra, paz y buena voluntad hacia los hombres".

Esto es, paz en el cuerpo-templo del hombre, y buena voluntad porque ha podido

llegar a conocer verdaderamente esa grande y gozosa fraternidad entre ángeles y

hombres, que sobrepasa toda comprensión. Cuando esto lo hayan alcanzado todos los

hombres, el amor, la bondad y la armonía reinarán supremos sobre la Tierra.

LA PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

Un templo es un lugar de dedicación. Y es el lugar adonde el aspirante, que

pretende recorrer el Sendero de la Santidad, acude a meditar y a orar. Tales hombres

deben necesariamente vivir de acuerdo con unas normas y disciplinas, observándolas

muchísimo más exactamente que quienes aún se sienten satisfechos con el mundo,

tal cual es. Los pensamientos han de ser cuidadosos, para no admitir influencias

negativas o destructivas. Las palabras hay que vigilarlas, con el fin de no herir nunca

con ellas. Las acciones han de valorarse por su capacidad de ayuda y de

constructividad positiva. Tal control sobre los pensamientos, las palabras y los actos

no pueden mantenerse con éxito sino tras largos períodos de estricta disciplina y de

mucha oración y meditación. El aspirante se ha de retirar con frecuencia a un lugar

de dedicación para renovar su propósito y restaurar su fortaleza interna. Si sus

esfuerzos son serios y sinceros, con toda seguridad, llegará el día en que recibirá,

como recibió el Niño Jesús, la bendición del Sumo Sacerdote y la Suma Sacerdotisa

(las fuerzas masculina y femenina) y sobre él se proyectará un nuevo nombre para el

alma, que le armonizará con sus propios poderes internos, y lo proveerá de la clave

mágica para invocar la guía y protección de los que están en lo alto.

LA HUÍDA A EGIPTO Y EL RETORNO

Durante las primeras etapas del desarrollo espiritual, el aspirante

experimentará, frecuentemente, "huidas a Egipto" o deslizamientos hacia las

tinieblas. La vida interior quedará temporalmente velada. Sentirá que ha quedado sin

guía espiritual. Ello le producirá un sentimiento de desesperanzada soledad y

abandono, desde los que clamará su espíritu, lleno de agonía, como hizo el salmista

en el mismo estadio de su evolución. Pero, si persiste en sus esfuerzos por

reconquistar la luz, volverá a poner el pie en el Sendero, como hizo la Sagrada

Familia que, aunque huyó a Egipto, país simbólico de las tinieblas, regresó llena de

gracia, acompañada por los hosannas de los coros angélicos. Se trata de un punto

difícil en el Sendero. Muchos caen aquí y retroceden hacia los atractivos del mundo.

El místico rosacruz Max Heindel nos dio la siguiente alentadora admonición: "El

único fracaso consiste en no seguir intentando". Esta verdad es tan importante como

la afirmación bíblica de que "el viento es templado para la oveja esquilada".

 

LA ENSEÑANZA EN EL TEMPLO

La Humanidad está dividida en dos clases: La que sigue el sendero del corazón

y la que sigue el camino de la cabeza. Los aspirantes más centrados en el corazón

son vapuleados más fácilmente por sus emociones. Salvo que esté equilibrada y

asegurada por los poderes de la mente, su casa estará, literalmente, construida sobre

arena, y la destruirán los vientos y las mareas. Los predominantemente mentales, con

sus poderes centrados en la razón, construyen sus casas sobre roca, pero también en

este caso estarán sujetas a la destrucción por obra de los vientos huracanados.

Mediante las Enseñanzas del Templo, el aspirante aprende a combinar los poderes de

la mente y del corazón, la razón y la intuición, lo masculino y lo femenino, de su

propio interior. Cuando esto se ha logrado, la emoción cobra alas con la razón, y la

mente queda iluminada por la luz del espíritu. Con ello se llega a un grado mayor de

perfección, a un nuevo poder, recién encontrado, y a una expansión de conciencia

que, desde ese momento, conduce a la consagración de la vida entera al servicio del

reino de Dios en la Tierra. Cualquier otro interés que pudiera introducirse

temporalmente, recibirá la misma respuesta que el Niño Jesús dio cuando sus padres

lo encontraron en el Templo, enseñando a sus mayores, los sacerdotes: "¿No sabíais

que he de ocuparme de las cosas de mi Padre?".

 

EL BAUTISMO

El Bautismo era una fórmula de iniciación y constituía el acontecimiento más

ilustre de la Semana Sagrada. La Virgen Santa y los demás discípulos femeninos

eran siempre participantes importantes en este rito sagrado. Para los que eran dignos

de participar en este ceremonial, los cielos se abrían a su visión embelesada, y eran

muchas las actividades trascendentes que se les hacían visibles y audibles.

En todos los antiguos Misterios, el rito del Bautismo era simbólico de

"conducir a la visión". Es en este momento cuando el candidato desarrolla un mayor

grado de equilibrio entre las fuerzas masculina y femenina de su cuerpo-templo; los

principios de María y José son conducidos a una más armoniosa interacción. El

aspirante adquiere entonces la capacidad de pensar con su corazón y de amar con su

mente. Es necesario que este desarrollo tenga lugar en este tiempo especial pues, con

el desarrollo de la visión adquirida, el aspirante es capaz de ver en los planos

internos y contactar con los elevados seres que en ellos habitan. Para funcionar, pues,

sin peligro, cuando se contactan los mundos internos, es imprescindible haber

establecido una relación equilibrada entre las fuerzas positivas y negativas del propio

ser. Para este estadio de la evolución, el consejo de Max Heindel a sus discípulos

era: Que mantuviesen "su cabeza en las estrellas y sus pies en el suelo". Si este

consejo fuese seguido, muchas de las tragedias psíquicas que afligen al aspirante en

este punto del Sendero, se evitarían.

El simbolismo pictórico representando al candidato de pie entre dos columnas,

a las puertas del Templo, unas veces solo y, otras, acompañado de un Maestro, se

refiere a este especial punto del Sendero. Aquí es también donde escuchará la voz

que fue oída por Jesús el día de Su Bautizo, ya que se trata de una bendición del

Templo, impartida a todos los participantes dignos de este sagrado rito: "Éste es mi

amado Hijo, en el cual me complazco".

El Bautismo forma el eslabón que conecta los Misterios del Agua, de la

Navidad, con los Misterios del Fuego, de la Pascua. Aquí hay que buscar el

significado de la afirmación de una antigua leyenda que asegura que, cuando Jesús

descendió al río Jordán, grandes bolas de fuego aparecieron sobre la superficie de las

aguas.

Cuandoquiera que un aspirante experimenta un elevado estado de exaltación,

éste es siempre seguido por una sutil tentación. La tentación, por tanto, generalmente

constituye lo opuesto al Bautismo. Tras el Bautismo de Cristo-Jesús, sublime ocasión

de dedicación y consagración, vino Su tentación en el desierto y, tras la gloria de Su

Transfiguración, vino la agonía de Getsemaní. Esta secuencia ha constituido, en

todas las edades, el Sendero del Discipulado, para que el discípulo comprenda

completamente el poder del discernimiento, o sea, la habilidad para distinguir lo

verdadero de lo falso, lo real de lo irreal.

La caída de los ángeles se relata en la descripción de la Guerra en los Cielos.

La caída de la Humanidad se relata en la versión bíblica de la expulsión de

Adán y Eva del Jardín del Edén.

Los arcángeles, sin embargo, no han "caído" nunca. Aunque poseen cuerpo de

deseos, han transmutado el deseo en poder espiritual y su cuerpo de deseos en un

cuerpo de luz. Era necesario, pues, que el Salvador de ángeles y hombres viniese de

la jerarquía arcangélica. Los espíritus Luciferes lo comprendieron bien y sintieron

gran angustia ante la venida a la Tierra del arcángel Cristo. San Marcos, en su

Evangelio, refiere que el espíritu del mal dijo a Cristo: "Sé quién eres: El consagrado

de Dios". (Marcos 1:24).

Inmediatamente tras Su Bautismo, Cristo se retiró al desierto durante cuarenta

días. Tenía que familiarizarse con el uso de un cuerpo físico y aprender a funcionar

en él, sin que quedara destrozado por las poderosas radiaciones de Su exaltado

espíritu. En ese momento es cuando Lucifer se le aproximó y lo tentó, con la

esperanza de que Su encarnación en un cuerpo físico lo hubiese hecho vulnerable.

La tentación de Lucifer fue triple: Física, mental y espiritual. Le ofreció a

Cristo todos los reinos de la Tierra, probablemente la más sutil de las tentaciones.

Han abandonado el Sendero más personas a causa de la riqueza, la fama, el prestigio

y el poder terrenal, que por ningún otro motivo, como simboliza la parábola de Cristo

sobre el joven rico.

De nuevo Lucifer tentó al Maestro con la promesa de poderes mágicos para

convertir las piedras en pan. Incontables miles de hombres están empleando ahora

sus poderes mentales para atraer hacia ellos posesiones terrenales, todos sin pensar o

indiferentes al hecho de que, obrando así, se colocan, cada vez más, bajo la

influencia de Lucifer.

Finalmente, Lucifer transportó a Cristo hasta el pináculo del Templo y le

ordenó arrojarse desde él, tras haber ordenado a los ángeles que le protegiesen.

Cuando uno comienza a despertar los poderes internos inherentes al espíritu, son

muchas y muy sutiles las tentaciones para utilizar esos poderes en beneficio propio.

Pero Cristo declaró: "Yo no puedo hacer nada por mi" (Juan 5:30). En el iluminado

manual del discipulado de Mabel Collins, titulado "Luz en el Sendero", se

recomienda a los aspirantes matar toda ambición personal, pero trabajar como los

que son ambiciosos. Verdaderamente "Estrecha es la puerta y angosto el camino... y

hay pocos que los encuentren" (Mateo 7:14). El completo despego personal es la

nota-clave del verdadero Sendero del Discipulado.

 
 
 
 



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