Los hombres pueden rechazar nuestra apariencia, pueden rechazar nuestro mensaje, pueden contradecir nuestros argumentos, pueden tratarnos con menosprecio, pero, son impotentes contra nuestras oraciones." (Sidlow Baxter)
Sí, nadie podrá si oponer a nuestras oraciones. Ellas no son dirigidas a hombres. Son dirigidas al Dios Todo Poderoso. Son encaminadas al trono de la gracia del Señor. Son el punto de contacto entre nosotros y nuestro Salvador. Entre nosotros y el Rey de los reyes. Entre nosotros y el Señor de los señores.
Si alguien critica nuestra apariencia, llamándonos de feos, oramos y el brillo de Cristo nos transforma en las más bellas criaturas. Si nuestra palabra es simple y se algunos no gustan ella, oramos y ella se transforma en la más fuerte y poderosa de los mensajes. Si no tenemos muchos argumentos para fundamentar nuestra palabra, oramos y el Espíritu convencerá a todos de las verdades celestiales. Si somos humillados, tratados con indiferencia y desaire, oramos y los ángeles del cielo nos hacen compañía, -conducindonos por campos verde y por aguas de descanso.
Aquí en este mundo nosotros estamos a servicio del Maestro. Es a Él que debemos y queremos agradar. Es a Él que entregamos nuestros días. Es a Él que abrimos nuestros corazones. Podemos hasta no agradar a los hombres, pero, con grande amor y determinación, queremos ser motivos de alegría para el Señor que nos salvó. Si usted sienta algún tipo de rechazo, si sienta que le tratan con desaire, se percibe qué las personas extrañan lo que usted dice, no se entristezca, no pierda la motivación. El Señor mira a usted con mucho cariño y aplaude todo qué usted hace con amor en el corazón.
Si un algo no va bien en su vida, ore. Orando usted estará cerca de Dios. Cerca de Dios usted siempre alcanzará victorias.
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