La llave interior
Tengo la llave a mi ser interior,
ese que aparenta
ser un edificio de tantas pisos
que me pierdo
porque algunas puertas
las mantengo afianzadas,
sí, clausuradas
por miedo a ser invadido
por el insensible,
pero termino sin percatarme
que cerrándome la puertas
sólo afecto a aquel que llamo
por el nombre de:
Yo.
Seré sincero,
tengo miedo
a ver lo que mis puertas guardan,
sí, acumulan
a razón de centímetro por perjuicio
que formamos
para defendernos
del otro, pero
esos metros
que me quitan de espacio
terminan siendo aplicados
sólo a mi interior.
Tú, sí, tú…
No sientes los prejuicios,
a menos que te humille,
pero al hundirte
me agrego otro centímetro más.
¿Por qué vivimos ciegos
a tales acumulaciones?
El miedo que roba
ese sentido de seguridad
es tu mejor aliado,
ya que a través de él
puedes deshilar
a la idea de seguridad
para coser una nueva identidad
que sea símbolo de actual integridad,
aquella que no dependerá del hecho,
sino de tu estado interior.
Tengo la llave,
ahora lo sabemos ambos,
tú y yo,
los dos tenemos prejuicios,
el uno del otro,
el otro del uno…
¿Quién aprenderá
a usar la llave primero?
¿Qué encontrarás
al abrir la puerta?
¿Metros
y metros de
debilidad,
inseguridad
e infelicidad
que se tendrán
que limpiar?
No te preocupes
antes de tiempo.
Abre la puerta
y quizá te sorprenderás
de la belleza que te viste,
pero si te asustas…
No corras
y pierdas la llave
porque si lo haces
no hay cerrajero
en vida que te abra,
tendrás que esperar
a que mueras
para que la llave universal
te abra porque no hay nada
que puedas esconder,
ya que todo es libre
en la eterna actualidad.
Tú decides.
Por mi parte,
te confesaré
que ya empecé
a abrir los cuartos
y espero contarte algún día
lo bello que es cada cuarto
cuando el sol brilla en su centro
con colores que hipnotizan
hasta envolverte
de fascinante
amar.
Espero algún día,
aunque no esté más aquí,
me cuentes en lo privado de tu alma
que empezaste a abrir tus puertas
y no puedes dejar de asombrarte
de toda la felicidad que te toca
al limpiar todos los cuartos de tu habitar.
Te aman,
sí, a ti,
sonríe
y abre
las puertas.
¿Qué esperas?