En este tema el Señor es bien claro:
"No se inquieten por el día de mañana;
el mañana se inquietará por sí mismo.
A cada día le basta su aflicción"
Y este es precisamente el drama actual
que vive el hombre: tener todo su ser
predispuesto a las preocupaciones.
Y el Señor nos pide que nos ocupemos
de las cosas, no que nos preocupemos.
Vivimos gran parte de nuestra existencia
con el pensamiento puesto en lo que creemos
nos va a suceder, de tal manera
que nos imposibilitamos para vivir
plenamente el día de hoy, día que,
por supuesto, tendrá penas
y alegrías, sabores y sinsabores.
Pero nuestra preocupación nos dejará
ver sólo las penas y los sinsabores,
con la certeza que ellos son el preanuncio
de lo malo que seguramente nos va a suceder.
Esta actitud no cuenta en absoluto
con la posibilidad de que Dios también
se ocupa de cada uno de nosotros:
"ni un cabello de sus cabezas cae
en tierra sin el consentimiento del Padre
que está en el cielo"
Recordemos que nos ha dicho que Él mismo
se encarga de vestir a los lirios del campo
de tal manera que "ni Salomón, en el esplendor
de su gloria, se vistió como uno de ellos".
Y de dar su alimento a las aves del cielo,
y que nosotros no somos menos que ellos.
Es por eso que debemos poner todo nuestro
empeño y todo nuestro ser para encontrar
la solución de cada problema, pero en la
certeza que, finalmente, todo depende de Dios.
Vivamos en plenitud el día de hoy, dando gracias
a nuestro Padre del cielo, que nos permite
un día más en nuestras vidas.
Seamos conscientes de todo lo que ello significa,
desde el poder abrir nuestros ojos a la luz del nuevo día;
ver y gozar la presencia de nuestros seres queridos,
de nuestros amigos, pero también el poder afrontar
los problemas que nos aguardan cada día,
de los que debemos ocuparnos, pero poniendo
en las manos de nuestro Padre todo aquello
que no podemos solucionar.
Vivamos hoy con alegría, vivamos el auténtico gozo
de los hijos de Dios, sabiéndonos amados
por nuestro Padre del Cielo, que conoce perfectamente
lo que necesitamos y lo que es bueno para nuestra
nosotros y nos dice:
"No temas hijo querido, Yo estoy contigo".