EL TRIUNFO DEL AMOR
Sean cuales fueren las dificultades que los mortales evolucionarios puedan encontrar en sus esfuerzos por comprender la rebelión de Lucifer, debería resultar claro para todo pensador caviloso que la técnica de tratar a los rebeldes es una vindicación del amor divino. La misericordia amante extendida a los rebeldes parece haber precipitado a muchos seres inocentes en tribulaciones y vicisitudes, pero todas estas personalidades apenadas pueden confiar certeramente en Jueces omnisapientes que adjudicarán sus destinos en la misericordia así como también en la justicia.
En todos sus tratos con los seres inteligentes, tanto el Hijo Creador como su Padre en el Paraíso están dominados por el amor. Es imposible comprender muchas fases de la actitud de los gobernantes universales hacia rebeldes y rebeliones, pecado y pecadores, a menos que recordemos que Dios como Padre toma precedencia sobre todas las demás fases de la manifestación de la Deidad en todos los tratos de la divinidad con la humanidad. También debe recordarse que los Hijos Creadores Paradisiacos están todos motivados por la misericordia.
Si un padre afectuoso de una familia grande elige mostrar misericordia a uno de sus hijos culpable de graves maldades, es muy posible que la extensión de la misericordia a este hijo que se porta mal pueda dar como resultado dificultades temporales para todos los demás hijos de buena conducta. Estas contingencias son inevitables; este riesgo es inseparable de la situación real de tener un padre amante y de integrar un grupo familiar. Cada integrante de una familia se beneficia por la conducta recta de todos los demás miembros; del mismo modo, cada integrante ha de sufrir las consecuencias temporales inmediatas de la mala conducta de cualquier otro de los miembros. Las familias, como los grupos, como las naciones, como las razas, como los mundos, los sistemas, las constelaciones y los universos, son relaciones de asociación que poseen individualidad; y por lo tanto cada integrante de cada grupo grande o pequeño, cosecha los beneficios y sufre las consecuencias de la rectitud y de la maldad de cualquier otro de los miembros del grupo correspondiente.
Pero debemos aclarar una cosa: si se te obliga a sufrir las consecuencias dañinas del pecado de un integrante de tu familia, un conciudadano o un semejante mortal, aun de la rebelión en el sistema o en otra parte —sea lo que fuere lo que te veas obligado a soportar debido a la maldad de tus asociados, semejantes o superiores— puedes estar seguro de la certidumbre eterna de que dichas tribulaciones son aflicciones transitorias. Ninguna de estas consecuencias relacionadas de la mala conducta en el grupo puede poner jamás en peligro tu futuro eterno ni privarte en lo más mínimo de tu derecho divino a la ascensión al Paraíso y al logro de Dios.
Y existe una compensación para estas tribulaciones, demoras y desencantos que invariablemente acompañan al pecado de la rebelión. De las muchas repercusiones valiosas de la rebelión de Lucifer que podrían mencionarse, tan sólo llamaré la atención sobre las carreras enaltecidas de aquellos mortales ascendentes, los ciudadanos de Jerusem, que, por resistir a los sofismas del pecado, se colocaron en línea para volverse futuros Mensajeros Poderosos, semejantes a mi propia orden. Todo ser que pudo resistir ese episodio malvado inmediatamente avanzó su estado administrativo y elevó su valor espiritual.
Al principio, el sublevamiento de Lucifer pareció una calamidad sin mitigaciones para el sistema y para el universo. Gradualmente comenzaron a acumularse los beneficios. Con el paso de veinticinco mil años de tiempo del sistema (veinte mil años de tiempo de Urantia), los Melquisedek comenzaron a enseñar que la bondad resultante de la locura de Lucifer había comenzado a igualar el mal incurrido. La suma del mal se había vuelto en esa época casi estacionaria, continuando a aumentar sólo en ciertos mundos aislados, mientras que las repercusiones beneficiosas continuaban multiplicándose y extendiéndose a través del universo y del superuniverso, aun hasta Havona. Los Melquisedek enseñan ahora que lo bueno que resultó de la rebelión de Satania es más de mil veces la suma de todo lo malo.
Pero una cosecha tan extraordinaria y beneficiosa a partir de la maldad tan sólo se podía producir por la actitud sabia, divina y misericordiosa de todos los superiores de Lucifer, desde los Padres de la Constelación en Edentia hasta el Padre Universal en el Paraíso. El paso del tiempo ha elevado el bien consecuencial que se puede derivar de la locura de Lucifer; y puesto que el mal que ha de castigarse se había desarrollado plenamente dentro de un período comparativamente corto, es aparente que los gobernantes omnisapientes y de gran visión del universo ciertamente prolongarían el período de tiempo para cosechar resultados cada vez más beneficiosos. Fuera de muchas razones adicionales que explican la demora en el arresto y adjudicación de los rebeldes de Satania, este beneficio por sí solo habría sido suficiente para explicar por qué estos pecadores no fueron internados antes, y por qué no han sido juzgados y destruidos.
Las mentes de los mortales de poca visión, atadas al tiempo, no deben lanzarse a criticar las demoras temporales de los administradores de gran visión y gran sabiduría de los asuntos del universo.
Un error del pensamiento humano respecto de estos problemas consiste en la idea de que todos los mortales evolucionarios en un planeta en evolución elegirían entrar a la carrera al Paraíso si el pecado no hubiese maldecido su mundo. La capacidad de rehusar la supervivencia no data de los tiempos de la rebelión de Lucifer. El hombre mortal ha poseído siempre la dote de la elección del libre albedrío en cuanto a la carrera al Paraíso.
A medida que ascendéis en la experiencia de la supervivencia, ampliaréis vuestros conceptos en lo que concierne el universo y extenderéis vuestro horizonte de significados y valores; y de este modo seréis capaces de comprender mejor por qué seres como Lucifer y Satanás tienen permiso para continuar en rebelión. También comprenderéis mejor de qué manera el bien último (si no inmediato) se puede derivar del mal limitado en el tiempo. Después que logréis el Paraíso, estaréis realmente más esclarecidos y cómodos, cuando escuchéis a los filósofos superáficos discutir y explicar estos problemas profundos del ajuste universal. Pero aun entonces, dudo que estaréis plenamente satisfechos en vuestra propia mente. Por lo menos yo no lo estuve, aun cuando alcancé así la cúspide de la filosofía universal. No llegué a la comprensión plena de estas complejidades hasta después de haber sido asignado a los deberes administrativos en el superuniverso, en el cual adquirí mediante la experiencia real la capacidad conceptual adecuada para la comprensión de muchos problemas polifacéticos de la equidad cósmica y la filosofía espiritual. A medida que ascendáis hacia el Paraíso, aprenderéis cada vez más que muchas características problemáticas de la administración universal tan sólo pueden ser comprendidas posteriormente a la adquisición de una mayor capacidad experiencial y al logro de un discernimiento espiritual más elevado. La sabiduría cósmica es esencial para comprender las situaciones cósmicas.
LU 620