PRINCIPIOS ROSACRUCES
PARA LA EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS...Y(II)
Deben dársele al niño juguetes con los cuales pueda ejercitar su facultad imaginativa, "algo con
vida", o bien una muñeca con articulaciones para que pueda ponerla en posiciones
diferentes, y dejar a la niña, en este caso, que la vista y adorne por
sí misma. De este modo ella ejercitará su poder formativo en una manera apropiada. Demos
al niño herramientas y modelos, moldes y yeso. "Nunca debe darse al niño nada
completamente terminado "; nada con lo que no tenga que hacer otra cosa que contemplarlo,
pues esto no deja al cerebro lugar de desarrollo y lo que precisamente debe ser el anhelo
del educador a esta edad, es el facilitarle los medios y procurar que los órganos
físicos se desenvuelvan armónicamente.
Respecto al alimento, debemos tener un gran cuidado a esta edad, pues un apetito bueno
o malo en la vida subsiguiente, dependerá de la forma que lo eduquemos o acostumbremos
en la primera septenaria época. En esto también el ejemplo es el gran maestro. Los platos
sazonados excesivamente estropean el organismo. Cuanto más sencillo sea el alimento
y más necesaria su masticación, más promueve un buen apetito que conservará el hombre
durante toda su vida y le dará un cuerpo sano y una facilidad y lucidez de pensamiento que
es desconocido del gastrónomo. Para ello no debemos tener un plato para nosotros y otro
diferente para el niño, pues de este modo evitamos que el niño tome determinados alimentos
cuando niño, o ya mayorcito en casa, pero generamos en él un deseo que buscará satisfacción,
cuando, ya adulto, pueda ejercer su libre voluntad. La facultad imitadora se manifestará por
sí misma; por lo tanto debe imprimirse fuertemente en la mente de todo padre, que hay unos
ojos curiosos e inteligentes posados sobre él, desde la mañana hasta la noche, aguardando
ver lo que él hace para seguir su ejemplo.
En cuanto al vestido asegurémonos de que todas las prendas del niño son de un tamaño
completo, y substituirlas antes de que se hagan tan pequeñas que le molesten y le irriten.
Muchas naturalezas inmorales que han estropeado una vida fueron despertadas por el
roce de una prenda demasiado estrecha o apretada, especialmente en el caso de los muchachos.
La inmoralidad es una de las peores y más tenaces plagas que manchan nuestra civilización.
Para salvar a nuestro hijo atendamos a este punto escrupulosamente, y procuremos por
todos los medios de que no se haga consciente de sus órganos sexuales antes de los siete
años. El castigo corporal es también uno de los factores que acarrea frutos más deplorables
por el efecto que tiene sobre el anticipo o forzamiento de la naturaleza del sexo (el cual es
quizá de por sí, superior a la fuerza de control del hombrecito en ciernes), por lo tanto nunca
será lo suficientemente combatido el brutal castigo del palo.
Acerca de la educación del temperamento, debe tenerse en cuenta que los colores son
los que ejercen más influencia y consecuentemente son de mayor importancia, aunque el
asunto envuelve no solamente un conocimiento del efecto de los colores, sino
particularmente también de los colores complementarios, pues son estos últimos los que
actúan sobre el organismo del niño.
Alrededor de los siete años el cuerpo vital del niño ha alcanzado la suficiente perfección para
poder hacer frente a los impactos del mundo externo. Entonces se quita su protectora cubierta
de éter y comienza su libre actuación. Y entonces llega el momento para que el encargado
de su educación pueda actuar sobre el cuerpo vital y ayudarle a formar la "memoria",
conocimiento, buenas costumbres y un temperamento armonioso. AUTORIDAD Y DISCIPULADO son
las palabras que envuelven las bases para esta época de la vida, en la que el niño debe
aprender el significado de las cosas. Si tenemos un niño precoz no debemos pretender
que siga un curso de estudio que requiere el empleo de una enorme cantidad de esfuerzo
mental. Los niños prodigios, como hemos dicho anteriormente, se convierten en seres de
mentalidad por debajo de la normal. Al niño debe consentírsele que siga su inclinación
propia en este sentido. Debe cultivarse su facultad de observación, educándole especialmente
con ejemplos vivientes. Hágasele ver al borracho y a dónde le ha conducido tal vicio
y después indíquesele el ejemplo dé
una persona moral y póngasele enfrente de ideales elevados. A esta edad debe preparársele
para gobernar la fuerza que acaba de manifestarse en él, la cual le capacitará para fomentar la
especie al finalizar el segundo período septenario. No se debe dar lugar a que se inicie en
los misterios de la generación; a que adquiera conocimientos sexuales de fuentes sucias o
de prostíbulos porque los padres eviten la responsabilidad de enseñarle estas cosas por un
equivocado sentido de inmodestia o de inmoralidad. Constituye el más elemental deber del
preceptor la iluminación propia del niño. El no hacer esto es igual a colocarle con los ojos
vendados entre múltiples hoyos, con la advertencia o mandato de que no tropiece o se
caiga. Arrójese por lo menos la venda, pues aún sin ella se verá sobradamente apremiado.
Puede tomarse una flor como motivo para enseñarle esta lección, par medio de la cual,
todos los niños, desde el mayor al más pequeño, recibirán la más bella instrucción en la forma
de un cuento de hadas. Se les puede decir que las flores son como las familias, sin fastidiarles
con términos botánicos, pues es suficiente conque los padres tengan un conocimiento elemental
de botánica. Preséntese a los niños algunas flores y dígaseles: aquí tenemos una familia de
flores en la que todas son del género masculino (muchachos), o sea una flor de estambres y
aquí hay otra flor en cuya especie todas son del género femenino (niñas), o sea una flor de
pistilos, y por último ved otra flor en cuya especie todas tienen ambas propiedades,
pertenecen al género masculino y femenino (muchachos y niñas), de la clase de pistilos y
de estambres. Enséñeseles el polen en las anteras y dígaseles que las flores de estambres
(muchachos) desempeñan un papel entre la familia de las flores como los niños en las familias
humanas; que tienen también gustos aventureros y quieren ir a recorrer el mundo para
combatir y hacer frente a los embates de la vida, mientras que las flores de pistilos (niñas)
se quedan en casa. Luego indíqueseles cómo las abejas llevan en sus patas las cestitas
para el polen; cómo las flores masculinas cabalgan en estos alados grifones, como los
caballeros de la antigüedad, y se aventuran en el mundo en busca de la princesa encarcelada
en el castillo mágico (el óvulo oculto en el pistilo); cómo el diminuto polen, los caballeros de
la especie masculina de las flores, fuerzan su paso a través del pistilo para penetrar en el
óvulo (el castillo). Entonces dígaseles cómo aquello significa que el caballero y la princesa
se casan; que viven felices desde entonces en adelante y tienen muchos hijos que
son las flores de todas las especies."
Cuando los niños hayan digerido esto comprenderán también la generación en los reinos
animal y humano, porque no existe ninguna diferencia; siendo una tan pura, tan casta y
tan santa como la otra, y los pequeños que sean enseñados de este modo conservarán
siempre una poética idea del acto sexual que conducirá a reverenciar la función creadora,
sentimiento que no se podrá infundir mejor de ningún otro modo.
Esta narración puede variarse y embellecerse a gusto del preceptor y puede completarse
con cuentos que se refieran a los pájaros y a los animales. Esto despertará en el entendimiento
del niño una concepción de la génesis de su propio cuerpo que investirá el cuento de amor
de papá y mamá con todo el romanticismo de las flores machos y hembras y obviar el
más ligero pensamiento de aversión relacionado con el nacimiento, en la mente infantil.
Cuando un niño ha sido equipado de este modo se halla fortificado para el nacimiento del
cuerpo de deseos a la edad de la pubertad.
Sin embargo, con objeto de que el niño ya mayorcito alcance todo el beneficio de la
instrucción de sus maestros y padres, es por supuesto, necesario, que tenga por ellos la
mayor veneración y respeto, y confianza en su sabiduría. Esto nos exige a nosotros el que
nos comportemos siempre de modo que los niños conserven tales sentimientos acerca
de sus padres o profesores, pues si ellos vieran en nosotros frivolidades, oyeran
conversaciones ligeras y observaran una conducta impropia, se
verían privados de la mayor fortaleza de su vida, o sea la fe y confianza en los demás.
Durante esta edad es cuando se generan los cínicos y escépticos. Como quiera que
somos responsables ante Dios de las vidas confiadas a nuestro cuidado, tendremos que
responder de nuestra conducta ante la ley de Consecuencia si olvidamos, mediante una
conducta equívoca, la gran oportunidad que se nos ha facilitado en guiar los primeros
pasos de un ser humano a lo largo de un sendero recto y honrado, y debemos pensar
siempre que el ejemplo es superior al precepto.
También el aspecto del castigo debe merecer nuestra consideración, pues como es
un factor importante en el despertar de la naturaleza sexual a todas las edades, el castigo
corporal debe extinguirse. Constituye un crimen el infligir castigo corporal a un niño,
sea cual sea su edad. La fuerza no es un derecho, y como más fuertes, los padres deben
tener siempre compasión por el débil. No se encontrará un niño que sea tan refractario que
no responda al método de recompensa por las buenas acciones y de restricción de
privilegios como retribución por su desobediencia. Todos los padres debieran considerar
esto desde el punto de vista del niño. ¿Nos gustaría a nosotros el vivir con alguien a cuya
autoridad no pudiéramos escapar, que fuera mucho mayor que nosotros y que tuviéramos
que sufrir sus golpes un día y otro? Así, pues, releguemos a un lado el palo, y muchas de las
maldades sociales serán anuladas en una sola generación. Todos nosotros reconocemos
el hecho que el palo agria el carácter de un perro, y nos lamentamos por que ciertas
personas hayan cultivado un espíritu irascible e intolerante en vez de ser amables y atentas,
o que estén faltos de buena voluntad. Mucho de ello es debido a los golpes administrados
sin compasión en su infancia, pues es verdaderamente deplorable el observar que algunos
padres parecen considerar su misión paternal como si fuera la de destrozar el espíritu de sus
hijos con el régimen del palo. En nuestra calidad de padres podemos remediar el mal en
gran medida guiando las voluntades de nuestros hijos hacia tales inclinaciones que nuestro
mayor raciocinio nos haya indicado, para que de este modo consigamos que los niños cultiven
un espíritu de armonía y de tolerancia, contrario a aquél, con el cual, desgraciadamente,
muchos de nosotros estamos afligidos. Así, PUES, NUNCA GOLPEE A UN NIÑO. Cuando el castigo sea
necesario, la corrección útil es restringirles atenciones, favores o privilegios.
El cuerpo dé deseos nace sobre los 14 años de edad, o sea, a la edad de la pubertad. Cuando
el Ego ha terminado su día en la escuela de la vida, la fuerza centrífuga de repulsión hace que
al morir arroje de sí su cuerpo denso y a continuación el cuerpo vital que es el inmediato en
ordinariez. Después en el purgatorio, la materia de deseos grosera acumulada por el Ego
como incorporación de sus deseos inferiores es expurgada por la misma fuerza
centrífuga. En los planos superiores la ley de Atracción tiene predominio y conserva lo
bueno por la fuerza centrípeta, que tiende a atraer las cosas de la periferia al centro.
Esta fuerza centrípeta de atracción ejerce también predominio cuando el Ego viene hacia
el renacimiento. Sabemos muy bien que podemos arrojar una piedra mucho más lejos que
una pluma. Por lo tanto, la materia grosera es expulsada hacia fuera después de la muerte
por la fuerza de repulsión y por la misma razón la materia grosera que trae al retornar el
Ego y que envuelve la tendencia al mal es absorbida internamente hacia el centro, por la
fuerza centrípeta de atracción, resultando que "cuando un niño acaba de nacer, todo lo
que es mejor y más puro aparece al exterior". Las tendencias viles y perversas no se
manifiestan por regla general hasta que ha nacido el cuerpo de deseos y las corrientes
del mismo comienzan a girar hacia el exterior desde el hígado. Entonces es el momento
en el que los sentimientos y pasiones empiezan a ejercer su poder sobre el adolescente,
es decir, cuando se disipa la matriz de la materia de deseos que previamente había protegido
el cuerpo de deseos naciente. Cuando los deseos y
emociones están sin freno, entra el niño en el período más peligroso de su vida, la edad de
la ardiente juventud de los 14 a los 21 años, pues entonces el cuerpo de deseos predomina
y la mente no ha venido a la vida aún para actuar como freno de aquél. Éste es en muchos
casos un período de prueba y para el joven que haya aprendido a reverenciar a sus padres
y profesores, esta reverencia le servirá de áncora y de fortaleza contra el atolondramiento y
violencia de los sentimientos. Si ha sido acostumbrado a tomar todas las cosas que sus
mayores le dicen con la mayor confianza y éstos le han dado una educación discreta y
prudente, habrá desarrollado para este momento un sentido inherente de amor a la verdad
que actuará de guía seguro; pero en la medida que haya sido restringido en hacer su voluntad,
así estará propenso a ser arrastrado por la corriente. Durante los primeros años el niño se
considera a sí mismo más como formando parte de una familia y que está subordinado a
los deseos de sus padres, que después de los 14 años. La razón es ésta: En la garganta de
l feto del recién nacido hay una glándula llamada "thymus" {Timo} que es mayor antes del
nacimiento, disminuyendo gradualmente a través de la infancia y finalmente desapareciendo
con el transcurso del tiempo, variando conforme a las características del niño. Los
anatomistas están confundidos con el funcionamiento de este órgano y no han llegado
aún a una conclusión definitiva, pero se ha sugerido que previamente al desenvolvimiento
de la médula roja en los huesos del niño no es capaz de fabricarse su sangre propia y que
por lo tanto la glándula "thymus" contiene una sustancia, suministrada por los padres, de
la cual el niño puede extraer durante su infancia y niñez los elementos necesarios hasta el
momento en que puede fabricar su propia sangre. Esta teoría es cierta aproximadamente y
como la sangre familiar fluye en el niño, éste se considera como una parte de la familia y no
como un Ego. Pero en el momento en que comienza a manufacturar su sangre, el Ego se
impone a sí mismo. Entonces ya no es el niño o niña de papá o mamá: él tiene identidad
propia, es un Yo, y entonces llega la crítica edad en la que los padres cosecharán lo que hayan
sembrado. La mente no ha nacido aún; nada mantiene en jaque a la naturaleza de deseos y
mucho, muchísimo, depende de cómo el niño haya sido educado durante su primera edad
y el ejemplo visto en sus padres. A este momento de la vida la propia "aserción", el
sentimiento de "Yo soy yo mismo" es más fuerte que en ningún otro momento y en
consecuencia la autoridad debe ceder el paso a la ADVERTENCIA Y AL SABIO CONSEJO. Este es el
momento en el cual debe enseñarse al niño a que investigue las cosas por sí mismo para que
de este modo forme conclusiones individuales. Imprimamos siempre sobre él la
necesidad de que investigue y observe cuidadosamente antes de que juzgue, así como
también el hecho de que "cuanto más fluidas sean sus opiniones, tanto más será
capaz de examinar nuevos hechos y adquirir nuevos conocimientos".
Durante el período de la adolescencia los padres deben practicar la mayor tolerancia, pues
no hay momento de la vida en el que un ser humano se halle en necesidad de tanta simpatía
como durante el lapso de tiempo que va de los 14 a los 21 años, cuando la naturaleza
pasional es predominante y sin freno. En este período el niño que ha sido tratado en la
forma que describimos, tendrá en sus padres una defensa para hacer frente a los peligros
de esta época hasta e1 momento que esté totalmente desarrollado, a los 21
años de edad, cuando la mente nace.
Al seguir al espíritu humano a lo largo de un ciclo de vida, desde el nacimiento a
la muerte y continuando hasta el siguiente renacimiento, vemos cómo está siempre
acompañado por grandes y gloriosos seres que son ministros de Dios. Este conocimiento
es de primordial importancia para los padres como una comprensión propia del desarrollo
que debe tener lugar en cada una de las épocas septenarias,
permitiéndoles el actuar inteligentemente con la Naturaleza y de este modo llenar más
concienzudamente su misión que aquellos quienes están ignorantes de las
Enseñanzas de los Misterios Rosacruces.
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