El conocimiento de lo absoluto",
"es absoluto en sí mismo, es realización plena".
Cualquier conocimiento meramente teórico
y especulativo no puede expresar la dimensión
de tal realización: que es un vivir en el ser
desde el ser, una completa interiorización
del estado de amor divino, esto es,
del estado del amor mismo. Pues,
¿no es el amor a Dios un amar
al Amor mismo, un amor en todo y para todo?
¿No es el amor místico un sentir la maravilla
en todas las cosas como si
todas esas cosas fueran una sola?
La experiencia mística aparece
en un destello de conciencia,
en presencia súbita de gozo,
allí donde la vida mora en su hogar íntimo,
inspirada y avivada por el aire que el amor
desprende al realizarse en lo más hondo del
corazón, en la raíz de lo posible y profundo.
Y aspirando a él, al amor, nos vaciamos
enteros para llenarnos nuevamente de
la luz que nunca desluce,
en la libertad que proporciona
el saberse vivo al mirar con tales ojos luminosos
el fulgor que se refleja
en todo lugar y en toda conciencia.