Hay una gran diferencia entre la adoración y la oración, porque ésta última es un pliego de peticiones o muchas veces, oraciones aprendidas en la niñez que se dicen por costumbre, pero sin sacarle el verdadero significado a lo que nuestros labios recitan, al igual que los loritos amaestrados repetimos lo que se nos ha dicho. Jesús se hizo hombre, para enseñarnos como debíamos orar y nos enseñó el Padre Nuestro, el cual si tuviésemos conciencia de su significado y lo pusiéramos en práctica, el mundo no podría estar como lo vemos.
La oración tiene el objeto de hacer que el hombre piense menos pero que comprenda más, no está hecha para el conocimiento, sino más bien para iluminar el discernimiento, pues "la oración sin comprensión son palabras muertas, porque "la oración, a menos que esté vinculada con la voluntad y las acciones de las fuerzas personales espirituales y de los supervisores materiales del reino, no puede tener efecto directo sobre el medio ambiente físico. 999" de allí que “la oración puede volverse, una costumbre establecida. Puede ser una expresión espontánea de la conciencia de Dios, o una recitación sin sentido de formulas teológicas. Puede ser la alabanza del alma conocedora de Dios o la obediencia esclava de un mortal dominado por el miedo. Es a veces la expresión patética del deseo espiritual y a veces el grito fragante de frases pías. La oración puede ser alabanza regocijada o humilde ruego de perdón, ser el ruego infantil de lo imposible, o la súplica madura de crecimiento moral y poder espiritual. La solicitud puede ser por el pan de cada día, o por el resultado sincero de hallar a Dios y hacer su voluntad. Puede ser un pedido egoísta o un gesto verdadero y magnífico hacia la realización de la fraternidad altruista. La oración no es una técnica para escapar de los conflictos, sino más bien, un estímulo para crecer al enfrentarse al conflicto mismo. Las palabras no tienen importancia en la oración, tan sólo forman el lecho intelectual en el cual fluye al azar el río de la súplica espiritual. Dios responde a la actitud del alma, no a la palabra. 1002."
La adoración es bastante menos común en el ser humano, porque para la criatura finita y con la imagen de un Dios en el cielo, le resulta difícil usar las palabras adecuadas para referirse a El. Pero, "no permitáis que la magnitud de Dios, oscurezca ni eclipse su Personalidad.37" porque es cierto que "el Padre Universal mora en el Paraíso, pero también su divina presencia mora en la mente de todos los hombres.139" y habita en nosotros no como un Dios lejano, selectivo y castigador, sino como un Padre que ama a todos sus hijos sin distinción alguna.
“La adoración es el acto de una parte, que se identifica con el Todo, lo finito con lo Infinito, el hijo con el Padre, el tiempo con el acto de marcar el paso con la eternidad. La adoración es el acto de comunión personal del hijo con el Padre divino.1616" Jesús nos enseñó a quitar todas las palabras altisonantes para referirnos a los atributos divinos, porque Dios no necesita de esta pleítesía pues "el Padre Universal nunca impone ninguna forma de reconocimiento arbitrario, de adoración formal, ni de servicio servil a las criaturas volitivas inteligentes de los universos. Los habitantes evolucionarios de los mundos del tiempo y el espacio deben por sí mismos y en su corazón reconocerle, amarle, y voluntariamente adorarle.23" a sabiendas que no es lo que sale de los labios lo que tiene verdadera importancia, sino lo que brota del corazón, por eso Jesús definió la adoración como "la ´tecnica de buscar en el Unico, la inspiración para servir a muchos. 1616" porque "no es posible regocijarse en la paternidad de Dios si se ignora o rechaza la fraternidad con los hombres.1454"porque " no se puede tener una posición de adoración a ciertas horas y luego olvidarnos durante el día de nuestra filiación divina. “El individuo verdaderamente religioso intenta identificar el yo con el universo y luego dedicar las actividades de este yo unificado al servicio de la familia universal de sus semejantes humanos. 67"
No existe un tiempo para estar con Dios y otro para estar con nuestros semejantes, porque esta dicotomía es tremendamente dañina para nuestro crecimiento personal y también para la evolución de la sociedad, pues Dios y el hombre se necesitan mutuamente para su realización total, pues así como "la humanidad no asciende sin esfuerzos en el universo, tampoco evoluciona el Supremo sin acción inteligente y propósito. Las criaturas no alcanzan la perfección por sola pasividad, ni tampoco puede el espíritu de la Supremacía actualizar el poder del Todopoderoso, sin el ministerio y servicio incesante a la creación finita.La relación temporal del hombre con el Supremo es el cimiento de la moralidad cósmica, la sensibilidad universal al deber, y la aceptación del mismo. Ésta es una moralidad que transciende el sentido temporal del bien y del mal relativos; es una moralidad directamente basada en la apreciación autoconsciente de la criatura de la obligación experiencial a la Deidad experiencial. El hombre mortal y todas las otras criaturas finitas son creadas a partir del potencial de energía vivo, de mente y espíritu existente en el Supremo. Le incumbe al Supremo que el ascendente Ajustador-mortal, extraiga fuerza para la creación del carácter inmortal y divino de un finalista. Es de la realidad misma del Supremo de la que el Espíritu residente, con el consentimiento de la voluntad humana, teje los tejidos de la naturaleza eterna de un hijo ascendente de Dios.1284"
Por éso, la adoración, la contemplación de lo espiritual, "deben alternar con el servicio, con el contacto de la realidad material. El trabajo debe alternar con el esparcimiento, la religión debe ser equilibrada con el buen humor. La filosofía profunda debe ser aliviada por el ritmo de la poesía. El esfuerzo del vivir, la tensión temporal de la personalidad, debe ser aliviada por el reposo de la adoración. Las sensaciones de inseguridad que surgen del temor del aislamiento de la personalidad en el universo, deben ser contrarrestadas por la contemplación, con la fe en el Padre y por el intento de comprender al Supremo” 1616. debemos tener en cuenta, que “los grandes maestros religiosos y los profetas de antaño, no eran místicos extremistas, eran hombres y mujeres que conocían a Dios y que le servían mejor, mediante el servicio altruista a sus semejantes. El hombre moderno ha pensado mucho en los dogmas y creado muchas pruebas de fe religiosa, pero los religiosos futuros deben vivir su religión. Y dedicarse al servicio sincero de la hermandad del hombre. Ya es hora que el hombre tenga una experiencia religiosa tan personal y tan sublime que tan sólo pueda realizar y expresar en sentimientos demasiado profundos para ser expresados en palabras” 1021.
“El espíritu divino hace contacto con el hombre mortal no mediante sentimientos o emociones, sino en el dominio del pensamiento más elevado y más espiritualizado. Son nuestros pensamientos los que nos conducen a Dios. Sólo se puede percibir la naturaleza divina con los ojos de la mente. Pero la mente que verdaderamente discierne a Dios escucha al Espíritu residente con una mente limpia. Sin santidad ningún hombre podrá ver a Dios. La religión vive y prospera entonces, no por la vista y el sentimiento sino más bien por la fe y el discernimiento interno. Consiste no en el descubrimiento de nuevos hechos o hallazgos de una experiencia única, sino más bien en el descubrimiento de significados nuevo y espirituales 1105" de hechos ocurridos en nuestro quehacer cotidiano. “La evolución no nace de las meditaciones místicas, ni de las contemplaciones aisladas, sino del empleo práctico que hagamos de ellas”, pues “no debemos ser místicos pasivos ni ascetas insulsos” 1931
"El éxtasis religioso es permisible cuando es resultado de antecedentes sanos, pero estas experiencias, frecuentemente son consecuencias de influencias puramente emocionales, más que de manifestaciones de carácter espiritual profundo. Las personas religiosas no deben considerar todo presentimiento psicológico vivido y toda experiencia emocional intensa, como una revelación divina, ni como una comunicación espiritual. El éxtasis espiritual genuino, generalmente se asocia con una gran calma exterior y con un control emocional casi prefecto. El entusiasmo místico sin freno y el éxtasis religioso desenfrenado no son credenciales de la inspiración, ni tampoco son supuestamente, credenciales divinas”1000. La oración ni la adoración no tienen asociación con estas experiencias religiosas espectaculares.
yolanda silva solano
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