"¡Oh, qué linda mañana!" Exclamó Juan al precipitarse fuera de la puerta
principal. Fué saludado desde todas partes por alegres sonidos. Los pajarillos
en los árboles entonaban sus canciones matinales. Su silbido fué contestado
por un fuerte ladrido de su fiel compañero, Yack, un hermoso collie que le
había regalado un querido amigo. Juan y Yack eran verdaderos amigos, cada
uno se preocupaba de la seguridad y del bienestar del otro.
Caminaron deprisa por el recto sendero bajo la sombra de los árboles y
después salieron al camino. No habían caminado mucho, cuando se
encontraron con un carretón lleno de fruta, cuyo dueño se encontraba en
dificultades. Una de las ruedas se había salido, lo que había tenido por
consecuencia que mucha fruta se cayera y se esparciera sobre el camino. Juan
ayudó a recoger la fruta, mientras el hombre arreglaba el carretón. Pronto se
solucionó todo el problema y el hombre continuó su viaje. Juan acarició a su
fiel compañero y siguieron por el camino, preguntándose qué es lo que iba a
suceder más tarde.
Juan era hijo único, quería mucho a sus padres y siempre estaba muy contento
de poderlos ayudar. Era muy aficionado a las flores y le dedicaba gran parte
de su tiempo al jardín. Quería mucho a los libros y tenía numerosos amigos
que vivían dentro de los libros que leía hora tras hora. Pero a pesar de todo lo
anterior, se sentía intranquilo, porque deseaba tener algunos amigos de
verdad.
Juan tenía un corazón bondadoso y cuando su familia vivía en la ciudad, como
solía hacerlo, tenía muchas oportunidades para hacer buenas acciones a sus
semejantes. Al frente de su casa vivía un niño cojo. Todos los días por la
mañana corría hacia la casa del cojito y daba un silbido de llamada, que ya
todos los demás niños conocían y ayudaba a su amiguito cojo a hacer el viaje
hacia la escuela, llevándole siempre los libros. También tenía una abuelita que
lo cuidaba a través de la ventana. Siempre Juan entraba por algunos minutos
para besarla y ver si estaba sanita y contenta, también vivía en la ciudad la
encantadora Virginia, que tenía más o menos su misma edad y que siempre
había sido para él una buena y leal compañera. Parecía comprender todos sus
júbilos y sus penas. Si él era el vencedor en los juegos, ella lo elogiaba. Si no
daba bien la lección, lo animaba a que se esforzara un poco más y tratara de
nuevo, por eso es que Juan tenía ánimo para tratar, muchas veces, de
conseguir lo que quería.
Pero cuando la mamá se enfermó, el papá compró una linda casa en el campo
y Virginia tuvo que quedarse allá en la gran ciudad. La suave brisa del campo
y los vivificantes rayos del sol, hicieron que su querida mamá se pusiera
mucho mejor, lo que por cierto alegró e hizo muy feliz a Juan, porque existía
una hermosa amistad entre su encantadora mamá y él. Pero ¡cuánto de menos
echaba a su amiguita de juegos, Virginia!
Cuando Juan y Yack llegaron cerca de la casa más próxima a la suya, el collie
dió un ladrido brusco y agudo, Juan miró entonces rápidamente a su alrededor
para ver qué es lo que pasaba y tuvo una gran sorpresa. La casa había sido
refaccionada y pintada recientemente. Juan se preguntó quién habría llegado a
habitarla y si serían algunos simpáticos compañeros de juego. Por eso acarició
a Yack y le susurró al oído: "Muy bien, querido amigo, vamos a dar un vuelta
alrededor del terreno para tratar de saber quienes son nuestros vecinos. Puede
ser que tengamos unos nuevos amigos"
Caminaron en dirección al jardín, allí sentada en un banco debajo de una
glorieta de rosas había una hermosa niña. El corazón de Juan dió un brinco y
después casi se detuvo por un minuto. ¿Sería ella? ¿Era realmente Virginia?
Sí, estaba seguro ahora y parecía que ella todavía no lo había visto, así es que
fué en puntillas y se sentó a su lado. Aun entonces parecía que ella no se había
dado cuenta de que él estaba allí, entonces la llamó por su nombre y ella lo vió
y ¡qué contenta se puso! Estaban muy felices de estar de nuevo juntos y se
contaron todo lo que habían hecho desde que se vieron por última vez. Un
verdadero amigo es el tesoro más grande que podemos tener y el cariño es la
llave que abre la puerta de la amistad.
Pronto Yack dió unos ladridos para hacerles notar que también él estaba
esperando para ser saludado. Después se fueron juntos hacia la casa, donde el
papá, la mamá, los hermanos y hermanas de Virginia estuvieron muy felices
de volver a ver a Juan, porque todos lo querían mucho. Era un verdadero
amigo, siempre dispuesto a hacer alguna buena acción para hacer feliz a otro.
Y este es el secreto de la amistad, un corazón lleno de amor y de bondad para
la felicidad de los demás.