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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: moriajoan  (Mensaje original) Enviado: 22/01/2012 17:53

 

 


Las personas que viven en países gobernados por dictadores reclaman libertad, las personas
 que viven en un país demócrata no reclamarán esa misma libertad pero pedirán otras cosas en
 nombre de la libertad con tal de elevar suposición social, con tal de alcanzar sus metas o con
 tal de conseguir lo que desean aunque sea egoístamente. Pero, los humildes, comprensivos,
 tolerantes o conformistas, ¿Han alcanzado ya la verdadera libertad? Una persona puede sentirse
atada o presa por el simple hecho de tener que estar atendiendo a otra que necesita ayuda,
por el contrario, un preso puede sentirse totalmente libre cerrando los ojos y recordando
los lugares que conoce o imaginando otros que le gustaría visitar. Luego entonces ¿Cuál
es la verdadera libertad? Está claro que para la mayoría de la humanidad sentirse libres es
 no estar aprisionado entre cuatro paredes o en un recinto cerrado pero esto, aunque muchos
 no se paren a pensarlo, está relacionado única y exclusivamente con el cuerpo físico. Cada
 cual se puede sentir más o menos libre de acuerdo a lo que piense y crea que es, por tanto,
quien piense que él es el cuerpo físico se sentirá aprisionado siempre que no pueda ir a
donde le apetezca. Quien piense que es algo más importante que el cuerpo físico, se
puede sentir más o menos libre dependiendo de lo que piense y de los sentimientos y
 deseos que generen esos pensamientos.

Cuando la humanidad daba sus primeros pasos no era totalmente consciente de las limitaciones
 del cuerpo y del mundo físico como tampoco lo es el animal que desea cazar porque tiene
hambre pero no lo consigue porque no tiene suficientes cualidades o medios para ello.
 El instinto no es la razón, el discernimiento ni nada parecido, por tanto si no se razona no
 nos podemos decir a nosotros mismos ni darnos cuenta de que estamos limitados o que
 no tenemos libertad. Cuando el hombre fue consciente de su cuerpo y del mundo físico
 comenzó a razonar y a darse cuenta de las limitaciones de dicho cuerpo y mundo, y esto
fue empeorando según fue interiorizando y convenciéndose de que era el cuerpo físico.
Por si fuera poco, el hombre fue limitándose más y más según se identificaba con la materia
 y se hacía dependiente de casi todo lo que le rodeaba. Es cierto que llegó un momento
 en que comenzó a desligarse de algunos objetos, pero lo hacía para ligarse a otros nuevos.
 Cada vez que el hombre pierde algo que ama egoístamente o que le ata, sufre y se apena
 porque sigue identificado con el cuerpo físico y atado al mundo
material, lo que significa que no es libre.

Pero, ¿Son sólo las limitaciones del mundo y el cuerpo lo que nos ata? Aunque podríamos
 decir que estos dos aspectos son la gran causa de que la humanidad siempre se sienta
 limitada, impotente y falta de libertad; la realidad es otra y ésta se encuentra en los cuerpos
 superiores llamados “de deseos” –emocional– y “mental”. Excepto las almas más avanzadas
 en sentido moral, intelectual y espiritual, la mayoría de nosotros nos sentimos apegados y
 limitados, no ya por el cuerpo físico sino por nuestros propios sentimientos y deseos.
 Queremos ser bondadosos porque el mal carácter no nos lo permite; queremos ver la belleza
 en el sexo opuesto y quizás terminemos viendo y deseando el cuerpo físico; queremos
ser honrado y una tentación puede impedir que lo seamos; queremos dedicarnos a
 cultivar el Espíritu y el ocio nos domina y nos vence; queremos alcanzar cierto objetivo
 y surge cualquier cosa que lo evita o lo ponen en contra nuestra; queremos…. Es
 posible que en algunos de estos ejemplos sea el propio karma individual el que
nos limite e impida que logremos hacer lo que queremos, pero en la mayoría de los
casos suele ser: Primero, por falta de disciplina mental para pensar –y como efecto sentir,
 desear y actuar– positivamente, y segundo, por que no actuamos como un
 verdadero Yo superior o Ego.

Puesto que la mente domina –o al menos debería dominar– al cuerpo de deseos o emocional,
está claro que para actuar responsable y correctamente deberíamos utilizar la mente
conscientemente para no cometer errores ni actuar con maldad en ningún sentido, es decir,
 sin malas acciones, sentimientos, deseos ni pensamientos. Pero, aun así y puesto que
vivimos en un mundo gobernado por leyes divinas, tampoco pueden salir las cosas bien en
 una corto espacio de tiempo ni en un par de vidas; más que nada porque la Ley de
 Consecuencia nos trae deudas del pasado. El mundo de deseos o emocional y El mundo
 del pensamiento o mental, al igual que el físico, nos permiten cierta libertad pero siempre
dentro de unos límites. Estos dos mundos superiores son –hablando en sentido de
espacio– más grandes que el físico como el cuerpo de deseos y el mental también son
 más grandes que el cuerpo físico y forman un aura alrededor del mismo.

También respecto a la libertad nos permiten, como dijimos al principio, ser más o menos
 libre como podemos ver por medio en los siguientes casos:
1º.- Cuando en respuesta a una sensación, a un sentimiento o a un deseo, tomamos una
 decisión y pasamos a la acción, una vez efectuada dicha acción ya no se puede rectificar;
nos hemos limitado a nosotros mismos creando una causa que en su momento tendrá
inevitablemente un efecto sobre nosotros.
2º.- Si la decisión no pasa a la acción y se queda en un sentimiento o deseo, siempre
somos libres de razonar profundamente para actuar o no o de manera que el efecto
 kármico nos limite o no en un futuro.
3º.- Si hay que tomar una decisión y imponemos la razón y la buena voluntad sobre ella,
siempre seremos más libres todavía –sin sentimientos ni deseos que nos limiten o aten–
 para actuar de manera que nuestro libre albedrío responda sin apego al mundo físico –en
busca de beneficio material– sin apego respecto al cuerpo de deseos –sin deseos materiales,
 sentimientos de maldad, instintos bajos o pasiones– y sin actuaciones irrazonadas
o automáticas de la mente.

Dicho esto, está claro que somos libres de decidir y que podemos hacer uso de la voluntad
para bien o para mal, y también está claro que sea la decisión que sea puede tener un efecto
limitador sobre nosotros, sea total, parcial o en cualquier sentido. De aquí que la manera
 de liberarse de las ataduras y de las limitaciones del cuerpo y del mundo físico sea a través
 de la voluntad. Las leyes divinas nunca dejan de actuar y sus fuerza son tan efectivas e
 invisibles como la de la gravedad que hace que si lanzamos una piedra hacia arriba vuelva
hacia nosotros por su propio peso. Todo lo que hoy es el mundo físico con todos los
 descubrimientos, adelantos y tecnologías es fruto de millones de años y de causas y
 efectos desde que la humanidad dio sus primeros pasos e hizo sus primeras causas.
Según hemos ido evolucionando nos hemos ido liberando un poco más en todos los
 sentidos mencionados, pero mientras sigamos pensando que somos el cuerpo o la
 mente no comprenderemos que es la voluntad, utilizada conscientemente, la que nos
 puede liberar definitivamente de los efectos kármicos producidos por nuestros diferentes
 cuerpos. Es la voluntad la que debe evitar que las influencias externas –de circunstancias
o personas– y los problemas estimulen en nosotros los sentimientos y pensamientos negativos;
 es la voluntad la que se debe imponer sobre el cuerpo de deseos y la mente para que no se
dejen dominar por todo aquello que no sea amor, fraternidad, altruismo, compasión…;
es la voluntad la que debe evitar que la personalidad se desvíe del camino de perfección
 criticado, juzgando y perdiendo el tiempo en hechos que no aportan ningún beneficio
espiritual; es la voluntad la que debe evitar los enfados, las discusiones y enfrentamientos
 y todo lo que sea un veneno para nuestros cuerpos.

 

 
 


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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 12/02/2012 13:47

 

 


Es necesario que la voluntad sea utilizada conscientemente segundo a segundo para que
 las expresiones de los diferentes cuerpos no sean causa de ataduras y limitaciones y sí
 de libertad y de paz. Para ser plenamente consciente hay que auto-observarse y prestar
 atención al Ser porque así nos identificamos cada vez más con él y actuaremos
 correctamente. Cuando yo escribo estas palabras pueden ocurrir dos cosas: Primero
que las escriba tal y como me vienen a la mente y, segundo que las escriba siendo
plenamente consciente de su significado y por tanto con discernimiento. En el
primer caso –ocurre con la mayoría de las cosas que hacemos– al no ser
verdaderamente consciente, no va a ser tan real su significado para mí, mientras que
en el segundo sí va a ser real porque lo he hecho con voluntad y consciencia.
Cuando estamos en el salón de casa escuchando música de fondo, leyendo un
libro, alguien que nos interrumpe de vez en cuando y muy posiblemente pensando
en preocupaciones y deberes, se puede decir que no estamos viviendo la realidad porque
estamos siendo influenciados por muchas cosas –sin tener la atención y la consciencia
puestas en ellas– a las cuales respondemos instintiva, automáticamente y casi como
 hábito. Esto significa que las preocupaciones e interferencias pueden estimular
 respuestas inconscientes en nosotros lo que, a su vez, pueden traer nuevos problemas
y limitaciones kármicas en un futuro. Sí, por el contrario, nos auto-observamos y
 ponemos atención a nuestro Ser, todo será real y responderemos con consciencia y
de acuerdo con el Yo superior para sentirnos más libres y liberarnos del karma futuro.


Cuando ponemos atención y consciencia en algo, se hace real y podemos actuar o
responder con la clara voluntad de liberarnos de las ataduras de los diferentes cuerpos
y del mundo físico. Cuando no actuamos así, los sentimientos, deseos y pensamientos
surgen sin control y hacen que nos apeguemos a las cosas y a las personas
creándonos karmas y limitaciones. El recuerdo del pasado también estimula deseos y
emociones que nos pueden perjudicar, sobre todo si son de resentimiento, odio,
envidias, etc.; por otro lado, los planes de futuro también suelen atarnos puesto que
están basados siempre en las experiencias del pasado. Por eso, de lo que se trata es de
ser voluntariamente consciente del aquí y del ahora para actuar de acuerdo a los ideales
 más elevados que tengamos y donde no quepa el egoísmo, el materialismo, lo inmoral, los
bajos deseos…. Si en nuestro pasado hay miedo, ansiedad, violencia, rencor, etc. y
seguimos actuando sin esa atenta consciencia en todas nuestras expresiones, seguiremos
 atándonos y limitándonos en el futuro. El alma no está apegada ni necesita nada del
 mundo físico para expresar lo que es, pues el Alma, el verdadero Yo, simplemente
“Es” conciencia y espiritualidad; por tanto no se ata ni limita por muchas manifestaciones
y renacimientos que tenga como tampoco el guionista de una obra de teatro está
implicado en la interpretación de los actores.

Cuando se vive en el pasado, como normalmente hacemos, no somos libres ni gozamos
verdaderamente de la vida interna por mucho que disfrutemos de lo que nos rodea; para
disfrutar de la vida hay que ser consciente y estar atento a todo para vivir la belleza, el
amor y la Verdad que yace en ello. El hecho de ser consciente momento a momento de
la respiración, de hacer deporte, de alimentarse sanamente o de estar vivo trae felicidad
 interna y sensación de ser libre, pero hacer eso mismo o cualquier cosa sin consciencia
de ello y por instinto o automatismo casi no nos aporta nada ni nos libera de nada.
El hecho de ser consciente –gracias a la auto-observación y a la atención– siempre en el
presente ayuda a que cada individuo impida que se expresen malos sentimientos y
pensamientos y a que penetren otros o cualquier otra cosa que le perjudique y le limite
 a algo concreto y material. Cuando lo que aparentemente somos –deseos, sentimientos,
 pensamientos– se implica en algo, se limita a ese algo según lo vea, es decir, si nuestra
personalidad expresa –como carácter– una naturaleza desequilibrada y desconfiada
significa que es así por hechos del pasado y que verá todo a través de ese color particular
 que él da a la vida; por tanto, estará atado y limitado por esos aspectos
negativos que él ve respecto a la vida.

Cuando nos surgen problemas tenemos la mala costumbre de buscar la solución fuera
de nosotros e incluso de culpar a los demás de ello, pero pocas veces se nos ocurre
 pensar que la solución está dentro de nosotros y que si los problemas nos afectan es
porque algo tenemos que ver con ellos. En mi opinión hay dos maneras de afrontar los problemas:

1ª.- Como ya hemos dicho, teniendo la consciencia y la atención en el presente o
aquí y ahora, y utilizar la mente consciente y voluntariamente para encontrar
 una solución razonada y espiritual.

2ª.- Hacer lo mismo sin intervención de la mente y con un sentimiento de “lo dejo en
manos de Dios porque sé que me protege y ampara”, es decir, con un sentimiento
de estar siempre conectado consciente y voluntariamente a Dios.

La primera opción debería ser la más aceptable para nosotros puesto que en nuestra
etapa evolutiva todavía tenemos que usar la mente; en la segunda es la posición del
 Alma puesto que ésta no tiene ninguna conexión directa con el mundo físico que nos
rodea, por tanto vive con la conciencia en los mundos espirituales. Nuestro mundo no
 es el físico sino que es aquel donde está nuestra Alma, allí no hay nada que ate ni
que limite sino todo lo contrario, allí no hay preocupaciones, problemas ni obstáculos
que obliguen a actuar en ese sentido, por eso ese Yo no está preso por los deseos,
sentimientos, problemas, circunstancias ni obstáculos como los nuestros. De aquí
que cuando tenemos la consciencia y la voluntad en el aquí y ahora presente, tenemos
la posibilidad de situarnos en la posición del Alma y sentirnos más libres.

 

 
 


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: moriajoan Enviado: 25/02/2012 07:29
Enviado: 12/02/2012 14:47

 

 


El mundo físico es la manifestación más densa de un esquema de siete mundos creados
o manifestados por Dios, cada uno de ellos –del más denso al más sutil– compenetra al inferior
 según se hace más grande puesto que su “materia” es más etérea; y eso mismo ocurre
 respecto a los cuerpos que utiliza el Espíritu. El más denso de éstos es el físico y la
 composición de la materia se va dividiendo en células, moléculas, átomos, electrones,
protones, neutrones, quarks y otros mucho más sutiles y desconocidos que pertenecen
a otros mundos relacionados con los deseos, pensamientos, y demás. Por consiguiente,
el origen de esta diversidad de materia de la que también se forman los cuerpos que utiliza
 el Alma es Dios y por eso Dios no es material y, como consecuencia nosotros como
espíritus tampoco. Dicho esto, es fácil comprender que el Espíritu en su propio mundo
es totalmente libre y que cuanto más se identifica con el mundo físico –el más denso– y
 con el de los deseos e incluso con el mental, más difícil y más le costará ser libre. A
simple vista, es evidente que cuanto más nos identifiquemos con la conciencia de
Dios y cuanto menos con nuestros cuerpos inferiores más libres seremos y más
 se elevará nuestra conciencia, de aquí que debiéramos estar identificados
constantemente con nuestro Yo superior, es decir vivir, vibrar, pensar y actuar
como él para no tener la consciencia en los mundos de la personalidad.
Cada uno de nosotros trae un destino en el cual, además de afrontar nuestras
deudas kármicas del pasado, podemos elevar la conciencia y sentirnos más
desapegados del cuerpo y del mundo físico y, como consecuencia, más libres. Todo lo
 que sea actuar, sentir y pensar en línea con Dios tendrá esos efectos, lo contrario nos
atara mucho más en esta y en la próxima vida. Cuando se intenta “vivir” en línea con Dios no sólo
 experimentamos paz y libertad sino que también nos sentiremos protegidos en nuestro
destino. Para comenzar a vivir en Dios sólo es necesario tener el firme propósito de
ver la mano de Dios en cada circunstancia o persona y así ser su instrumento de paz y
 amor. Hablando de este propósito ¿Cuántas veces al día actuamos, hablamos, sentimos
y pensamos con amor hacia el prójimo o hacia Dios? ¿Quién, ante una seria preocupación,
 no ha dicho “Dios mío lo dejo en tus manos, ayúdame” y desde ese momento se ha
sentido bastante liberado? Pues podemos imaginar los resultados si viviéramos las 24 horas
 con la consciencia en Dios, es decir, si nos propusiéramos actuar con compasión, con amor,
 con altruismo y con fraternidad hacia todos y ante toda circunstancias. Esta otra manera
de actuar nos hace más receptivos a las fuerzas espirituales de los mundos superiores y
nos cambia internamente, lo que significa que, a más cambio interno y elevación de
conciencia, más relajación y tranquilidad por sentirnos colaboradores de la Obra de
 Dios. Einstein dijo: “Lo único que deseo es aprender a pensar como piensa Dios,
todo lo demás son detalles.” Por tanto, si de verdad queremos sentirnos en la paz
de Dios y libres de ataduras de este mundo debemos “pensar
como Dios” y no estar en los detalles.
El camino de la perfección y de la liberad comienza por ser mejor que lo que fuimos
 ayer actuando siempre como “amor de Dios en acción”; por pensar más en el beneficio
y desarrollo de los demás y no del nuestro; por expresar en pensamiento, palabra y
obra lo que creemos que expresaría Dios; por ser humilde y estar en sintonía con el
 mundo de Dios; por dar gracias por todo lo que nos viene –malo o bueno– y lo que
tenemos porque de todo podemos extraer un beneficio o una enseñanza; por no faltar
el respeto, criticar ni juzgar a nadie; por ser consciente en el aquí y ahora para actuar
como el verdadero Yo superior porque actuando así
sabemos que estamos en el camino correcto.
No podemos culpar de nuestros errores ni de nuestras malas actuaciones a los demás,
ni buscar la solución de nuestros problemas fuera de nosotros. Nosotros somos los únicos
dueños de nuestros cuerpos y de nuestra vida, nosotros tenemos el libre albedrío y la
voluntad para decidir si hacer una cosa u otra, si hacer bien o hacer mal, si imponer
nuestra voluntad y nuestra consciencia o lo contario; en todo esto radica la paz, la felicidad y
 la libertad personal. Debemos ser conscientes de que una crítica contra nosotros, una
circunstancia negativa, o incluso un ataque verbal malintencionado no nos puede afectar,
 sino que nos afecta porque nosotros lo interiorizamos e interpretamos como tal según sea
 nuestra naturaleza. Todas esas cosas no nos afectan si no prestamos atención y si no
pensamos en ellas –lo contrario de tener la consciencia en el aquí y ahora presente con
 la mejor voluntad– en el momento en que lo interiorizamos surgen las preguntas
al respecto y sus correspondientes malos sentimientos, deseos y pensamientos.
Por consiguiente, cada nueva atadura de este tipo nos hace sufrir y nos ata puesto
que estos hechos son terrenales y de la personalidad. A veces no podemos controlar
algunas situaciones del destino, y menos aún si son karmas maduros, pero lo que sí
está claro es que nadie puede decidir por nosotros ni puede obligarnos a hacer nada sin
nuestra voluntad, por consiguiente, si alguien nos molesta, si algo nos limita, si alguien nos
 quiere hacer daño, si alguien nos controla, no es que ellos tengan ese poder sobre
nosotros sino que nosotros se lo permitimos. Nadie puede crear nuestro destino por
muchas cosas que nos quieran hacer si nosotros tenemos la voluntad puesta donde
 corresponde, son nuestras decisiones, nuestros pensamientos y nuestras acciones y
 deseos los que crean el destino, si todo esto está controlado por la consciencia y la
voluntad, estaremos en el más recto camino hacia la verdadera libertad.
 

 

 
 



 
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