inevitablemente en un momento u otro, debemos
desarrollar
principalmente dos cualidades: el discernimiento y la humildad.
El discernimiento es una cualidad del intelecto y la humildad es
una cualidad del corazón.
El discernimiento nos permite, en cualquier circunstancia,
distinguir lo verdadero de lo falso, la realidad de las
apariencias; nos indica la dirección a seguir y los falsos pasos
que debemos evitar, nos protege de los errores y de las
ilusiones.
En cuanto a la humildad, que es una cualidad muy
ignorada, incluso menospreciada, sólo es posible medir su valor
si se comprende hasta qué punto su opuesto, el orgullo, es una
actitud peligrosa.
El orgullo cierra al hombre el mundo divino,
corta las corrientes que le aporta el agua viva del Cielo. Es por
ello, que al mismo tiempo que debemos cultivar el discernimiento
que nos indica el camino a seguir, debemos también cultivar la
humildad que nos abre a las corrientes del mundo divino, ya que
estas corrientes son viáticos para avanzar por este camino."
Omraam Mikhaël Aïvanhov