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LIBR. DE URANTIA: Valores y significados
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De: yosis  (message original) Envoyé: 03/04/2012 13:52
PROBLEMAS, CONFLICTOS, VALORES Y SIGNIFICADOS Imprimir E-mail
Jairo A. Mosquera 
Julio de 2010
Bogotá
publicado

Basta una frase del libro de Urantia para empezar a vislumbrar verdades enriquecedoras y deliciosas, que iluminan el camino de nuestra superación y por tanto de nuestra felicidad.  Que belleza hay en ellas! Comprendemos al explorarlas lo que también nos ha manifestado el libro, que la verdad y la belleza son compañeras inseparables.

 No podemos tomar a la ligera el Libro de Urantia.  Debemos tratar de penetrar en la profundidad de sus enseñanzas, para las cuales no estamos muy preparados, precisamente porque son nuevas para nosotros y porque significan uno o varios peldaños por encima de nuestro actual nivel intelectual.  No podemos llegar a la cima de un salto.  Tenemos que ir paso a paso.  Y cuando lleguemos, comprenderemos que solo hemos ascendido un peldaño en el camino de la sabiduría, que es el camino que Dios nos ha preparado, hacia una mayor comprensión, hacia la superconciencia.  Comprenderemos que sólo el Espíritu Divino que está dentro de nosotros puede iluminarnos en ese camino, por lo cual tenemos que pedirle desde lo más profundo de nuestro ser que nos permita tener una mente limpia para poder escucharlo.  Que nos acompañe, que nos guie, que nos señale el camino al cual hemos sido llamados.

Detengámonos en unas de esas frases profundamente enriquecedoras del Libro de Urantia, las cuales les invito a explorar;

“Los nuevos significados tan sólo surgen de entre el conflicto; y el conflicto persiste tan solo mientras perdura la actitud de negarse a adoptar los valores más elevados connotados en los significados superiores” (página 1.097)”.

“ El crecimiento educativo verdadero está indicado por la elevación de los ideales, la mayor apreciación de los valores, los nuevos significados de los valores y una lealtad aumentada a los valores supremos”,(p. 1094). 

“El crecimiento cósmico consiste en la acumulación de los significados y la elevación, cada vez más amplia, de los valores” (P. 1095).

“El crecimiento espiritual es en primer lugar, el despertar de las necesidades, luego el discernimiento de los significados y finalmente el descubrimiento de los valores” (p. 1095).

El significado es algo que la experiencia agrega al valor; es la conciencia apreciativa de los valores (p.1097).

“El valor supremo de la vida humana consiste en el crecimiento de los valores, el progreso de los significados y la realización de la interrelación cósmica de estas dos experiencias.  Y tal experiencia es equivalente a la conciencia de Dios”. (p. 1097).

Es necesario detenernos a reflexionar para aprender las enseñanzas, para interiorizarlas, para asimilarlas a nuestras experiencias personales., y, ahí está el detalle, para tratar de dar nuevos significados a nuestras experiencias cotidianas concientizándolas a la luz de valores más altos, superando así el conflicto que surge del enfrentamiento incompatible entre la experiencia y su interiorización negativa a través de un valor relativamente bajo, valor que debe ser remplazado por un valor más alto que pueda asimilar positivamente la experiencia.  Este es el proceso del progreso espiritual, es el camino que Dios nos señala y el ingrediente necesario para nuestra felicidad y paz espiritual.

 Así, pienso yo en problemas y conflictos graves tanto personales -que son los que mejor conozco -como de personas allegadas.

 Un senador amigo es encarcelado, como tantos otros políticos, mientras se le juzga por supuestos vínculos con el paramilitarismo.  Por cuanto que le conozco a él y su familia como personas de bien, y por las pruebas allegadas al proceso, evidentemente manipuladas, creo que es inocente.

 El coronel que defendió el Palacio de Justicia, la dignidad de la patria, del asalto de los subversivos hace tantos años, ha sido condenado en primera instancia a 30 años de cárcel en un proceso evidentemente injusto, condenado por el odio de aquellos contra quienes tuvo que luchar y que hoy detentan ostentosas posiciones públicas.

 Como no sufrir ante esas situaciones?  Como poder aceptar y superar problemas tan dolorosos tanto para ellos como para sus familias?  Como no compadecerse de ese sufrimiento?  Estos problemas o tantos otros, son conflictos muy serios que puede padecer cualquiera de nosotros. 

 Si vemos estos conflictos a través de la justicia que merecemos, a través de la injusticia de que hemos sido víctimas, a través del mal que nuestros enemigos nos han causado, a través del dolor y el resentimiento que naturalmente esto nos causa, entonces el conflicto persiste, no podemos superarlo,  está vivo y nos hiere, nos causa un dolor insufrible.  Entonces tenemos que adoptar valores más elevados y significados superiores.  Entonces tenemos que adoptar el ejemplo de Cristo.  Tenemos que comprender que Cristo aceptó la gran injusticia humana de su sacrificio, que aceptó todo el dolor de su crucifixión, pero que su muerte no fue en vano.  Fue un ejemplo, precisamente para que cada uno de nosotros pueda aceptar la gran injusticia que contra él se cometa.  Tenemos que mirar el conflicto a través del ejemplo de Cristo, aceptar el sacrificio que se nos impone, comprender que esta es una oportunidad gigantesca de acercamiento a Dios, de adoptar valores significativamente superiores, de superar el desafío que se nos presenta.    Seguramente no seríamos capaces de aceptarlo tan fácilmente como lo decimos, pero tenemos que hacer todo el esfuerzo por lograrlo, porque si lo logramos, nada podrá detenernos en nuestro camino hacia Dios.  El camino no es fácil, pero hay un camino.

 Puedo citar otro ejemplo de mi propia experiencia actual, afortunadamente muy lejos de los terribles conflictos que acabo de citar, -ante los cuales solo cabe el ejemplo de Cristo-, pero seguramente de ocurrencia más frecuente.

 Soy un hombre de negocios.  Mi contador comete un grave error que me puede ocasionar un deterioro patrimonial muy considerable y que puede afectar seriamente mis proyectos empresariales.  Mi primera reacción por supuesto, - y quizá mi segunda y mi tercera-, es completamente negativa.  Cómo es posible que ese señor que tanto tiempo ha trabajado conmigo se atreva a cometer un error de tanta magnitud, sin siquiera consultarlo,  sin comunicarlo, error que solo conozco cuando llega el problema.  Sería absolutamente injusto que yo tuviera que afrontar un deterioro patrimonial tan grave, que echa por el caño los resultados de un esfuerzo empresarial de varios años. 

 Si yo continúo siendo el mismo que era antes de adquirir una formación y antes de haber leído –que no asimilado completamente- el libro de Urantia, entonces continuaría en un conflicto no superado de preocupación y sufrimiento.  No puedo decir que lo he superado completamente, porque aún estoy en el problema, pero sí que la actitud adoptada a la luz del libro de Urantia me ayuda considerablemente.

 Primero, debo aceptar mi propia responsabilidad.  El gerente o representante legal de una empresa o institución es responsable no solo por sus propios actos sino por los de todos aquellos que representa.  Desde los actos del más humilde trabajador –que también puede causar un gran perjuicio-, hasta los suyos propios, que también puede equivocarse gravemente.

 Segundo, tengo que aceptar que todos podemos equivocarnos.  Tengo que aceptar las fallas del otro así como las mías propias sin guardar resentimiento por ello.  El error, si bien consciente, no se comete con el ánimo de perjudicarme.  Y aún si así fuera debería perdonarlo,  aunque más difícil, ya que tendría que recurrir a valores aún más altos.

 Tercero, y es la parte más crítica, es que todos mis valores son los económicos?  Lo que se puede afectar son mis valores económicos, que de ninguna manera pueden ser mis valores más altos.  Mi equipaje en mi camino hacia Dios no requiere un solo peso; en cambio sí requiere una lealtad hacia los valores espirituales.  Lo que podría afectarme, de lo que debo preocuparme, es de cualquier cosa que amenace mis valores espirituales, no mis valores materiales.  Quizá la excesiva lealtad hacia los valores materiales es lo que expresa el evangelio cuando dice: “ Es más fácil que pase un camello por el ojo de una aguja que un rico por el reino de los cielos”.  Tenemos que renunciar a esa excesiva lealtad a los valores materiales si no queremos que ella interfiera con nuestros valores espirituales.  Los problemas económicos no deben representar conflicto a la luz de los valores espirituales.

 Tenemos que ver los conflictos como una oportunidad de crecimiento.  El conflicto es tal porque lo veo a través de valores inadecuados, valores que reflejan mi propia pobreza espiritual.  Tengo que ser generoso con mis valores, permitir que fructifiquen en mí las enseñanzas de Cristo.  Tan solo del conflicto surgen los nuevos significados que permiten mi crecimiento espiritual.  Si yo persisto en enfrentar el conflicto a través de valores mezquinos, no lo puedo superar, el conflicto me aflige y pierdo la oportunidad de crecer espiritualmente.  Si yo apelo a valores más altos, efectivamente los adopto y con ellos enfrento el conflicto, entonces lo supero y crezco espiritualmente.  A través de la experiencia, aprendo el valor más alto, le doy un significado y lo hago parte de mí: este es el crecimiento espiritual. 

 Todos tenemos conflictos frecuentes de diferente índole y magnitud, generalmente problemas con nosotros mismos, con nuestros semejantes y con lo que constituye nuestro ámbito de vida. Tenemos problemas económicos, problemas de salud, problemas en el hogar, problemas en el trabajo. Casi diariamente, en una u otra forma, sentimos que se nos ha ofendido, que se nos perjudica, que somos ignorados, que somos tratados injustamente, que se nos irrespeta, que nuestra situación no es justa, que no somos comprendidos, que no somos apreciados o amados como es debido, que no tenemos lo necesario, que no se nos da lo que merecemos, que otra persona no se comporta como es debido, etc.  Todo eso lo sentimos porque estamos juzgando a través de principios o valores que son comparativamente mezquinos frente al problema.  Mientras más grave el conflicto, más altos los valores requeridos para enfrentarlo.  En estos conflictos de la vida diaria se nos exige un esfuerzo de superación de valores que generalmente no es tan difícil lograr.  O sea, que veamos las cosas con más generosidad, con más humildad, con ánimo amoroso, con mayor aceptación de nuestras propias faltas y limitaciones, y también las de nuestros semejantes, que nos despojemos de todo rencor, que estemos dispuestos a la renuncia y al sacrificio.  Pensemos en los conflictos tan graves que otros tienen que enfrentar, que requieren un grado muy alto de superación.  Pero precisamente, mientras más dura la prueba, mayor oportunidad de crecimiento, mayor el acercamiento a Dios que nos ofrece el conflicto.

 Para concluir, entonces, cuando quiera que tengamos problemas o conflictos, consideremos las palabras del libro de Urantia, para tratar de adoptar ante ellos valores y significados superiores, ya que son nuestros propios valores y significados inadecuados los que generan nuestro conflicto y nuestra infelicidad. Los valores superiores son los espirituales.  Ellos constituyen nuestro bastión interior inatacable.



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