ESTADOS DE ÁNIMO
Hay días en los que nos despertamos y todo nos sale bien. En otros, la “mala
suerte” es tal que queremos que llegue la hora de que se termine el día.
Algo que influye decididamente en nuestro estado de animo son sin duda los cambios
climáticos. Así, los días en los cuales se presenta un sol radiante, el cielo esta
completamente despejado, y la temperatura es agradable, solemos estar contentos.
En cambio, cuando el cielo esta cubierto, llueve, y hace más bien frió, nos solemos
deprimir enseguida y sumirnos en la melancolía. Asimismo, de diversas formas nos
podemos autoinducir diariamente buen humos. Para algunos, esto se consigue
simplemente saliendo a caminar; comer dulces; andar en bicicletas; hacer jogging;
escuchar música; reunirse con amigos; leer un
libro; mirar televisión, etc., etc., etc.
Con respecto a lo respaldado por los científicos, hace poco se ha llegado a descubrir
de que durante ciertas actividades relacionadas con el buen humor, el cuerpo produce
sustancias semejantes al opio en su estructura química, denominadas endorfinas.
Al igual de lo que ocurre con el opio, el cuerpo adquiere exactamente una dependencia
de las endorfinas e intenta recrear una y otra vez las situaciones en las que fueron
creadas. Normalmente, las endorfinas existen en concentraciones muy pequeñas
en el cuerpo humano y no pueden producir dependencia. Pero se las puede aislar y
se las puede inyectar, con una dosificación más alta, en el líquido de la medula
espinal y en el líquido cerebral. Entonces originan euforia, calman los dolores,
producen relajamiento, disminuyen la frecuencia de la respiración e inmovilizan
la digestión. En dosis todavía mas altas pueden incluso aparecer estados de excitación
eufórica que duran todo el día. Además de las endorfinas, similares al opio, hay
otras muchas sustancias que participan en la formación del buen humor; por ejemplo
la serotonina, una sustancia-mensajero del sistema nervioso.
También en el caso del buen humor los dioses han impuesto la ley del sudor antes de
conseguir el éxito. Los esfuerzos corporales hacen que aumente la endorfina en
la sangre. El jogging es recetado ya por los psiquiatras para el tratamiento de las
depresiones. También la comida proporciona buen humos, siendo especialmente
efectivos los hidratos de carbono y los chocolates. En el caso del alcohol es más
complicado: al ir aumentando el nivel del alcohol en la sangre, al principio se eleva
la formación de endorfinas, pero luego aparecen estados frecuentemente
depresivos al desintegrarse el alcohol.
Aun así, es sorprendente un resultado obtenido que muestra que el mal humor no
solo tiene meros inconvenientes. En la resolución de difíciles juegos de ingenio
obtuvieron mejor puntuación las personas que estaban de mal humor que sus
oponentes contentos. Los que estaban de buen humor utilizaban estrategias más
obvias y lógicas, mientras que los malhumorados se esforzaban más, quizás para
liberarse de la Cienaga de sus sentimientos.
Por ultimo, el que no halla logrado estar de buen humor a pesar del jogging, el chocolate,
los baños de sol y el goce estético, tienen todavía una ultima oportunidad: mezclarse
con personas alegres y de buen humor. El humor y los estados de ánimo son contagiosos
en los seres sociales. Si alguien sonríe, por lo general se le devuelve maquinalmente la sonrisa.
Tal vez por eso los investigadores del comportamiento aseguran que, al cabo de
cierto tiempo, llegaremos a tener muy buen humor si procuramos poner
siempre una expresión amistosa y sonriente.