JIDDU KRISHNAMURTI
Para comprendernos el uno al otro, considero necesario que no estemos
presos en las palabras; una palabra como Dios, por ejemplo, puede tener un
significado especial para usted, mientras que para mí puede que tenga una
formulación totalmente distinta, o ninguna formulación en absoluto. Así que
es casi imposible comunicarnos mutuamente, a menos que ambos tengamos
la intención de comprender las meras palabras e ir más allá de éstas.
La palabra libertad implica, por lo general, estar libre de algo, ¿no es así?
Comúnmente, significa estar libre de la codicia, de la envidia, del nacionalismo,
de la ira, de esto o aquello. Mientras que la palabra libertad puede tener
completamente otro significado: la sensación interna de que uno es libre;
y pienso que resulta muy importante comprender este significado.
... Después de todo, la mente está compuesta, entre otras cosas, de palabras.
Ahora bien, ¿puede la mente estar libre de la palabra envidia? Experimente
con esto y verá que palabras como Dios, verdad, odio, envidia, ejercen un
efecto profundo sobre la mente. ¿Puede, entonces, la mente estar
libre de estas palabras, tanto neurológica como psicológicamente?
Si no
está libre de ellas, es incapaz de enfrentarse al hecho de la envidia. Cuando
puede mirar directamente el hecho que llama «envidia», entonces el hecho
mismo actúa con mucha mayor rapidez que el empeño de la mente en hacer
algo con respecto al hecho.
En tanto la mente esté pensando en librarse de
la envidia mediante el ideal de la «no envidia» y demás, está distraída, no se
enfrenta con el hecho, y la palabra misma envidia es una distracción respecto
del hecho.
El proceso de reconocimiento se efectúa a través de la palabra;
en el instante en que reconozco el sentimiento por intermedio de
la palabra, doy continuidad a ese sentimiento.