Cuando se logra traspasar lo aparente de la religión y se llega a esta comunión íntima con Dios, deja de ser una deidad lejana y se convierte en nuestro mejor Amigo y somos capaces de encontrarlo fuera del templo y de los momentos de meditación, porque El se incorpora a nuestra vida cotidiana, dándole un valor de sobrevivencia a todo lo que hacemos, porque “nada de lo hace un hijo de Dios es ordinario” 2049 porque todo lo que realiza, lo hace para que la instauración del Reino se haga una realidad en su corazón.
Ya es hora que nos demos cuenta que “nuestra religión debe cambiar de la sola creencia intelectual en la autoridad tradicional, a la experiencia real de esa fe viviente, que es capaz de alcanzar la realidad de Dios y todo lo que se relaciona con el espíritu divino del Padre. La religión de la mente, nos vincula sin esperanza al pasado, en cambio la religión del espíritu consiste en la revelación progresiva y nos llama constantemente a alcances más altos y santos ideales espirituales y realidades eternas” 1731
Pero esas metas que trascienden nuestra vida finita, las debemos ganar Aquí y Ahora, en el trabajo común y corriente de nuestra vida cotidiana, porque "el hombre crece conscientemente, desde lo material hacia lo espiritual, por la fuerza y el poder de sus propias decisiones.1282 La oración, la meditación, la adoración, poco o nada nos sirven si no van acompañadas del servicio social y de cambios positivos en nuestra conducta, porque este comportamiento es un tremendo autoengaño, que sólo nos sirve para sumirnos en el sueño hipnótico del misticismo, el cual nos impide evolucionar en forma real.
Jesús se hizo hombre para abrirnos las puertas de la eternidad, pero para que ello sea posible, es preciso que nosotros seamos capaces de amar a todos los hombres como nuestros hermanos sin excepción alguna, porque “Jesús eligió establecer el reino del cielo en el corazón de los hombres, con métodos naturales, comunes y esforzados, los mismos procedimientos que tendrían que seguir en el futuro sus hijos terrenales para ampliar y expandir el reino celestial. Jesús también pasó por la prueba del hombre civilizado: la de tener poder y negarse a utilizarlo con fines personales y egoístas”1521
De los 33 años que Jesús vivió en la tierra, 30 de ellos lo vivió como cualquiera ser humano, para demostrarnos que la perfección no está en las cosas espectaculares, sino en la sencillez de la vida cotidiana, pues “era el plan de Miguel aparecer en la tierra como cualquier hombre, para que la gente común, pudiera comprenderlo y recibirlo” 1345.
Este nuevo evangelio que Jesús nos predicó con su ejemplo, “presentó el alcance espiritual como meta auténtica del vivir. La vida humana recibió una dotación de valor moral y dignidad divina. Jesús nos enseñó que las realidades eternas son el resultado y la recompensa del esfuerzo de una conducta recta en la tierra” 1860.
yolanda silva solano