Seguir a Jesús significa compartir personalmente su fe religiosa y entrar en el espíritu de la vida del Maestro, consagrada al servicio desinteresado de los hombres
Libro de Urantia. Pag.2090
Si las diversas religiones nos enseñaran el verdadero significado de esta cita ¡qué diferente sería el mundo! porque "seguir a Jesús" no es tener un conjunto de ritos y creencias que se realizan una vez a la semana en forma comunitaria, porque la verdadera religión es eminentemente personal, porque "cada uno debe tomar de la enseñanza, lo que encuentre cabida en su corazón.1818 El conocimiento de la enseñanza no es suficiente, es preciso que la verdad llegue a nuestro corazón y a nuestra mente para poder amarla y discernirla y de esta forma transformarla en agua viva, capaz de saciar nuestra sed de perfección.
" La religión institucional ha caído en el estancamiento de un círculo vicioso. No puede reconstruir a la sociedad sin reconstruirse a sí misma primero; y puesto que es parte tan integral del orden establecido, no puede reconstruirse a sí misma hasta que la sociedad no haya sido radicalmente reconstruida.1088 lo cual no es posible si primero no renace el individuo a una vida religiosa plena y personalizada, porque "la verdadera religión es una manera significativa de vivir en forma dinámica frente a frente con las realidades comunes de la vida diaria. Pero si la religión ha de estimular el desarrollo individual del carácter y aumentar la integración de la personalidad, no debe ser estandardizada. Si ha de estimular la evaluación de la experiencia y servir como un señuelo que en sí mismo es un valor, no debe ser estereotipada. Si la religión ha de promover lealtades supremas, no debe ser formalizada.1089
Jesús se hizo uno de nosotros para enseñarnos a amar a Dios como a un Padre que ama a cada uno de sus hijos en forma particular, porque aún cuando " la mente finita del hombre es incapaz de comprender cómo un Dios tan grande y majestuoso como el Padre Universal puede descender de su morada eterna en perfección infinita para fraternizar con cada criatura humana, entonces tal intelecto finito debe hallar la certidumbre de la comunión divina en la verdad del hecho de que un fragmento real del Dios viviente reside en el intelecto de cada mortal de mente normal y moralmente consciente. Los Ajustadores del Pensamiento residentes son parte de la Deidad eterna del Padre Paradisiaco. El hombre no necesita ir más allá de su propia experiencia interior de contemplación del alma de esta presencia de realidad espiritual, para encontrar a Dios e intentar la comunión con él.62
"Si el hombre mortal está sincera y espiritualmente motivado y consagrado sin reservas a hacer la voluntad del Padre, entonces, puesto que está tan certera y efectivamente dotado por el Espíritu divino que mora en él, no puede dejar de materializarse en la experiencia de ese individuo, la conciencia sublime de conocer a Dios y la excelsa certidumbre de sobrevivir para el propósito de encontrar a Dios mediante la experiencia progresiva de hacerse cada vez más semejante a él, porque el gran Dios hace contacto directo con la mente del hombre mortal y le otorga una parte de su ser infinito, eterno e incomprensible para que viva y habite dentro de él. Dios se ha embarcado en la aventura eterna con el hombre. Si cedéis a las fuerzas espirituales que moran dentro y en torno a vosotros no podréis dejar de alcanzar el alto destino establecido por un Dios amoroso, como meta universal para sus criaturas ascendentes de los mundos evolutivos del espacio.64
Pero este acercamiento con nuestro Padre no se da en un nivel espiritual y etérico, sino a través de cosas absolutamente concretas como es en el amor que debemos profesar a todos nuestros hermanos, sin condición ni diferencia alguna, porque en cada uno de ellos está el Espíritu de Dios al igual que en nosotros y por tanto debemos respetarlo y amarlo y nada de ésto es posible si primero no estamos dispuestos a perdonar cualquier falta o diferencia de nuestros hermanos, porque no hemos sido llamados para juzgarlos, sino para perdonarlos setenta veces siete, pues antes de juzgar a alguién debemos "evaluar su experiencia religiosa de acuerdo con su esclarecimiento y estado de conciencia. No cometáis el error de juzgar la religión de otro con vuestras propias normas de conocimiento y verdad.1115
" La época ya está madura para presenciar la resurrección figurativa del Jesús humano de su sepulcro, de entre las tradiciones teológicas y dogmas religiosos acumulados en siglos. Ya no debéis sacrificar a Jesús de Nazaret ni siquiera al espléndido concepto del Cristo glorificado. ¡Qué servicio transcendental sería, si se recuperara al Hijo del Hombre mediante esta revelación de la tumba de la teología tradicional, y se lo presentara como el Jesús vivo a la iglesia que lleva su nombre, y a todas las demás religiones! Con seguridad la comunidad cristiana de creyentes no titubeará en hacer esos ajustes de fe y de prácticas de vivir que le permitan «seguir» al Maestro en la demostración de su vida real de devoción religiosa en hacer la voluntad del Padre y en consagrarse al servicio altruista del hombre. ¿Acaso temen los cristianos profesos, poner al descubierto una comunidad autosuficiente y no consagrada de respetabilidad social y desajuste económico egoísta? ¿Acaso teme el cristianismo institucional, que la autoridad eclesiástica tradicional esté en peligro, o aun sea derrocada, si Jesús de Galilea se restaura en la mente y en el alma de los hombres mortales como ideal de vida religiosa personal? En verdad los reajustes sociales, las transformaciones económicas, el rejuvenecimiento moral, y las revisiones religiosas de la civilización cristiana, serían drásticas y revolucionarias si la religión viviente de Jesús suplantara de pronto a la religión teológica sobre Jesús.
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Después de estas pequeñas reflexiones vale la pena preguntarnos ¿seguimos a Jesús o nos conformamos con ciertas normas y lecturas sobre su vida? El metro para medir nuestra respuesta está en preguntarnos ¿tengo algún rencor, algún resentimiento con alguién? Si así fuese quiere decir que no estamos siguiendo las huellas del Maestro, porque es imposible amar a Dios y desconocer a nuestros hermanos, sobre todos a los más necesitados, que no necesariamente tienen que ser los de condición más precaria ecomicamente hablando, porque muchas veces los que más necesitan de nuestra comprensión y de nuestro amor son los pobres que no conocen aún el amor de Dios.
yolanda silva solano