Dios es mi compañero y mi guía todo el tiempo y en todo lugar.
Quizás tenga algunas expectativas acerca de mis finanzas o metas futuras, pero no pongo límites al bien que espero. Mis expectativas son altas y mi visión es suficientemente amplia para incluir un mundo de posibilidades ilimitadas. Tengo fe en Dios, mi compañero y guía constante.
Un cambio inesperado —o hasta uno esperado— puede parecer como lo último que hubiera deseado experimentar; mas con el tiempo, su valor se hace evidente. Mi vida se desenvuelve en orden divino.
Al permanecer en paz con lo que es y prestar atención a la guía divina, avanzo a nuevas experiencias con gracia y facilidad. Coopero con mi espíritu y espero sólo lo mejor de este viaje divino.
Mis ovejas oyen mi voz y yo las conozco, y me siguen.—Juan 10:27
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