Supón que cada vez que aceptáramos un obstáculo y cambiáramos nuestro comportamiento reactivo recibiéramos
un millón de dólares. ¿Qué haríamos cada día? Nos despertaríamos cada mañana buscando todos los problemas
que podamos encontrar. Por el contrario ¿qué hacemos cuando se desata una crisis? Hemos sido programados
para evitar y reaccionar.
Dediquémonos a saltar de la felicidad ante la oportunidad de confrontar desafíos, porque significará dinero en
efectivo en nuestro bolsillo, espiritualmente hablando.