¡Sal de ti…!, de la pequeña prisión de los pensamientos…,
de la cárcel de tu mente…que te recorta las alas…,
de esa voz en la cabeza…que no claudica en su intento
por impedirte que vueles hacia más altas escalas…
¡Sal de ti…!, que tú no eres tu sistema de creencias,
ni las certezas que forman tu túnel de realidad:
¡eres la luz diamantina de tu purísima esencia…,
esa despierta conciencia que ilumina de verdad!
¡Sal de ti…!, siente ahora mismo la iridiscencia del mundo…,
la belleza silenciosa que anida en sus resplandores…,
vuélvete nube que pasa…, vuélvete viento errabundo…,
y ese susurro que llega con un suspiro de flores…
¡Sal de ti…!, y ve al encuentro de reinos angelicales,
porque ellos son tu morada, son tu verdadero Hogar,
y siente la melodía de esos coros celestiales
que te cantan simplemente por la dicha de cantar…
¡Sal de ti…!, y ebrio de gozo ponte a bailar con la Vida,
como dos enamorados fingiendo ser danzarines…,
o como esos pajarillos que juegan a la escondida,
cual arco iris alados, sobre flotantes jardines…
¡Sal de ti…!, como si tu alma sobre tu hombro se posara…,
como si te arrebatara la más intensa emoción…,
¡como si un Ángel en trance de pronto te traspasara
la incontenible alegría que vibra en su corazón!
¡Vuélvete ingrávido y leve como el roce de una pluma…,
tan translúcido y etéreo como el brillo de un rubí…!,
y cuando sientas entonces que es tu Ser el que perfuma,
¡ya no hará falta que nadie te susurre "sal de ti"!.
Poema de Jorge Oyhanarte