El secreto, la falta de siceridad y la hipocresía pueden oscurecer los problemas sexuales, pero no proveen soluciones, ni tampoco avanza la ética.
Libro de Urantia. Pág.914
El gran problema del sexo es como a lo largo de la historia se ha desvirtuado su realidad, las religiones sólo nos han entregado burdas caricaturas de lo que realmente es, presentándolo como algo pecaminoso si no es empleado sólo con el fin de la reproducción de la especie. Han limitado esta procreación a la vida humana, ignorando que el sexo es algo realmente sagrado, porque siempre es portador de vida y un acumulador de energía etérica, que nosotros podemos transformar en positivas o negativas, dependiendo de nuestras vibraciones. El sexo trasciende lo biológico “el acto sexual no impone consecuencias biológicas sobre él. 939" por tanto lo verdaderamente puro o pecaminoso, no está en el acto mismo, sino en la intención y en la conciencia que tengamos al hacerlo. Nuestro cuerpo no puede ser pecaminoso porque es el templo de Dios, por tanto lo corporal no debe ser mirado como algo negativo, somos mente cuerpo y espíritu y esta trilogía debe estar presente en el acto sexual para hacer de él una experiencia maravillosa, como debería ser siempre un acto de amor, y que no se piense que esta espiritualización del sexo disminuye el placer y la pasión, muy por el contrario la intensifica al dar conciencia a lo que estamos sintiendo.
Durante siglos la iglesias se han encargado de hacer parecer la espiritualidad y el sexo como dos términos antagónicos, haciéndonos creer que si se quiere ser espiritual, hay que practicar la castidad, la cual no es más que una ignominiosa represión de un sentimiento y una emoción como es el deseo sexual, que nos fue dada por nuestro Creador de una manera especial, ya que el ser humano es el único animal, que no tiene una época de celo, porque su deseo sexual es permanente, sólo necesita del estímulo. "El instinto de apareamiento es una de las fuerzas impulsoras físicas dominantes en los seres humanos. 913
Es preciso que aprendamos a darle al sexo su lugar, el cual no tiene por qué estar separado de la verdadera espiritualidad y unión con Dios, muy por el contrario, el momento en que comprendamos la importancia de esta unión, habremos alcanzado un grado evolutivo importante. Pero esta sublimación del sexo está muy lejos de lo que nos ha enseñado el tantrismo en donde sus teorías sexuales tienden a proponer que el semen no debe correr libremente, porque esto sería un desperdicio de energías que mejor podrían utilizarse para alcanzar la iluminación. Lo cual es una negación del impulso sexual natural, que es creador no sólo de hijos carnales sino también de hijos espirituales, dependiendo la calidad de la relación en cuanto a estado de conciencia se refiere.
En las más antiguas tradiciones herméticas, se hablaba con toda propiedad de la magia sexual, pues todos los seres humanos poseemos fuerzas eléctricas y magnéticas, que actúan como una fuerza de atracción y entre un hombre y una mujer estas polaridades se manifiestan y se potencian con fuerza en la unión sexual, dando vida al erotismo y a la vida creadora del pensamiento y transformando al sexo en el mediador entre la fuerza instintiva inconsciente y la moderación y conciencia de nuestro Espíritu residente. Es una lástima que estos conceptos hayan sido acallados por la mojigatería de las religiones. La magia sexual no está en reprimir la energía sexual, sino en saberla encauzar.
El tabú por el sexo se remonta a muchos siglos. “ El culto de la continencia se originó como rito entre los soldados antes de emprender batalla; en épocas posteriores se tornó en la práctica de los "santos". Este culto toleraba el matrimonio tan sólo como un mal menor que la fornicación. Muchas de las grandes religiones mundiales, han sido influidas adversamente por este culto antiguo, pero ninguna tanto como el cristianismo 977" Quien hasta el día de hoy exige a los sacerdotes una castidad, que en la práctica hemos visto que se convierte en una aberración contra menores indefensos, como les la pedofilia.
Para quienes deseamos realmente ser perfectos como lo es nuestro Padre, debería ser una prioridad el saber usar la pasión no como un pecado, sino como un trampolín para aprender la ciencia del amor, para aprender a dar y también a recibir, con conciencia de lo que hacemos, porque es un gran error el desterrar la presencia de nuestro Espiritu residente, en un acto en el cual él debería estar más presente que nunca, para bendecir nuestros cuerpos que son templos de Dios y para que esa unión de dos seres unidos por el amor puedan dar los frutos no sólo de la carne, sino también del espíritu.
En todo acto sexual hay un gran intercambio de magnetismo, las personas lo quieran o no, dan al otro lo que ellas están irradiando y de esos momentos nacen los hijos etéricos que nos acompañaran más adelante, porque el sexo es siempre eminentemente creador, por tanto puede ser empleado sin remordimiento alguno, como la unión física, emocional y espiritual entre dos personas. “Dejad que el hombre se divierta, dejad que la raza humana encuentre placer de una y mil maneras, dejad que la humanidad evolucionaria explore todos los tipos de auto gratificación legítima. 943
Para que el sexo sea una manifestación cocreadora con Dios, debe ser hecho con amor y conciencia. El amor es un ingrediente sutil de nuestra conciencia que es capaz de mostrar la parte más bella de nosotros mismos, porque “ el amor es el deseo de hacer el bien a los demás. 648
¡Qué lejos están estas exhortaciones equilibradas, a la beatería y al pecado que se nos ha enseñado.! El sexo es eminentemente creador, siempre nacerán de él hijos energéticos, cuya calidad dependerá del estado espiritual de los participantes, de allí que la presencia de Dios no puede estar excluido de él, si en verdad queremos evolucionar como sus hijos, porque "un buscador de los placeres, debe tratar siempre de ser tanto productor como consumidor.1779" La espiritualidad debería estar siempre presente en el acto sexual, teniendo en cuenta que la espiritualidad no es más que la manifestación de la divinidad en nosotros y ella debiera expresarse siempre, sin importar lo que estemos haciendo, porque la espiritualidad es la actitud con que la persona encara cualquier situación de su existencia desde lo profundo de su ser, por eso, el único “pecado” del sexo, reside en la inconciencia con la cual se realiza. No solamente debe existir la unión de los cuerpos sino también la de las almas y los espíritus.
yolanda silva solano