El alma controla el cuerpo, no lo contrario. Tan real como se siente éste, el cuerpo es sólo un vehículo temporal
para que nuestra alma alcance su destino. Nuestra alma utiliza el cuerpo físico como un vehículo, como un automóvil.
Utilizamos el automóvil para llegar a donde queremos ir, pero no queremos dormir en él.
Lleguemos al nivel en el que veamos que nuestra alma está en este cuerpo físico, pero no está pegada a él.