Cuando nos avergonzamos, nuestro ego se reduce, pero nuestra alma florece. Digamos que cometemos
un gran error. Si todos lo notan, y nuestra falla está por ser expuesta, podríamos reaccionar y tratar de
cubrirla. O podríamos reconocerlo como una oportunidad para aniquilar a nuestro ego.
Intenta amar la humillación. Al final, tu alma brillará y tu ego se ocultará, y las personas te verán por quien
realmente eres.