La vida puede parecer difícil
al enfrentar ciertos acontecimientos:
perder el trabajo,
una crisis de salud o
dejar ir un sueño anhelado.
Aunque podamos sentir
consuelo temporal
por medio de personas o cosas
a nuestro alrededor,
el verdadero aliento
proviene del Amor infalible de Dios.
Encontramos consuelo
en el Amor de Dios.
Aquietemos nuestros pensamientos
y vaciemos nuestras mentes
de la zozobra del temor,
la duda o el dolor.
En el silencio,
avivemos el amor, la paz
y el consuelo en nosotros.
Recordemos que somos por siempre
la Creación de un Creador amoroso.
Nunca seremos abandonados;
Dios nos ama.
Fortalecidos por el
consuelo del Espíritu,
que siempre está disponible
para nosotros,
superemos cualquier reto
con gracia.
"Así Te bendeciré en mi vida;
en Tu Nombre alzaré mis manos"
(Salmo 63:4)
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