Cierta disciplina, orden y obediencia, en la vida espiritual resultan de gran ayuda para seguir adelantando en el camino de las cosas del Señor.
En la mayoría de los casos no le damos a Dios la oportunidad de hablarnos, porque no sabemos permanecer quietos y escuchar; no le permitimos a Dios recargar nuestras energías y fuerza espiritual, porque no apartamos un tiempo para esperar en él.
¿Cómo podremos asumir las cargas de la vida si no tenemos contacto con que el que es el Señor de toda la vida?
¿Cómo podremos hacer la obra de Dios, a menos que sea con la fuerza que Dios da? ¿Cómo podremos recibir esas fuerzas si no buscamos en tranquilidad y a solas la presencia de Dios?
Cuando un silencio apacible envolvía todas las cosas y la noche había llegado a la mitad de su rápida carrera, tu Palabra omnipotente se lanzó desde el cielo, desde el trono real. Sabiduría 18, 14