Jesús no llama a los perfectos; sí a los decididos.
Todos pasamos por momentos en que el lenguaje de Jesús –las exigencias del Evangelio– nos parece duro, exigente, hasta incomprensible. “No robar”, en medio de la corrupción generalizada; ser fiel, en medio de la “infidelidad promocionada”; optar por la solidaridad, la incomodidad, el sacrificio a favor del prójimo… resulta “duro” en la “dura” lucha de la vida.
Cristo busca a los decididos: ¿También ustedes quieren irse? No son tiempos estos para ser cristiano “por costumbre o rutina”. Vivimos en una sociedad donde Dios ha pasado a ser “el gran marginado, el gran excluido”. ¡Qué actual resulta la Palabra de Dios! ¡Elijan hoy a quién quieren servir!