TREMENDO ACTOR…
¡Qué bien que finges, mi buen hermano cuando aparentas ser sólo humano…! y disimulas tras tu disfraz, lo suprahumano que está detrás.
Sabes bien que eres, en tu circuito, un transportal de lo Infinito, y que tu aspecto corporal no es más que un traje temporal, pero simulas que dura el viaje lo que te dura este ropaje, y que termina toda la trama cuando te roza la oscura dama.
¡Son tantas cosas las que finges en cada vez que te restringes!: que no eres nadie en especial… (¡siendo que guardas un don genial!); que eres inepto y poco diestro, (¡cuando ya eres un Maestro!); que en ti no hay nada que entregar, (¡teniendo tanto amor por dar!); que eres endeble y melindroso, (¡siendo tan grande y poderoso!); que tu eslabón sólo da pena (¡cuando sin él… no habría cadena!) que en ti no hay magia…, (y en verdad ¡eres quien crea tu realidad!).
Como un actor ya consumado juegas el rol que te ha tocado, con tanto afán, que el guión que lees ¡sin darte cuenta te lo crees!
Lo representas con tal frescura, con tanta enjundia y encarnadura, te mimetizas tanto con él, ¡que incluso olvidas que es un papel!
¡Cómo te admiro, tremendo actor, por ser tan buen simulador!
Poema de Jorge Oyhanarte
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